Cierto: la repetición es una figura literaria, pero no siempre. Y no es solo un mecanismo para dar cohesión al texto, que también, pero tampoco lo es siempre.
Con la repetición enlazas ideas… cuando las ideas necesitan enlazarse. Una idea que no se enlaza no comunica apenas; la enlazas con otra y ya dice algo más y, si juntas varias, puedes hacer una propuesta, decir algo consistente, avanzar. Las ideas no se entrelazan solas.
Hablaste de derechos durante todo el camino de regreso. Del derecho a vivir, del derecho a morir, del derecho a tener y del derecho a coger. Los animales tienen derecho a vivir sin intervenciones humanas, proclamaste, cargado de razones y de reservas. Hay que permitirles que se desangren hasta morir, permitirles que tiren la toalla, ¿no? Hablabas sin parar y en dirección al bosque: tienen derecho a morir de un modo natural, ¿no te parece?
Perdón, Hilda Hegazi

Cuando la repetición se hace con criterio imprime ritmo y sonoridad (puede que no la oigas aquí, pero créeme que suena).
Es obvio que ahí la palabra derechos es clave. La escena evidencia un rasgo de cierto personaje: una postura radical a favor de no intervenir en los procesos de la vida animal. Más adelante se revela hasta qué punto convenía destacar ese modo extremo de ser, pero hay que leerse la novela.
Aun así, prueba a eliminar la palabrita de marras a ver qué pasa con el párrafo.
La repetición inútil no es una figura literaria
… y lo que puede hacer con tu texto y contigo es tremendo. Un párrafo como el que sigue debería acarrear algún tipo de sanción o de trabajos para la comunidad:
María se casó con su chico de toda la vida. Ella tenía una gran ilusión con casarse con el mismo, ya que se habían conocido en la universidad y se habían apreciado desde siempre. De pronto él se le declaró y ella no acababa de creérselo porque siempre había sido un chico muy tímido y solitario, pero tenía eso que llaman encanto y que fue lo que a ella le enamoró de él.
Diagnóstico:
- Hay tres había/n y dos tenía
- Se repite seis veces el sonido ía.
- Hay un María y tres ella.
- Dos chico, dos él y un el mismo. 1
- Dos siempre.
- Cinco que.
- También se repite casó/casarse.
El de pronto lo dejamos para otra ocasión. Tú supón que te multan por cada repetición inútil.
De una repetición baldía a la repetición como figura gramatical o retórica hay la misma distancia que entre una manzana de plástico y una comestible. Clic para tuitearPero estás leyendo que la repetición… ¿mola? Mola cuando hay una intención de refuerzo o se pretende enfatizar una característica o destacar algo. Es un recurso que proporciona ritmo y sonoridad.
La repetición es una figura literaria… a veces
Hay que pasar el algodón y eliminar dobletes para ver si estamos ante un caso de repeticiones como efecto literario; o no, que es lo más probable:
María se casó con su chico de toda la vida. Ella tenía una gran ilusión con casarse con el mismo, ya que se habían conocido en la universidad y se habían apreciado desde siempre. De pronto él se le declaró y ella no acababa de creérselo porque siempre había sido un chico muy tímido y solitario, pero tenía eso que llaman encanto y que fue lo que a ella le enamoró de él.

Aquí, en cambio, la repetición es capaz de producir gastritis al más pintado; y no, en este caso, no es una figura literaria.
Démosle una vuelta, que se repite más que el ajo. Nada de insistir en que tenía una gran ilusión por casarse. Ni el mismo cuando acabas de decir con su chico de toda la vida.
Conviene arreglarlo para que sea correcto desde el punto de vista gramatical y sintáctico:
María se casó con su chico de toda la vida. Tenía una gran ilusión, ya que se habían conocido en la universidad y apreciado desde siempre. De pronto él se le declaró y ella no acababa de creérselo; tímido y solitario, tenía eso que llaman encanto: fue lo que la enamoró.
Ha mejorado, no hay repeticiones, pero tampoco dice gran cosa.
Cuando una repetición NO es inútil
Sabes que los correctores perseguimos la repetición inútil. Es algo que el lector no perdona, así que toma nota:
- Primero: un texto reiterativo satura. Si puedes decirlo en corto, dilo; si puedes darlo en dos líneas y media y diciendo más, hazlo.
- Segundo: se carga el vuelo literario más elemental.
- Tercero: cabreas al lector (por menos, te vas derechito al infierno).
En el ejemplo siguiente y sin salirnos de ese mismo texto, vamos a repetir un grupo de palabras. La intención es hacer hincapié en el hecho de que está enamorada hasta las trancas…, sin decir que está enamorada hasta las trancas.
María se casa con su chico de toda la vida. Son novios desde la universidad, pero la petición de matrimonio la coge por sorpresa; con lo tímido que es… Y cómo decirle que no, si su encanto es capaz de deshacer el hielo. Y cómo decirle que no, si le gusta todo de él.
Y aquí, otra posibilidad de añadir algo más o de recrear la escena, caso de no querer utilizar la repetición:
María se casó con él, el único. Se conocieron en la universidad y, antes de terminar el primer mes, ya eran novios. Un día de otoño, el muchacho le pidió que fuera su mujer. Ella le sostuvo la mirada y dijo no sé; de haber sido una señorita del diecinueve, habría caído desvanecida. Dos días después dijo sí. A él se le había borrado la timidez de golpe.
Repetir o no repetir: la repetición funcional o anáfora
Utilizar o no la repetición dependerá de cómo vayas desarrollando el texto. No se trata de hacer de la repetición el eje del estilo porque perderá efectividad. Ojo: no hablo de poesía, que ese es otro tema.

Estos dos debaten sobre cómo hacer para no repetirlo. Están a punto de echar mano de la anáfora gramatical.
Una repetición no es inútil sino todo lo contrario cuando obedece a una intención puntual. ¿Es imprescindible? No. Pero si está, debe tener un sentido que no sea necesario explicar. En un texto pueden darse dos tipos de repetición: gramatical o retórica; aunque tenga un nombre común: anáfora.
Anáfora gramatical
Con un ejemplo puedes ver rápidamente de qué se trata:
Álvaro no soporta más a las ovejas, pero no sabe cómo esquivarlas. Tendrías que hablar con él acercándote aquí o aquí si quisieras tranquilizarlo, pero debería ser ya. Estoy convencida de que te lo agradecería muchísimo.
Los pronombres las, él, lo, te; los adverbios de lugar aquí; y el adverbio de tiempo ya son deícticos. Un deíctico es una palabra que alude a otra (antecedente) que solo se conoce por el contexto. Y, en efecto, sirve para aligerar, aliviar, descongestionar el texto. Evita que acarree más peso del que puede soportar sin provocarse un esguince. O una lordosis.
Anáfora retórica
Y con tres ejemplos verás el efecto de la repetición anafórica como figura retórica; esto es, cuando se busca un determinado impacto. Insisto en que debe utilizarse con mesura. Los ejemplos te sonarán —aunque no sean fieles— a los textos de los que proceden:
Se va la vida y se va la muerte, tan callando.
Ese día ya no está, ya no lo invitan, ya no quiere saber nadie de él.
Era entrar en la herida abierta, era palpar sus bordes, era notar que se teñía de rojo la mano que penetraba.
Propina: cuando la repetición es una figura literaria fundamental
Te dejo uno de los poemas más celebrados de Idea Vilariño en el que la repetición es una figura literaria fundamental. Es la reina de estos versos. Su recuerdo me inspiró el ejemplo de ahí arriba con el ya no. La anáfora retórica ha sido un recurso ampliamente solicitado en este caso:
Ni siquiera una palabra o un conjunto de ellas ha de repetirse punto por punto para denominarla repetición anafórica.
Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme.
Nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber por qué
ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú ya
no serás para mí
más que tú.
Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.
1 El mismo y sus variantes: el Diccionario Panhispánico lo tilda de «innecesario y desaconsejable» cuando tiene este valor anafórico (para referirse a un elemento ya mencionado) y recomienda sustituirlo por pronombres personales.
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Soy fan de la anáfora retórica. Por suerte soy consciente y procuro no pasarme. Pero que me puede, me puede. Digo si me puede.
El párrafo de ejemplo sobre la anáfora gramatical lo he leído varias veces, y aún voy a leerlo más. No conocía los pronombres deícticos, es decir, no conocía ese término. Cuando los he visto resaltados en ese párrafo, que tiene una fuerza estupenda, me he dado cuenta de por qué tiene esa fuerza.
Muchas gracias por esta entrada. ¡Un abrazo!
¡Hola, Óscar!
Ja, ja, ja. Te puede, te puede.
La verdad es que como figura retórica mola, pero en pequeñas ‘diócesis’ ;), como todo: lo poco agrada y lo mucho empacha. En cambio, la gramatical es muy necesaria. Qué sería de los textos sin ella.
Ah, y me alegra haberte presentado a los deícticos, cómo no.
Otro abrazo para ti.
Marian, ¿cómo hace una para meterte en el bolsillo y sacarte en el momento que está escribiendo y a punto de cometer un asesinato literario? ¿ No existe una mini-Marian tamaño píldora? Porque las farmacias se forrarían de clientes como nosotras. Just saying ?
Sabes que me río mucho contigo, Ceci, y que ahora no sabré ponerme seria. ¿Una pildorita sabelotodo? Je, je. A lo mejor es cosa de darle un par de vueltas. Se habrán hecho cosas más difíciles…
Abrazote sin fronteras.
Hola, Marian.
Quería comentarte que la transcripción del poema de Idea Vilariño tiene errores. Uno es la división en versos, otro es la puntuación (el original solo tiene puntos, no comas); también al principio falta alguna palabra, que cambia la cadencia. El libro _Idea: la vida escrita_ (Montevideo: Cal y Canto y Academia Nacional de Letras, 2007) incluye el facsímil del poema manuscrito por Idea. Dice: «Ya no será / ya no / no viviremos juntos / no criaré a tu hijo / no coseré tu ropa / no te tendré de noche / no te besaré al irme. / Nunca sabrás quién fui / por qué me amaron otros. / No llegaré a saber por qué / ni cómo nunca / ni si era de verdad / lo que dijiste que era / ni quién fuiste / ni qué fui para ti / ni cómo hubiera sido / vivir juntos / querernos / esperarnos / estar. / Ya no soy más que yo / para siempre y tú ya / no serás para mí / más que tú. Ya no estás / en un día futuro / no sabré dónde vives / con quién / ni si te acuerdas. / No me abrazarás nunca / como esa noche / nunca. / No volveré a tocarte. / No te veré morir».
Aprovecho para agradecerte este y todos tus artículos. Son un tesoro.
Hola, María:
Qué feliz hallazgo.
No tengo el original, sino lo que pulula por este océano inmenso que es Internet; a menudo, atestado de plásticos y, en ocasiones, con perlas como esta.
Qué razón tienes al decir que cambia la cadencia. La deriva dramática se vuelve más intensa, mucho más acusada.
Mil gracias por pasarte con este regalo y por tu aprecio.
Un abrazo literario.