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Porque escribir tiene su aquel, te presento nueve claves para la redacción de un texto; de cualquier texto, aunque cada uno tenga su idiosincrasia y sus especificaciones.

Claves para la redacción de un texto

Este es el principio de la redacción de un texto: las notas, la lluvia de ideas, el «todo vale».

Puede que te preguntes si escribir no debería ser un acto espontáneo. La respuesta es sí y no. Sí lo es en el sentido de que no hay problema en escribir como producto de un arrebato; es decir, sin camisa de fuerza que condicione lo que uno quiere decir. Y no lo es si se pretende que el texto tenga un sentido, una organización. En tal caso, se ha de volver sobre lo escrito y aplicar la mirada crítica. O será un texto-gallinero, un galimatías.

Para redactar un texto, primero, decide adónde vas; segundo, escribe a lo loco; tercero, aplica el espíritu crítico y la escoba. Clic para tuitear

La espontaneidad interesa para ponerse a ello con soltura, sin autocensura. No interesa, en cambio, como producto final. Un texto improvisado solo será bueno si se manejan las herramientas del género en cuestión. Nunca será solo producto de un arrebato ingenuo. Primero escribes a lo loco y luego vuelves con el espíritu crítico y la goma de borrar (o la tecla delete).

La redacción de un texto no se improvisa

Consultamos el diccionario en línea la palabra improvisar y dice que es: «Hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación».

El diccionario María Moliner, a su vez, dice que improvisar es «hacer una cosa sin haberla preparado por adelantado o inventándola mientras se va haciendo o ejecutando, como pronunciar un discurso, recitar una poesía o ejecutar un trozo de música». Y también: «Hacer una cosa para la que no se está preparado con los medios de que se dispone: “Improvisó en media hora una comida para diez personas”». Dice más cosas, como que es algo «inventado, irreflexivo, ocasional».

Así que la improvisación, si ayuda, es a echar a rodar. Después, ante el desafío de la página en blanco, deberías responderte…

  • Qué quiero averiguar respecto del tema que he elegido.
  • Qué beneficio (interno o externo) pretendo obtener.
  • ¿Estoy dispuesto a investigar?
  • ¿Y estoy dispuesto a aprender?
  • Si cuento con mi compromiso de ir hasta el final.

Primera clave: Redactar un texto es más que dominar la ortografía

Las normas ortográficas son fundamentales: cuando dominas la puntuación dominas muchas cosas, pero no harás nada quedándote ahí. La ortografía y la sintaxis auxilian, ayudan a que el texto adquiera claridad y ritmo y le allanan el camino al lector; de eso no hay duda.

Te sirven, además, a asegurar que dices lo que quieres decir. Pero puedes no cometer faltas de ortografía y no será suficiente para hacer una buena redacción.

Y es que, en paralelo con la ortografía, hay un hecho ineludible: a escribir se aprende escribiendo. Se aprende echándole ganas, dando traspiés, lanzándose a la piscina. Si hay agua o no, ya se verá; es lo de menos. En esta primera fase, solo hay garantía de esfuerzo.

Redactar un texto: nueve claves

Has conseguido suficientes notas para ponerte a redactar el texto. Pasas a la siguiente fase.

Otra cosa a tener en cuenta: entre los textos académicos o profesionales y la narrativa (novelas, relatos, cuentos) también hay diferencias. En narrativa, la norma es más laxa y un buen corrector debe saberlo para no pecar de hipercorrección. De lo contrario, corre el riesgo de saltarse el estilo que cierto autor quiere imprimir a su creación; sobre todo, si ese autor sabe lo que hace (y se nota cuando sabe).

Segunda clave: Ideas claras para la redacción de un texto

Puedes improvisar una idea, pero ¿tiene fuste? ¿Puedes sacar algo de ahí?

Pensar no es tener ideas claras. A menudo, la cabeza campa a sus anchas, salta de rama en rama, se sube a una sin haberse apeado de la otra.

Pero hay un modo de sujetarla: seguirle la huella.

  • Pedirle que conecte cosas en torno a lo que interesa.
  • Tomar notas.
  • Consultar los aspectos que no se dominan.
  • Establecer categorías, prioridades, es decir, darle una estructura.

Tercera clave: Tener claro para quién se escribe

No escribes igual para tu madre que para tu profesor, pero en ambos casos, la recomendación es hacerlo con sencillez. Antes de enredarte en frases largas y complejas, asegúrate de que cada oración está bien formada; que dices lo que quieres decir y mediante un lenguaje claro.

En una segunda lectura, tendrás tiempo de añadir los conectores que precise el texto. Los conectores son imprescindibles en un texto profesional y no tanto (algunos sí, muchos no) en narrativa. En este artículo te cuento por qué a esta le sobran muchos de ellos.

Cuarta clave: Escribir cada día

Una clave para la redacción de un texto que deberías tatuarte en los dedos es esta: escribe cada día. No se dominan las técnicas de un día para otro. Prueba a decir lo mismo de manera que emplees menos palabras y más certeras. Busca decir más con menos. Se llama concisión.

No queda otra que revisar, corregir, reescribir, reflexionar sobre los propios errores; deslomarse en cada nueva ocasión. A fin de cuentas, se trata de incorporar herramientas que no valgan solo para una vez.

En realidad, estás haciéndote con herramientas para la vida.

Quinta clave: Recrearse en la redacción del texto

Disfruta con lo que escribes, hazlo sin prisa. En cada texto intervienen dos instancias mentales: una creativa y otra analítica. De entrada, escribe lo que te surja, sin freno; y si estás en blanco, investiga acerca de lo que te ronda la cabeza, lee, toma notas (ya lo hemos dicho antes).

Tómate veinte minutos o media hora para sintetizar de qué tratará tu redacción. Con las notas delante, elabora un pequeño mapa con su flujo: qué es primero, qué irá en segundo lugar, en tercero; y hasta dónde quieres llegar.

Si escribes narrativa, trata de hacer literatura. La Academia dice que literatura «es el arte de la expresión verbal». No nos aclara mucho, pero nos lleva a lo que la literatura tiene de genuino: la literariedad. A mi juicio, literariedad es lo que, dicho de cierto modo, proporciona placer estético.

Sexta clave: Para la redacción de un texto, ensayar distintas extensiones

Empieza por algo breve antes de adentrarte en algo más largo y, por lo mismo, más laborioso. La dinámica es la misma, tanto si se trata de algo corto como si es más extenso. Ahora bien, a mayor extensión, mayor riesgo de perderse por el camino.

Eso sí, en narrativa hay diferencias: un microrrelato nada tiene que ver con un cuento y un cuento tiene una estructura distinta a la de una novela (que se compone de distintos niveles).

Aun así: aunque la síntesis se lleva la palma tanto en el microrrelato (donde más) como en el cuento (que también), ese «decir menos con más» es un principio que debería presidir cada novela. 

Séptima clave: Leer, investigar, integrar

Es imposible redactar bien si antes no te has parado a reunir material; si no te has parado a leer y a comprender lo que lees. Comprender implica extraer ideas principales e ideas secundarias y establecer relaciones entre unas y otras. Eso, si escribes artículos, ensayos o divulgación que encierran un propósito: informar.

Si escribes narrativa, necesitas tener clara la motivación que te lleva a componer cierta obra de ficción. De nuevo, pregúntate para quién escribes y qué mensaje quieres comunicar (¿cuál es el tema de eso que escribes?, ¿de qué va? Te conviene responder a esas preguntas).

Octava clave: Adoptar un plan para la redacción de un texto

Nada que valga la pena es producto de la mera improvisación. ¿Qué quieres contar? ¿Cómo quieres hacerlo? ¿Qué se te resiste?

Pregúntate con qué finalidad escribes y móntate un esquema, una pequeña guía que te sirva para conducirte. Revisa conexiones, títulos, subtítulos, intertítulos; si acaso, enlaces, citas. Asegúrate de que todo tiene relación y establece jerarquías.

Nueve claves para redactar un texto

Redactas un texto partiendo de un tema central que se ramifica en apartados y subapartados. O tramas y subtramas, si hablamos de narrativa.

Si lo tuyo es la narrativa, tu plan debería girar en torno a ciertos elementos como estos:

  • Historia: un suceso, una noticia, una idea.
  • Personaje o personajes a quienes les pasa algo.
  • Desencadenante: algo modifica una especie de estado natural de cosas y da lugar a algún conflicto.
  • Momentos clave: las cosas toman un rumbo inesperado (el que a ti te interesa).
  • Desenlace: cómo concluye.
  • Escenarios: dónde pasa lo que pasa.
  • Voz: quién cuenta, desde dónde.

Novena clave: Cuidar la ortografía, la gramática, la sintaxis

No da igual decir las cosas de un modo que de otro. Y menos aún, escribirlas. Baja del alboroto de la mente y de su falta de secuencia lógica. Ordena.

Hoy es más fácil que nunca perseguir las faltas de ortografía: el propio editor de Word te las señala. La ortografía, la gramática y la sintaxis son un puente entre tus ideas y su materialización: imagina hasta qué punto importan.

De nuevo, una distinción necesaria: si redactas un texto profesional o académico, ajústate a la norma.

Si, en cambio, te mueves en el terreno de la narrativa, aprende la norma y decide cuándo soltarla y por qué.

Propina

El filósofo del corazón, de Clare Carlisle, es una biografía sobre Kierkegaard. Carlisle defiende que, pese a que el filósofo se enfrentaba y manifestaba rabia en ciertos textos, no fue un tipo impulsivo.

Incluso en esos casos —en los que escribía disgustado— fue extremadamente cuidadoso. Él escribía muchos borradores y luego se pasaba semanas y hasta meses decidiendo si publicarlo o no.

En cambio, a muchos de nosotros nos acometen unas urgencias desmedidas en cuanto ponemos punto final. Justo cuando empieza la fase que debiera ser más amorosa.

¿Te pasa a ti también o eres de los que planifican, revisan, reformulan?
¡Cuéntamelo! Me encantará saberlo.

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2 Comments

  • Sonia dice:

    Yo soy de barrer mucho, la verdad. Esto a veces es malo, porque como reformulo una frase sobre otra, pues casi siempre queda alguna pelusa que se escapa de la escoba.
    Genial el artículo, como siempre. Todos son para tenerlos guardados y releerlos cuando escribimos.
    Un abrazo, bonita.

    • Marian Ruiz dice:

      A las que somos de barrer nos pasa eso que dices. Y tenemos que barrer doble; y no veas…
      Gracias, Sonia, por tus palabras, por tu cariño.

      Un abrazo volandero.

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