La vida te lleva y, en esa deriva, podrías desembocar en un proyecto llamado Deseografía. A mí me ha pasado…
Uno se enrola en la vida con un arsenal de órdago: una imaginación que no pareciera tener límites. Y, sin embargo, hay un momento en que uno olvida que de imaginar iba el juego.
Hay un punto en que dos proyectos conectan: uno se llama Escuela Nómada Digital; otro, que nace de ese impulso: 'Deseografía'. Clic para tuitearYo me he mudado de lugar: de vivir en el temor, a agradecer profundamente todo lo que me ha pasado. Me hicieron una entrevista a raíz de un curso que me ayudó a concretar. El curso me hizo poner foco en algo que había difuso en mi cabeza. Hizo que definiera mi hacia dónde.

Así estaba yo antes de conocer la END y sin saber que la deseografía estaba a punto de abrirse paso.
En otra etapa de mi vida, hubiera buscado mil subterfugios y razones para el no. En octubre del pasado año dije sí y este 5 de junio de 2020 —día de la entrevista en cuestión—, solo se me secaba la boca. Y eso que Antonio G, un minuto antes del directo me había sugerido: «Ponte un vaso de agua».
A pesar del agua…
Empiezo por el principio.
Qué es la Escuela Nómada Digital
La Escuela Nómada Digital es un centro educativo. Imparte cursos por Internet, enfocados a gente que busca trabajar sin estar atada a una oficina. La oficina es tu portátil; y cualquier lugar del mundo que ofrezca una conexión wifi, el lugar físico desde el que trabajas.
¿Qué necesitas? Muchas ganas. Ganas de no depender de nadie. Y ganas de hacer algo productivo tomando en cuenta cuatro factores:
- Algún talento personal.
- Cierta necesidad que adviertes en el mundo y que podrías cubrir tú (y por lo que te pagarían).
- Pasión enfocada.
- Gusto por el rollo digital.
La Escuela te invita a confiar en un proyecto personal propio. Brinda la posibilidad de no depender —no forzosamente— del paso por una universidad, posgrado, másteres, etc., que suponen un desembolso alucinante y no garantizan un puesto de trabajo.
Podrías pensar que es para todo el mundo. Yo, que he tenido oportunidad de conocerla por dentro, digo: sí y no.
Si eres:
- Una persona con iniciativa.
- Tienes un talento del que no encuentras cómo sacar partido.
- Buscas dar servicio a otras personas.
- Te molan las profesiones emergentes con sede en Internet.
Una cata gratuita para probar la Escuela Nómada Digital
Si, además, te encanta viajar, no hay duda: la Escuela Nómada Digital, la END, es lo tuyo. ¡Y empieza un training gratuito este próximo lunes día 15 de junio de 2020!
Un eslogan de la END es: «En la acción y no en la reflexión encontrarás resultados». Hacer lo mismo de siempre te mantiene atado a los resultados de siempre. Te lo dice alguien —yo— que tiende a reflexionar; alguien y que, a menudo, ha terminado derrapando sin que la reflexión le haya reportado los beneficios deseados. De modo que reflexión, sí, pero si le sigue acción.
Saber cosas que no te sacan de donde no quieres estar y no aplicar lo que sabes es acumular basura en la cabeza.
Dicho esto, no hace falta que te explique que si las respuestas a esas cuatro condiciones son negativas, es fácil que la END no sea para ti. Ahora, si son afirmativas, apúntate por lo menos al taller gratuito y decídete a hacer algo distinto.
Embarrancada antes de imaginar un proyecto llamado Deseografía
A mí me han pasado cosas. Si con sesenta años no te han pasado cosas, estoy por darte el pésame. Si tienes menos, descuida: ojalá tengas suerte y te pasen. A partir de «esas cosas que te pasarán» hay bastantes posibilidades de que te vuelvas mucho más interesante; sobre todo, si haces algo al respecto y no te quedas a lamerte las heridas… de por vida.
A partir de las cosas que me han pasado, he venido haciendo intentos desesperados por atar cabos. Atar cabos es bracear para dejar alta mar y descansar en alguna playa. El esfuerzo es monumental.

La tierra de la deseografía: un vislumbre.
Una vez oí a alguien hablar de la gratitud, incluso por el dolor soportado. ¿Gratitud por el dolor? Milongas… Cuando el dolor —la frustración o la desesperación— te tiene en sus manos, no te queda hueco para agradecer.
Ese alguien hablaba de tres momentos en la vida: los de tomar, los de elaborar a cuenta de lo que has recibido y ese tiempo en el que entregas la propia cosecha para nutrir a otros.
Difícilmente puede entregarse una cosecha que no se ha llevado a cabo: o porque las semillas no se sembraron a tiempo o porque no prosperaron. ¿Cosechar algo del dolor?
Salir del armario y armar un proyecto llamado Deseografía
Siempre me importó la hilatura; la trama que ensamblaba esa especie de dolores reiterativos con los que la vida nos tiende emboscadas. Esa trama hablaba de una manera de estar en el mundo que era la mía. Pero, además: mi dolor siempre fue un dolor en contexto. Nunca estuve sola; no viví en lo alto de una montaña ni fui cartuja o anacoreta.
El contexto es ese que me decía —y te dice a ti— sácate una carrera, gana mucho dinero, ten cosas, triunfa. Sé una buena chica.
Desde aquí, mi reconocimiento a cada valiente (a cada valienta) que sale del armario. Si es tu caso, me quito el sombrero. No es fácil no solo reconocerse vulnerable, sino admitirlo de pleno y que eso no menoscabe la propia dignidad. Tampoco es fácil exponerse. Yo creo que se hace después de haber braceado mucho —vuelvo a alta mar— tratando de no hundirse. O cuando uno se ha cansado de cansarse, que también la hartura es un aldabonazo.
Se hace en ese momento en que las fuerzas flaquean y gana la desesperación. O la rabia.
Sirva el ejemplo del edificio en llamas del que hablo en el vídeo: si la casa arde, nadie tiene que empujarte. Te tiras tú.
Hay una deseografía esperándote
¿A quién no le castiga la vida? O dicho de modo menos hostil: ¿a quién no le pasan cosas?, ¿a quién no se le mueve el piso alguna vez o le desaparece bajo los pies? A veces es una enfermedad; otras, una separación, una muerte…
Algo que —tristemente— está pasando ahora más que nunca: un despido en mitad de la vida.
La pregunta, señoría, es: ¿qué piensas hacer?
A veces, te quedas ahí, cumpliendo años y llenándote de certezas; a más años, más certezas. Más convicción de que «la vida es así» y de que «nada se puede hacer». Qué importante sería algunas veces no saber. Solo idear, imaginar, entonar un «y si…».
Porque lo importante no es lo que te pasa, sino qué haces con lo que te pasa. Es capital volver a conectarse con quien uno es y con los sueños. No perder la capacidad de imaginar.

No importa lo que te pasa; importa lo que haces con lo que te pasa. Importa lo que haces con tu deseografía.
A mí, después de varias volteretas, se me ocurrió hacer esto:
- ayudar a que muchos textos ajenos alcanzaran su mejor versión;
- imaginar que podía hacer algo más.
Me gusta escribir; me encanta que otros digan lo que quieren decir y que lo digan bellamente. La Escuela Nómada Digital me ayudó a dar a luz a mi proyecto. Un proyecto que ayude a hacer algo creativo con los mimbres de la propia vida.
Un descubrimiento personal impulsa el proyecto Deseografía
La imaginación es un motor que, si no se usa, se apaga. Acaba dando lugar a propósitos que se frustran antes de ver la luz; como cualquier músculo cuyo tono se pierde por falta de entrenamiento. Suele pasar mientras uno mira para otro lado.
A mí me importa cuidar el cuerpo y me importa cuidar lo otro. Porque está la parte física y está esa otra que algunos llaman alma: la sede de los impulsos más genuinos, el reino de lo emocional, de los sentimientos, de la capacidad de captar la belleza, de asombrarse. Todo eso está en el cuerpo también, pero es más que el cuerpo.
Es como que una flor no es solo las partes que la conforman: un tallo, un pistilo, un estambre, una corola, un cáliz, unos pétalos. Una flor inspira, encanta, hermosea. Tú, igual. Tú eres más que tu hígado, tus piernas, brazos, células, cerebro. Eres más que tus fluidos.
Cualquier ser humano puede inspirar con su manera de estar en el mundo; con su ternura, su dolor; con sus intentos de zafarse de esto último. Con sus sueños. Y lo sería más si lo contase y, más aún, si contase cómo le dio la vuelta a su espada de Damocles.
Así que mi descubrimiento fue, en realidad, doble:
- por un lado —y me pongo metafórica—: veo que cada dolor es una flor que quiere abrirse;
- por otro lado, veo la red: todo está interconectado; incluso el dolor y los sueños.
Un proyecto llamado Deseografía y su sentido
Casi me cuesta la vida ser una buena chica. Por fortuna, solo me costó la salud… por un tiempo. Me sacó a flote el deseo radical de superar el mandato familiar y de descubrir, a la vez, el modo de amar a los míos.
Lo logré. La Deseografía es el proyecto destinado a atar los cabos y a ayudar a otras personas a que aten los suyos.
La Deseografía va de escribir. Es la escritura de una novela, pero no de cualquier novela ni de una autobiografía ortodoxa. Es la escritura de la novela de la vida deseada; es la vida contada desde los muchísimos años y desde el asombro de ver que fuiste una heroína, un héroe. Es contarse desde ese lugar en que lo ordinario se convierte en extraordinario.
Tiene que ver con mirar de otra manera. Con mirarse de otra manera.
Así que escribo mi propia deseografía mientras ayudo a otras personas a escribir las suyas (por ahora, en modalidad beta). Me convierto en personaje, convierto a los míos en personajes. A partir de un tema y de un argumento, hago tramas con las historias de mi vida, sus catálisis, sus núcleos. Busco la voz narrativa que mejor cuente, la forma de administrar lo que se cuenta y cómo se cuenta.
Curso en marcha en modalidad beta
Tengo un grupo de valientes escribiendo ya su propia deseografía. Y este es un testimonio que recibí días atrás:
Enciendo la radio. Tengo que sacar estas inquietantes ideas de mi cabeza. Lo primero que escucho es la voz de Marian, que está siendo entrevistada y dice: un alto porcentaje de gente se muere sin haber hecho lo que desea en la vida. Apago la radio y me digo: ¡hoy sí puedo! Con unas ganas locas de vivir me lanzo al mundo gritando: ¿¡qué quiero hacer a partir de ahora!?
Delta Eusebio
¿No es ma-ra-vi-llo-so?
Confío en dar el pistoletazo de salida en dos-tres meses al curso oficial. Ojalá, a ti que me lees, te sirva este artículo como aperitivo.
Atando cabos
Que caminamos hacia la muerte es una constatación que uno hace solo si tiene suerte. Quiero decir: uno sabe intelectualmente que morirá, pero cuando es joven no lo ve con esa rotundidad inequívoca.

Una flor ¿es o no es más que sus componentes? Como tú, que eres más que tus componentes. Lo sepas o no, eres tu deseografía.
Y cuando se van sumando años, hay un riesgo en el que es fácil incurrir: el de ir siendo un poco más desgraciados y, aun así, tener grandes certezas acerca de cómo es la vida. Y de morirse antes de tiempo.
Pocas veces se presenta antes de esa mitad teórica de la existencia la certeza del final. Y también esa otra de que más a tiempo que ahora para dar un viraje de timón, nunca.
Así lo creo: no importa lo que nos pasa. Importa lo que hacemos con lo que nos pasa. Ni soy quien más ha sufrido ni esto va de compararse con nadie. Cada vida es valiosa y cada vida tiene su propia tela que cortar. La Deseografía llega con el patronaje y las tijeras.
Desde aquí, doy las gracias a Antonio G, a Óscar Ruiz —mi tutor—, a mis compañeros y a todos los miembros de la Escuela Nómada Digital.
Te dejo con el vídeo de la entrevista. Ya lo he dicho al principio: se me secaba la boca.
Propina 1
Y si prefieres escuchar el pódcast y hacerte con un resumen de los «momentos estelares», clica aquí.
Propina 2
La Deseografía es como un bucle. Invita a transformar los padecimientos en material útil para la vida. Y aún más:
Escribes tu deseografía. Te proyectas. Eso mismo hace que el proyecto regrese a ti como un bumerán y se produzca la magia… casi sin darte cuenta.
Propina 3
Te dejo con estos versos de Manolo García y su canción «Pájaros de barro». A esos pájaros de barro que echo a volar yo misma cada día.
Por si el tiempo me arrastra a playas desiertas
Hoy rechazo la bajeza del abandono y la pena
Ni una página en blanco más
Siento el asombro de un transeúnte solitarioEn los mapas me pierdo
Por sus hojas navego
Ahora sopla el viento
Cuando el mar quedó lejos, hace tiempo…
En los vértices del tiempo anidan los sentimientos
Hoy, son pájaros de barro que quieren volar.
¿Quieres saber más sobre Deseografía? Escríbeme.
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Hola,
Vi el vídeo y me encantó oírte y me encantó lo que contabas. Muy emotivo y muy directo. Enhorabuena por esa entrevista.
Tu proyecto no puede hacerme más feliz: narrarse la vida. Yo estaré atento, y en lo que pueda colaborar, cuenta conmigo.
Y en cuanto al training… oye, pues la verdad es que me pica la curiosidad por echarle un vistazo, sobre todo siendo algo que tú has hecho (te uso como aval o garantía de calidad)
Un fuerte abrazo y muchas gracias, de nuevo, por ese vídeo y esa entrevista.
Ohhh… Muchas gracias a ti por tu aprecio y por tus palabras, Óscar. Narrarse la vida, sí, e imaginar el tramo que falta, proyectarse. Creo que hay que vivir inspirados por algo, al menos, si uno quiere tener una buena vida y envejecer sin volverse viejales. Viejo, sí; viejales, no. Pero tú sabes que eso no es gratuito y que la literatura que vale la pena no se escribe con «buenos sentimientos». Hay que inclinarse ante el principio de verosimilitud y narrar la vida como la novela que es.
Échale un ojo al training; total, no cuesta nada, y si te pica la curiosidad…
Gracias de corazón.
Te lanzo un abrazo deseográfico.
Estimada Marian:
Una guerrera de la vida y de las letras, que te enamora con su formar de ser y de sentir, en plena madurez, reorientando sus velas constantemente, llega su “deseografia”, no podía ser antes, debía ser ahora, era tu deseo y aquí lo tienes.
Automatiza procesos y tendrás el producto acabado, como a ti te gusta (con un lacito perfecto), muestra el camino que pudo ser y no fue, muéstrales lo que quisieron ser y no fueron, aprieta el acelerador (que algunas veces tanto te costo) aprieta ese acelerador “hasta el infinito y mas allá”……., tal como decía Buzz Lightyear en Toys story, uno de más preciosos regalos que Steve Jobs nos dejo antes de partir, a ti te queda mucho por mostrar al mundo y este “deseografia” solo es el comienzo.
Te queremos………….
Querido Javier:
Que la vida no es fácil para nadie no es algo que yo descubra. Lo que he descubierto conmigo misma es algo que ya digo en el artículo: no importa lo que nos pasa sino lo que hacemos con lo que nos pasa. Y cada cosa llega a su tiempo, sin duda. Es lo que dice el proverbio zen: «Cuando el alumno está preparado, el maestro aparece»; y aparece de mil formas. Solo hay que estar atento. Y si a algo deberíamos llamar «fracaso» es al mero hecho de quedarse a vivir en el sufrimiento.
Gracias, gracias, gracias. ¡Y que corra el amor! ;D
Jo, Marian, que bonito todo lo que cuentas. Espero que este proyecto salga adelante porque es precioso. Escribir me ayudo en mis tiempos de locura, aunque necesité mucho más. La escritura es muy poderosa. Un beso súper fuerte.
P.D. Me habló Pilar de esta Escuela y voy a echarle un ojo. De momento me he apuntado al trainning.
¡Hola, MJ!
Tienes razón: la escritura es muy poderosa y, más, cuando emparenta con la locura; cuando quien escribe vuelca ahí su verdad más íntima… Y darle rango de arte es no es solo escribirlo, sino trascenderlo. Hacer arte con lo que uno guarda en las entrañas es pasar a otro nivel.
Estoy segura de que estás recorriendo un camino precioso enfrentando tus monstruos. Te felicito.
¡Gracias por tus palabras! Y ya me contarás qué tal el training…
Un abrazo bien gordo.
Veo que la Deseografía no es un sueño inalcanzable, sino un hecho posible al replantearse las prioridades. Me gustaría aprender más.
Y aprenderás más. No hay como sentir que a una le «pita» algo.
Lo mejor de todo es como acaba y que ese final no es gratuito.
Gracias, Lia, por pasarte, por tu aprecio.
Un abrazo deseográfico.