Hablamos de deseografía: lo que puedo hacer por ti tiene su origen en compartir una experiencia de inmersión. Te invito a que concretes ciertas vivencias tuyas para que pasen del estado de gelatina —difuso, informe— a otro consistente. Y a impulsarte desde ahí.

«Huy… Hace tiempo que sueño con una deseografía sin saber siquiera si tal cosa existía».
Me dirijo a ti que te interesas en la deseografía y te preguntas de qué va lo que puedo hacer por ti. Parto de la base de que te gusta escribir y leer de todo. Y, si me apuras, diré que en ese de todo caben novelas, autobiografías, ensayos, libros con reflexiones; quizá, algunos de esos que llaman de crecimiento personal; puede que alguno de esos otros que te enseñan a ser bobo positivo.
Te escribo a ti que te preguntas cómo reunir esos mundos tuyos —el de afuera y el de adentro— que son, en apariencia, dispares.
Ese estado consistente del que hablo tiene forma de novela.
Deseografía: lo que puedo hacer por ti
Me decías que te costaba pasar de la imaginación o del recuerdo; que una cosa era la memoria, y otra distinta, dar con las palabras que le hicieran justicia a tal o cual evento vivido.
Lo que puede hacer por ti una deseografía y lo que puedo hacer yo misma por ti es invitarte a una experiencia de inmersión no solo literaria. Clic para tuitearImagina que me hablas de un profesor que era trigo sucio: ¿cómo contar aquello que aún hoy te envenena o que no zanjaste del todo?
A la deseografía no le importa si los datos son fidedignos. Le importa cómo te los representas, cómo te representas ciertas escenas en la cabeza. Lo que puedo hacer por ti es preguntarte para que configures una imagen que refleje lo que sientes hoy.
Ve leyendo cada pregunta, cierra los ojos, proyecta la situación en tu pantalla mental. No hay prisa. En cuanto veas, responde:
- ¿Hay un pitillo humeando en el borde de la mesa? ¿Fuma de continuo?
- ¿Tiene los dientes amarillos? ¿Te sonríe? ¿Te mira de forma especial?
- Y sus ojos: ¿son saltones, como los de un sapo, o pequeños, como los de un ratón?
- ¿Le huele el sudor? ¿Lleva la misma camisa toda la semana?
- ¿Cómo es su pelo? ¿Empieza a brillarle la coronilla?
- ¿Qué actitud adopta cuando entra una monja o una maestra en el aula?
- ¿Está casado? ¿Tiene hijos?
- ¿Edad?
- ¿Ves si hace eso mismo con otras compañeras?
- ¿Qué dicen tus compañeras de él? ¿Has comentado con alguna lo que te hace?
Lo que puedo hacer por ti es ayudarte a concretar el tema
De tu vida se ha ido desprendiendo un aroma, un olor.

Ese aroma, esa especie de eco que tiene tu vida es el meollo de tu deseografía.
Pones el foco y ves una serie de patrones que se repiten. Hay determinadas imágenes, sensaciones o pensamientos que vuelven de forma insistente: el disco del cerebro siempre recorre las mismas pistas. Pongo por caso:
- Eres diligente, pero solo accedes a trabajos mediocres.
- Acabas haciendo lo que tu familia quiere de ti.
- Te resignas con gran facilidad.
- Cada hombre que llega a tu vida se aprovecha de ti.
- Las mujeres te imponen su autoridad.
- No logras hacer buenos amigos.
- Hoy todo el mundo sale del armario… menos tú.
- Tus hijos siguen siendo tu prioridad, aunque ya no vivan contigo y tengan su propio camino.
- Todos son antes que tú; te desvives por todos… menos por ti.
- Tu idea del amor nunca se cumple.
- La religión te decepcionó y te decepcionaron el resto de caminos espirituales.
- Temes decepcionar a tu vez.
- Eres imprescindible.
- La jubilación tampoco es el paraíso prometido.
- Tu arte no termina de conmover; y eso que llevas toda la vida intentándolo.
Hay una voz que insiste, aunque hayas salido a flote, que vuelve a ti como un bumerán. Una serie de imágenes congeladas cada vez que echas la mirada atrás. Todo eso sigue estando en el trasfondo de quien (crees que) eres.
Es el tema de tu vida.
Lo que puedo hacer por ti es ayudarte a concretar el argumento
Si el tema se concreta en una frase de carácter universal, el argumento es la forma en que se particulariza; cómo de lo universal o general pasamos a lo concreto.

Una deseografía sirve para pasar del revoltillo de la derecha a la componenda de la izquierda.
Tomemos este tema:
- Tus hijos siguen siendo tu prioridad, aunque ya no vivan contigo y tengan su propio camino.
El argumento podría ser:
La vida de Marcela se reduce a cuidar de la casa, ir al gimnasio y llamar cada día a sus hijos. Estudió Ciencias Sociales con la ilusión de trabajar en un bufete de abogados o en alguna oenegé, pero la rechazaron en los primeros intentos y nunca más volvió a intentarlo.
La muerte del hijo mayor la sume en un vacío que solo logra llenar garabateando páginas de desesperación y machacándose en el gimnasio. Rastrea su propia vida, descubre el porqué de su negativa a trabajar fuera de casa y la razón de su lamentable historia de pareja. La llegada de Rosaura lo pone todo patas arriba imprimiendo a su vida un antes y un después que impulsa su reinvención. Marcela acaba de cumplir ochenta y cinco años cuando se dispone a contar su historia y a bendecir el momento en que resbalaron los velos de su amargura.
Marcela eres tú. Tú eres, hoy, quien bendice ese momento.
Superar una pérdida, avanzar a pesar del miedo, reinventarse… es difícil; un desafío solo apto para valientes. Si fuera fácil, no tendría el mismo valor ni la misma trascendencia.
Deseografía: lo que puedo hacer por ti tiene estos afluentes
Todos tenemos dramas, tragedias más o menos reseñables, puñetas que nos amargaron por etapas.
Pero la deseografía es una historia de resiliencia.
La resiliencia es esa capacidad del ser humano de salir adelante habiendo transformado lo vivido en una especie de dron que lo impulsa. También hablo de ella aquí.
En una novela —y la deseografía lo es— intervienen personajes, hay tramas, subtramas, impulsores, catalizadores, núcleos, lugares concretos; y un futuro que se inventa. Hay también una serie de voces narrativas entre las que discriminar cuál conviene más a lo que se cuenta.
Se trata de que de ahí surja una melodía; de que las palabras sean tu parapente, tu planeador, tus alas. Tu dron.
El futuro viene de camino, pero no será distinto si tu presente no es distinto. Lo que puedo hacer por ti es ayudarte en cada peldaño de tu narración: allá donde te detengas, donde no sepas cómo seguir, donde se te presente un bloqueo. Habrá escenas que quizá no sepas cómo abordar.
Autobiografiarte versus darle a tu vida forma de novela
Y también puedo hacer por ti esto: ayudarte a que conviertas tu vida en una apasionante novela.

Deseografía: para pasarlo bien mientras salimos de los respectivos armarios.
Alguna vez has pensado que «todo está mal», que «competir en este mundo tan abarrotado es inútil». Quejas. ¡Qué aburrimiento las quejas! Una puntual, de acuerdo, pero la queja que se enquista es como un gato que se te enreda en las piernas: acaba por hacerte perder el equilibrio; una alambrada que, además de hacerte caer, te araña.
No te toca arreglarlo todo. Te toca hacer algo distinto. Tienes años suficientes como para hacer una verdad de esa frase tan manida: «Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo».
Solo tú que tienes una perspectiva mayor —una mirada de más largo alcance— puedes dar vuelta a tu historia familiar. No es una autobiografía en la que vas dando cuenta puntual de lo que hubo. Modificarás a conveniencia lo que no te gustó, exagerarás lo que te interese e inventarás las tramas que te convengan, así como tu futuro.
Lo que puedo hacer por ti y con tu temor de fracasar
La falta de imaginación se supera imaginando; cerrando los ojos y viendo qué hay ahí. La falta de hábito de escribir se resuelve protegiendo tiempo cada día. Y el temor de fracasar no se supera dejando de hacer, sino haciendo a pesar de todo.
Revisa tus horarios y tus hábitos. Destina un mínimo de una hora para dedicarlo a escribir y lleva un cuaderno de notas contigo.
A escribir se aprende escribiendo, corrigiendo, dándole vueltas al modo más eficaz de decir. Ten a mano ese bloc donde apuntar ideas o pensamientos. Escribe lo que se te venga, con independencia de su valor.
La deseografía no es una competición: es un juego. Sigue con tu trabajo mientras abres ese espacio diario a la escritura. ¿Sabes cómo consigues ser excelente (que no perfecta)? Perseverando, paso a paso. Así te construyes y así construyes tu estilo.
¿Sabes que los fantasmas pierden sus envoltorios a la luz del día? Ya no eres la niña o el niño a quienes les pasaron cosas; eres su adulta, su adulto, esto es, quienes pueden hacerse cargo. Las criaturas esperan ilusionadas que vayas a su rescate; de lo contrario, seguirán acarreando lamentos hasta el último día de su vida. Sin ver la hora de poner el cartel de fin de una etapa.
Te ayudo a montar tu historia: eso es lo que puedo hacer por ti.
Propina 1
La vida es cambio. Cada cosa estática tiende de manera natural a modificarse, a transformarse. A la entropía, al desorden.
Cada lamento tuyo tiende a evolucionar, como el resto de cosas que conocemos. Nada queda encajonado en su condición; con una buena actitud, se embellece; dejado en manos del azar, se enmaraña y se vuelve más inconsistente. Cuando somos adolescentes, por ejemplo, nos des-organizamos, para luego re-organizarnos (con suerte).
Se trata de generar una relación de comprensión intensa con la propia vida. Es comprensión de uno mismo y de lo que generó tal o cual circunstancia, tales o cuales eventos.
Y si eso te lleva a reconocerte en un proyecto más amplio, colectivo, y te transformas en alquimista…, ¡fantástico!
Propina 2
El mundo no puede estar bien si tú no estás bien. Tú eres el mundo. Y ya lo hemos dicho: no te toca arreglarlo todo, pero sí el metro cuadrado que te corresponde.
¿Qué esperas, seguir lamentándote y echando leña a la hoguera, insertando papelitos en el muro de las lamentaciones? Por sí solos, arrojados a los brazos de la esperanza, poco futuro tienen.
¡Abandona el subjuntivo y súbete al presente de indicativo!
Propina 3
Aprender a volar no es fácil, y aprender a caer tampoco, pero vivir en el suelo… aburre.
¿Es ese tu proyecto de vida? Yo creo que no, que estás decidida a utilizar el lenguaje para tu beneficio y a escribir tu deseografía. Me digo que estás decidida, persona que me lees, a empujar tus límites y a verte a ti misma desde otro lugar.
¡Cuéntamelo, por favor! Me encantará saberlo…
![]() |
Nos propones un plan maravilloso que distrae primeramente de tanto cotidiano y por qué no, de los problemas diarios, y que motiva ponerse frente al ordenador y crear, imaginar, soñar; dejar el testimonio. ¿Qué mejor plan?
Se trata de tener un proyecto que entusiasme, que aleje de lo cotidiano y de esa realidad hostil que presentan los medios; de crear, imaginar, soñar y dejar un testimonio inspirador. ¿No somos creadores? ¡Pues que se note! Eso mismo digo yo, Lia: ¿puede haber mejor plan? ?
Un abrazo deseográfico.