¿Has pensado alguna vez cómo sería escribir tu autobiografía? Quizá lo has hecho y has decidido que no tendría interés. O te has quedado dándole vueltas: ¿por dónde empezar? ¿Valdrá la pena?
Hablamos de autobiografía. Deseografía es otra cosa y tiene su propia musculatura. Si quieres curiosear, puede visitar este enlace, y este otro, y este también. Y por supuesto, este de aquí. Hay algunos más, pero estos te servirán para que te hagas una idea.
Por qué valdrá la pena que escribas tu autobiografía
Sócrates decía o se le atribuye a él: «Una vida no reflexionada no merece ser vivida». Si no puedes hacer una mirada crítica sobre tus actos, ¿cómo hacer reparaciones?, ¿cómo llegar a ser la mejor versión de ti?
Escribir tu autobiografía: descorrer los cerrojos de la memoria y levantar la alfombra de los recuerdos; verlo todo desde quien eres hoy. Clic para tuitearEso de ser la mejor versión de ti incluye revisar aspectos como estos que guardas en tu memoria:
♦ Aquella carta que escribiste presa de un estallido de rabia: a un jefe, a una amiga, a quien no supo guardarte un secreto o montó un bulo sobre ti.
♦ Una frustración que acarreas porque tu madre esto o tu padre lo otro. O porque tal figura de autoridad no hizo lo que se esperaba de ella… y te pilló en medio.
♦ Traumas gordos (o flacos, pero traumas al fin y al cabo): una infancia difícil que aún hoy te impide llevar la vida que querrías. Una historia de abandono, tal vez; de soledad profunda. Puede que ahora busques pasar de puntillas por la vida; que tengas un humor del demonio, una autoestima devaluada; que te compares y te infravalores. O que rehúyas los conflictos. O que no salgas de ellos.
♦ La complicidad y el trato especial aquella persona que te hizo feliz. O ciertos eventos que también.
♦ Algún descubrimiento, una revelación a partir de la cual caminaste con mayor soltura.
Una ventaja clara a la hora de escribir esa autobiografía tuya
He aquí la ventaja más obvia: todos los factores están ahí. En cualquier otra historia (en la Deseografía, sin ir más lejos) tendrías que dar forma a personajes, contexto, tramas, etc. Aquí no tienes que inventar nada: solo recordar.

Para escribir una autobiografía, empiezas por recordar. Tienes mi permiso para ponerte nostálgica.
Y más ventajas: harás las paces con tu vida, desatarás nudos, te entenderás mejor. No es poca cosa. Significa tomar perspectiva, mirar desde un lugar que ofrece mejores vistas porque está más alto. Puedes recrearte, utilizar metáforas, repeticiones, si así lo consideras. ¡Es tu vida!
Se trata de que seas tú quien hable de ti, no quienes fueron testigos de esto o de lo otro en lo que tú tuviste algo que ver.
Tienes los personajes: conoces su aspecto, su perfil. Si has conectado con tus emociones, sabes imprimírselas a todos ellos. Lo que importa es cómo ves tú, qué eco dejaron en ti.
Si le das vuelta a cómo escribir tu autobiografía, descarta la secuencia cronológica. Tu cabeza no recuerda los hechos tal cual sucedieron. No funciona así.
Cómo empezar a escribir tu autobiografía: el punto de partida
El combustible de la realidad autobiográfica es la memoria de lo vivido. No necesitas literalidad en absoluto. Hay un punto de partida: tu memoria; solo tienes que preguntarte qué sobresale ahí.
Podrías empezar destacando ciertos puntos clave: o porque hubo sufrimiento o por todo lo contrario. Olores, sabores, sensaciones. ¿Qué es eso que te acompaña como la banda sonora de tu vida?
Te propongo unas cuantas preguntas que quizá te sirvan para empezar a escribir:
♦ ¿Qué vistes?
♦ ¿Dónde estás? ¿Con quién?
♦ ¿Cómo es el espacio?
♦ ¿A qué huele?
♦ ¿Predomina un color?
♦ ¿Qué época del año es?
♦ ¿Con qué sueñas?
♦ ¿A qué le temes?
♦ ¿Algo te turba, quizá un pecho en el que te fijas por primera vez?
♦ ¿Suena una canción?
♦ ¿Estás enfermo o hay alguien que lo está?
♦ ¿Descubres un brillo nuevo en unos ojos que te miran de un modo distinto? ¿Te gusta o te inquieta?
♦ ¿Te encuentras a punto de tomar una decisión que será la que dirija tu vida en una dirección específica?
♦ ¿Vas a dejar los estudios o a estudiar en contra del mandato familiar?
♦ ¿Quieres dejar a tu novio, a tu novia?
♦ ¿O es a tu jefe a quien quieres dejar?
♦ ¿Vas a un lugar de trabajo nuevo?
Un complejo físico o un miedo son puntos de partida. O un objeto significativo para ti que pueda actuar como hilo conductor a partir de tu relación con él.
Un diagrama de datos: una valiosa ayuda para montar la autobiografía
Tu vida es como un diagrama: hay momentos álgidos, más de uno, cosas que pasan una, dos, siete veces; y todos quedan enlazados por un círculo de referencia en cuyo centro estás tú.
No importa el orden; no es un cronograma. La vida no es lineal, sino circular. Importa lo que sobresale en ese tablero tuyo: los puntos clave, los que te han llevado a ser quien eres. Podrías empezar por este preciso momento de tu vida. Se me ocurre, por ejemplo:
Es festivo y casi invierno. Llego de la calle. No soporto la calle en días así: ríos de gente pánfila que parece haberse criado por las aceras. Subo los peldaños de casa. Dos, tres, cuatro, cinco. Un rellano. Subo el resto de tramos hasta la puerta. La puerta, cerrada; yo, de este lado. También había una puerta cerrada delante de mí el día en que cumplí quince años. Eran las seis de la mañana y no tenía llave. Mi padre se afeitaba antes de ir a trabajar. Yo llevaba los zapatos en la mano cuando nos cruzamos por el pasillo.
La memoria es caprichosa y no recordará punto por punto lo que fue. Te ofrecerá retazos, extractos de aquí y de allá: esos son los mimbres de tu historia.
Incluso cuando escribes algo que nada tiene de autobiográfico, en tu escrito se filtran detalles de tu mundo. Te nutres de tus experiencias y los personajes que creas tienen trazos de las personas que has conocido.
El tiempo y el espacio de los actores
Aunque se trate de una autobiografía, tienes que insertar a tus personajes en un tiempo y en un espacio. Toma una época de referencia. A ella irás y volverás mientras vayas haciendo balance de lo vivido. Irás sacando conclusiones que se derivan de ese destilado de la memoria.
Pregúntate: ¿adónde quieres ir a parar? ¿Qué quieres destacar o transmitir a quien te lea?

Aquella vez en aquel columpio, aún tenías el mundo a tus pies, aunque era pronto para apreciar la perspectiva.
Porque autobiográfico y todo, debe sustentarse en un tema inicial, un argumento, unos puntos de giro, un desenlace (abierto o cerrado).
E insisto en que no tienes por qué hacerlo de forma lineal. Puedes empezar in medias res, a partir de un momento que se te presente como clave.
♦ Esa maestra que te marcó; un maestro que abusó de ti.
♦ Un amigo, una amiga especial: tu primer amor, tu primera decepción.
♦ Una circunstancia familiar: un nacimiento, una visita, un día de campo en que pasara algo significativo, un concurso, una muerte, un rechazo.
Ve de lo particular a lo general
Recopila anécdotas, cosas que quizá tomaste como intrascendentes y que se anidan con circunstancias significativas:
♦ ¿Perdiste un tren?
♦ ¿Te ofrecieron una cantidad de dinero importante para que hicieras algo?
♦ ¿Ese algo ponía en jaque tu ética?
♦ ¿Cómo lo contarías para que quien te lee pueda percibir lo mismo y empatice contigo?
♦ ¿Quieres escribir en primera, en segunda, en tercera persona?
Los detalles cuentan. Recréalos si no consigues reproducirlos punto por punto. Para eso sirve la imaginación. La magia del relato literario está ahí.
Pormenores del diagrama de tu autobiografía: esos detalles… y un ejemplo
La familia puede ser o no central, pero si no lo es será por alguna razón. Las primeras experiencias de vida, al menos si ha habido familia, habrán tenido lugar en ella. Y si no hubo familia, hubo personas que te socializaron. Pues ahí. Y siguieron amigos, amores.

En el foco, tú; alrededor, todos los colores de tu vida.
Te doy un par de pistas para que veas cómo recrear la historia alrededor de determinados aspectos:
Familia y primeras veces de una falta de aceptación
Te gustaba jugar al parchís y antes del parchís tuviste un camión de bomberos, un madelman o una muñeca de goma. ¡Ah!, y soñabas con ser boy scout en algún lugar remoto del oeste de Estados Unidos; pero no aceptaban niñas… Te lo ha recordado la película de hoy.
Tu madre se alegró. Quería una niña normal. Pero tú no venías normal: te mordías las uñas, te ponías los calzoncillos de tu hermano, hacías preguntas absurdas. Que te creciera el pecho fue un tormento. A Sara le pasaba igual: fue tu primera amiga, pero te daba asco que le sudaran las manos.
Luego vino Iñigo, tu primer novio. También te repugnaba que le sudaran las manos. Aquello no podía terminar bien.
Sueños y temores
Yo quería viajar, conocer gente, otras culturas, ampliar horizontes. Me deslumbró tu discurso. Antes de conocer nuestros respectivos nombres, nos morreamos en mitad de la fiesta. Era verano y éramos tan jóvenes. Descarté al resto de posibles novios de mi lista: tú eras el compañero que necesitaba. Ninguno pretendía casarse; escaparse, tal vez sí, y nos juramos viajar a la Argentina antes de cumplir veinticinco años.
Me casé con veinte y no fue contigo. Hoy tengo cincuenta y aún no he ido a Argentina. Digamos que he viajado más bien poco.
No podía imaginar todo lo que vendría detrás.
Y así, con el resto de aspectos: intereses, aficiones, ideología, creencias. El diagrama te sirve para llevar la atención a todo aquello y… volverlo a pasar por el corazón (re-cordar no es otra cosa). Solo depende de dónde quieras poner el eje.
Propina 1
Una sugerencia: lee biografías y autobiografías. Y descuida: no temas que te influencien. A todos nos han pasado cosas, e incluso, cosas que se parecen una barbaridad. Como dice el escritor argentino Pedro Mairal, «todos somos un poco monstruos». Lo que varía es desde dónde lo vive cada uno, qué huella perdura.
Échale un ojo a la cara oculta de tu luna.
¿Por dónde empezaron otros? ¿Cómo escribieron otros sus respectivas autobiografías? Lee, lee. ¿En qué clave escribieron: dramática, irónica, neutra, crítica, intensa…? Descubre con cuál te identificas más.
Si algo no es plagiable es la mirada. Nadie ve como ves tú, a nadie le golpean de igual modo las cosas. Ni siquiera las mismas cosas son las mismas cosas. Y no las ves hoy como las viste entonces. Hoy traen nuevos significados porque tus ojos son nuevos.
Ojalá tengas muchas putadas que contar y muchas no putadas. Ojalá tengas una vida de la que sacar conclusiones. ¡Te animo a que escribas tu autobiografía!
Propina 2
Búscate un tema, un de qué va. Puede ser:
♦ Una historia de encuentros.
♦ Un relato de superación.
♦ Amores y obsesiones.
♦ Tránsito de la locura a la cordura o tránsitos poco convencionales.
♦ El hilo invisible que todo lo conecta.
♦ Una vida atrapada entre la rivalidad y la competencia.
Vamos a dejarlo aquí. Puede que lo tuyo nada tenga que ver, pero seguro que tienes elementos desde donde ir desenredando la madeja.

¿Sabes que escribir tu autobiografía te abre puertas que antes estaban cerradas?
Ojalá te animes y la próxima vez que te encuentres delante de una puerta familiar, tengas la llave contigo.
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Una genialidad como siempre…Me llamo Cecilia Castelli y desde que conocí a Marian Ruiz, nada ha vuelto a ser igual; ahora cada punto y coma es un asesino serial que me despierta por las noches junto a una bella mujer con una preciosa cabellera con su gato en la falda susurrándome al oído: niña, has cometido el mismo error noventa veces, ¿de seguro eres escritora? 🙂 GRACIAS Marian, otro artículo impecable.
Querida Ceci: como vuelvas a decirme que te suicidas con un párrafo mío te retiro el saludo, que lo sepas ;D. Ha sido un placer conocerte y trabajar contigo, y déjame decirte que incurres en errores… como cualquiera. Y no cometes muchos de los que a un español es imposible sacarlo (léase leísmo, por ejemplo): ahí tú eres un hacha. Así que aquí ¡hay para todos! ¡Y a divertida no te gana nadie! Ea.
Mil gracias por tus palabras, querida. ¡Un abrazo panda!
Cito a Celia: genialidad el artículo. Con todos estos datos solo nos queda ponernos manos a la obra.
A escritora dispuesta, nadie te gana, Lia querida.
Un lujo tenerte como lectora, como clienta y como amiga.
Abrazo cariñoso.