El proceso de corregir una novela es complejo. Una novela puede observarse —y, de hecho, conviene hacerlo— desde varios niveles muy distintos. Y tanta observación nada tiene que ver con el hecho de ser perfeccionista, de embarrancarse en alguno de ellos y no acabar de parir.
Aunque asumámoslo: dentro de cada escritor vive agazapado un perfeccionista. Conviene tomar cierta distancia con ese benevolente parásito porque, si no, la novela se muere por el camino (y sé de lo que hablo).
Aquí se trata de bueno mejor que perfecto. Pero el bueno tiene su aquel. Sus aqueles.
Antes de empezar con el proceso de corregir una novela
Ya lo he dicho en algún otro lugar y lo repito aquí: se insiste tanto en el hecho específico de escribir, que es como si fuera el único aspecto de valor. Y no lo es. El proceso de alumbrar una novela es arduo y mancomunado. No es mérito exclusivo de quien la escribe.
A la hora de enfrentarse a la corrección de una novela, hay que considerar varios niveles de intervención. Una corrección ortográfica y otra de estilo son insuficientes. Clic para tuitearPero tras el esfuerzo ímprobo de escribirla, las ansias por desembarazarte de ella y verla publicada pueden hacer que se te salten los puntos.
¿Por dónde empezar?
Toma distancia
Quince días, un mes. Desfamiliarízate. Vuelve a ella como si no hubieras sido tú quien la escribió. En cuanto te pongas, verás que hay por dónde atacar mejoras, modificaciones. Es como vivir un nuevo embarazo, pero con técnicas respiratorias que mantendrán en forma la musculatura involucrada. Y no solo, sino que estarás en disposición de abordar una segunda novela en mejores condiciones.
De manera que terminas de escribirla y es cuando empieza todo: aunque el proceso haya sido arduo, vuelves a leerla de corrido de principio a fin.
Ten una estructura previa
Hay quien no la necesita o eso dice. Yo creo, más bien, que aun sin volcarla en un papel o en un tablero de Scrivener, la tiene. Necesitas un tema y un saber quién va y adónde va y para qué, lo tengas o no ceñido al cien por cien; pese a que sufra variaciones a lo largo de la escritura. ¿De qué otro modo conseguirás no perderte por los cerros? ¿Cómo sabrás si vas por Úbeda o te has transportado a la Patagonia y sin idea de para qué?

Cuando suene la hora de corregir tu novela, recuerda muy bien adónde ibas.
Disponer de una estructura te ayuda a contar sin desbarrar ni perderte; al menos, mientras descubres cuál es tu propio método o cómo te mueves mejor; en tanto se te revela si eres de nebulosa en la cabeza o si, por el contrario, eres más cartesiano y necesitas conocer punto por punto qué pasa en cada capítulo. O si lo tuyo es mezclar nebulosa con racionalismo.
Léela de corrido
El proceso de corregir una novela exige leerla varias veces. Quizá acostumbras a releer cada capítulo en cuanto lo terminas de escribir; está bien, pero no es suficiente. En esa primera relectura atrapas los errores más obvios, sobre todo los de carácter ortotipográfico. Si lo haces en alto, detectas incluso si el ritmo es el adecuado o si suena mejor de otro modo. Y añades aquí y allá y, sobre todo, quitas.
Lo que no deberías hacer es detenerte en esa única revisión. La novela es un embarazo que va a ir exigiéndote mes a mes una nutrición específica; o unos determinados ejercicios respiratorios acordes con el tamaño de la barriga. Los personajes van adquiriendo matices y revelando aristas y definición a medida que avanza la trama. Incluso la propia trama sufre modificaciones que, aun no siendo de calado, van a pedir ajustes.
Así que cuando has terminado de escribir, no has terminado de escribir. Te toca volver. Es como afinar en un estiramiento de cadenas musculares para no hacer compensaciones que desembocan en contracturas.
Pide ayuda
Pídela si llevas mucho tiempo con ella como si no. Si llevas tiempo, habrá muchos detalles que estés dando por supuestos; y, si llevas poco, es fácil que haya aspectos que se te escapen. Nada hay que supla la mirada del otro. Un lector ajeno te dirá qué no ha entendido o qué hay desajustado. O incomprensible.
Por cierto, ajeno es alguien que no pertenece a tu círculo cercano (siempre más complaciente o menos crítico).
Y si es alguien profesional, te dirá más. No tiene el mismo valor el juicio de un lector avezado que el de quien solo ha leído prensa o prospectos. Pero con que sea ajeno, de entrada, vale.
Ojo, todo esto, si quieres avanzar como escritor. No va de halagar tu vanidad: para eso, valen mamá, papá, marido, amiga íntima, monjita de la Caridad… Y sí: también forma parte del proceso de corregir una novela.
El proceso de corregir una novela propiamente dicho
Me llegan pedidos de corrección de novela que se expresan aproximadamente en estos términos:
Quería solicitarte presupuesto para la corrección ortotipográfica y de estilo de mi manuscrito. Se trata de una novela young adult distópica y dudo si será autopublicada, si la enviaré a editoriales o si acabará guardada en un cajón. En todo caso, agradecería saber cuánto me costaría la corrección.
Pero la corrección ortotipográfica y de estilo es solo uno de los abordajes. Antes de ocuparse de chapa y pintura, conviene saber si el motor anda.
Abrimos el capó y sacamos la linterna…
Qué pasa y a quiénes les pasa: trama y personajes
El nivel más profundo de corrección de una novela consiste en determinar qué pasa y a quién o a quiénes. Tal y como ocurre en la vida real, a cada personaje le pasan cosas (grandes putadas, a veces, ¿verdad?) que a otro pueden no pasarle; o ante las que ese otro respondería de forma muy distinta. Es «te pasa a ti precisamente y respondes con tu manera de ser».
Los personajes en la novela tienen que comportarse de forma coherente y congruente con quienes son. Pero se dan casos en que los personajes son planos porque no están concebidos de manera exhaustiva desde un principio. Son personajes a los que no logras —no logro— ver. Si son personajes jóvenes, tienen que pasarles cosas reales que los enfrentan a dilemas morales. Ahora, no se te ocurra colar consejos de confesionario o citas magistrales para hacer pensar. Eres escritor. Eres escritora. Penitencias, juicios y consejos pertenecen a otros ámbitos profesionales.

Clara terminó su novela hace un par de semanas y ahora lee de corrido el manuscrito mientras cuida de no volcar encima el café.
Y esto vale para todos los géneros. No hay géneros menores.
Cuando leas tu manuscrito de corrido, pregúntate si los personajes hablan como deberían hablar. Pregúntate si, por el contrario, los diálogos son forzados o antinaturales. Mira a ver si están en cada situación como deben estar.
El desarrollo de la acción y sus tiempos verbales
Este es otro nivel peliagudo en el proceso de corregir una novela. Si la acción transcurre en tiempo pasado, a veces se cuelan tiempos presentes o potenciales que no proceden. O se descuida el pretérito imperfecto con un resultado antinatural. O se filtran condicionales. O se omiten verbos sin justificación.
Los tiempos verbales tienen una lógica que hay que respetar o no se entenderá la historia:
*Carmen bajó a la playa y veía cómo las olas llegaron con su ofrenda de espuma blanca hasta la arena.
No. Léelo en alto y verás que no sigue esa lógica de la que hablo. Y ahora lee esto otro:
Carmen bajó a la playa y vio cómo las olas llegaban con su ofrenda de espuma blanca hasta la arena.
También forma parte de esta corrección, determinar si hay errores de continuidad; si se siguen los presupuestos planteados. En el cine se llaman fallos de racord. Si un personaje se llama Avelina, no puede llamarse Adelina en otro momento, sin un motivo que lo justifique. O si come un cruasán, que no se diga con relación a ese momento, «cuando comía tortitas» (algo parecido pasa en Pretty Woman).
O puede haber baile con fechas, edades, etc., y que en un determinado año alguien esté vivo y muerto al mismo tiempo.
Que no haya errores que alteren la continuidad, la lógica de la historia: en eso consiste esta corrección.
La corrección de estilo en el proceso de corregir una novela
Una vez supervisados esos dos niveles anteriores, es momento de entrar a valorar el estilo. ¿Y qué es el estilo?
El estilo es la forma en que se redacta, la manera en que se construyen las frases: si hay exceso de subordinadas, si la lectura se tropieza con comas volcadas como si el texto comiera de ellas… También es estilo la manera en que se secuencian los párrafos; y lo es que la forma de contar no diluya el interés por lo que se cuenta. El estilo cuida que el lector no se pierda. O no se aburra.

¡Por todos los dioses, que no haya que prenderle fuego, con lo que costó escribirla! Corrige, corrige y corrige hasta quedar exhausto.
El corrector de estilo le preguntará al autor si quiso decir esto o quiso decir, más bien, esto otro; incluso si lo entiende pero sospecha que el lector puede perderse.
Clara entró por la puerta cuando Álvaro salía a echar un vistazo a las ovejas. Se puso a hablar sin ton ni son.
¿Quién habló sin ton ni son: Clara o Álvaro?
Y como yo misma hablé aquí de la corrección de estilo más en detalle, ahí te remito.
El proceso de corregir una novela culmina con la corrección ortotipográfica
Llegamos al momento de chapa y pintura. Aunque pueda parecer —y de hecho lo es— un nivel más superficial —meterse a enmendar una trama es mucho más complejo— y creas que puede corregirte cualquiera: ni te confíes a cualquiera ni desdeñes este nivel.
No irías a recoger un premio en zapatillas. O en bañador. ¿Quién te tomaría en serio?
Esta que escribe —o sea, yo— es particularmente maniática con estos dos últimos aspectos. No corrijo tramas (ahora, en un informe de lectura señalo lo que se desvía o no contribuye). Digamos que un autor debería estar muy seguro de que su coche anda antes de solicitar una corrección ortotipográfica y de estilo.
Y como también me ocupé en detalle de lo que comprende la corrección ortotipográfica, te remito igualmente a este artículo.
Propina 1
Desde lo más simple a lo más complejo, el corrector de estilo se ocupa de que la historia sea legible; de que se entienda. No se entenderá una frase cuya estructura esté alterada sin una razón de ser. Ni se entenderá si las acciones no siguen un orden comprensible. O si se mezclan ideas que podrían reunirse y que estén desplazadas o disgregadas sin criterio.
Propina 2
Y luego está lo siguiente; y lo siguiente es la edición relativa a la presentación: si la obra va a quedarse en un cajón, ya está. No tienes que hacer más.
Si vas a autopublicarla, tendrás que ocuparte de buscar maquetador y portadista.
Si piensas enviarla a editoriales, ocúpate de que el documento guarde los márgenes convencionales, el doble interlineado, tamaño de letra, tipografía (sencilla, por favor; sin arabescos ni itálicas que no vengan a cuento), paginación, índice, créditos… Y asegúrate de que la editorial sea la adecuada y reciba manuscritos.
Y dicho esto, ¡cuéntame en qué punto estás! ¿Puedo echarte una mano?
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Marian! Estoy muy agradecida por haberme cruzado con tu blog. Estoy emprendiendo mi viaje a la escritura y tus notas me dan la guia que hace años buscaba.
Saludos!
¡Pues qué bien, Evangelina! Qué bonito es saber que nació para ti; si no me lo dices, me dejas sin el bombón. 😉
Te deseo «buena mar» en tu aventura literaria y, para lo que necesites, aquí me tienes.
¡Saludos cariñosos!
Empiezo el día aprendiendo. Café y tus consejos. Seis de la mañana. ¿Alguien da más? Gracias.
Para suscriptora agradecida, tú. A ‘empeñatriz’ no te gana nadie.
Un abrazo en consonancia.