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Esto dice el titular: Deseografía® es la novela de tu vida deseada. No podías saberlo antes, si no hubo nada de esto hasta ahora y esta que te escribe apenas ha salido del armario. Si tampoco yo sabía hasta hace nada que tiraría de mí.

¿Por qué tu vida no habría de ser como la deseas? Escribir una deseografía te brinda esa oportunidad. Clic para tuitear

El único anticipo lo tienes aquí y es de hace escasos cinco meses. Hoy te traigo información ampliada y jugosa de su génesis.

El despertar de la deseografía

Llevaba muy poco tiempo en Madrid cuando conocí a Maruja Torres, la periodista. De hecho, el libro del que te hablaré está editado en 1997 y el 7 de febrero arribaba yo al rompeolas1. Esa primera edición estaba recién salida del horno.

Me compré un ejemplar de Un calor tan cercano, el primero comprado en la city. Admiraba a Maruja por sus maneras vehementes y su fuerza.

La estoy viendo en una entrevista en la que la reportera de turno le preguntaba que en qué universidad había estudiado. «En ninguna». La reportera, tozuda ella, no daba crédito e insistió. No recuerdo las palabras exactas, pero sí la reacción. Debió ser algo así como: ¿no le he dicho ya que en ninguna, so lerda?Novela de la vida deseada: deseografía

No creo, Maruja Torres, que leas esto, pero si lo hicieras, te pido disculpas por el atrevimiento. El «so lerda» es mío. Ojalá recordara cómo fueron tus palabras. Recuerdo, en todo caso, la escena: frente a quien no tenía más casillas en su cabeza para ubicar lo tuyo, respondiste con toda aquella dignidad.

Yo arrastraba un complejo; bueno, dos: dos carreras sin terminar. Y mi primera vocación de niña y de no tan niña había sido ser periodista.

La sinopsis de Un calor tan cercano

La sinopsis del libro decía —dice— algo que me conmovió. Y de todas, una palabra se me coló como se cuelan un perfume o el amor:

Un calor tan cercano no es una novela autobiográfica, sino deseobiográfica, y sus personajes, que no existieron —algunos sí, pero solo me ofrecieron un vago punto de partida, mezclándose y robándose las características que les recuerdo—, hoy me parecen más reales que aquellos a quienes realmente conocí.

Deseobiográfica. Flechazo.

De deseobiográfica a deseográfica, dos modestísimas sílabas de diferencia. Pero aún tenían que pasar veintitrés años para que la deseografía como la novela de tu vida deseada cobrara forma.

Maruja Torres rescata el término en su blog:

[…] con Amor América aprendí a escribir, a quedarme sola, a sufrir y a gozar, a buscar las palabras y aprehenderlas. Luego vino Un calor tan cercano, que inaugura mis novelas deseobiográficas. Siempre escribo para arreglar lo que no fue como me habría gustado que fuera, o para predecir lo que me gustaría que sucediera. Un calor tan cercano me sirvió para revisitar el Barrio Chino cuando ya había recuperado su original nombre de Raval y para comprender quién fui cuando era niña, quién fui mientras crecía.

Me costó 2000 pesetas el libro dichoso. Y mira que soy de cargarme las etiquetas del precio antes casi de abrirlo y soy poco o nada nostálgica; en cambio, mantengo esta pegada en la cubierta trasera.

La deseografía como novela de tu vida deseada: la semilla

Deseografía novela vida deseada

Dos mil pesetas: la primera apuesta por una deseografía.

La casualidad hizo que me cruzara con la Torres en una cafetería; esa misma casualidad quiso que llevara su libro conmigo en ese preciso momento; y otra más u otro tercer factor: cómo fue que me atreví a entrarle. La Torres era mi ídola, y yo, alguien que trataba de abrirse camino en Madrid. Y con un pasado doloroso.

Llamo casualidades a incógnitas que solo pueden responder los dioses.

«Escribir para arreglar lo que no fue como me había gustado que fuera» sonaba tan tentador… Y yo tenía tanto que arreglar por aquel entonces.

«O para predecir lo que me gustaría que sucediera». De nuevo acudo a su blog para que ella misma cuente:

Otra novela deseobiográfica, que titulé Hombres de lluvia, me dio la oportunidad de organizar un futuro que a la larga habría de cumplirse, pero escribiéndolo como si fuera un pasado. En Beirut he conocido a gente a la que había conocido antes, cuando los inventé para que aparecieran en esta novela.

Los libros me abrieron muchos caminos, pero Maruja Torres se convirtió en mi referente por una palabra. En mi memoria sobrevivió acortada: deseografía. Solo recientemente, atando cabos, retrocediendo a los orígenes de la palabrita de marras, lo he descubierto: la original tenía un par de sílabas más. Tiene.

No ha hecho falta que me pelee por derechos de autor.

La deseografía empuja; y yo no me entero

Han pasado veintitrés años de nada desde esa mañana en una cafetería de la Colombia madrileña. No podía saberlo, pero la deseografía se fue abriendo paso en mí «como un remordimiento», sin que mi voluntad participara.

En todo caso, se ve que la coincidencia (de nuevo) de ajustar las cuentas con la propia historia también latía en mí; toda esa necesidad de justificar determinados comportamientos adultos que se fraguó en la infancia.

A ver: si has visto el vídeo, ya sabes que me han pasado cosas. Y me han pasado muchas otras que no están ahí. Hubo dos gordas: perdí mi casa y tuve cáncer; la primera me trajo a la capital y la segunda me llevó a tomar decisiones respecto de mi vida laboral.

Pero tengo una trayectoria recovecosa. Lo mío nunca fue ir derechita como la bala del francotirador. El asunto del cáncer no me lanzó a escribir como loca. Mi deseografía aún habría de mantenerse en el limbo de los libros imaginados. Alguna vez, quizá. Porque yo empezaba ya a ser otra casi sin saberlo.

La deseografía, la novela de tu vida deseada, va tomando cuerpo

Echaré mano de Ortega y Gasset para traer aquello de que «yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo».

La crisis de 2008 no auguraba un futuro boyante en mi profesión, así que después de haber remado mucho, quemé las naves. A partir de 2013 empecé a darle calor «a la cosa de la escritura». Sabía corregir y había escrito mucho. Es ahora o nunca, me dije (y no me repetiré porque está en el vídeo). Deseografía: la novela de tu vida deseada

Corregir textos es un trabajo tan hermoso como exigente, así que no deja mucho tiempo para veleidades. Llevaba tiempo con una novela entre manos que sigue pidiendo remate; que ha pasado por el proceso de reescritura, que queda nada, pero… Siempre hay un pero.

La idea de hacer algo que me permitiera escribir sin sentir que robo tiempo a mi trabajo se abría paso. Solo faltaba que una mano diera vuelta a la llave que abría esa puerta.

La deseografía brota

La llave era la Escuela Nómada Digital (END). Llegó de la mano de alguien a quien no podía decir no. Se trata de una escuela atípica. Ni siquiera cuando me apunté con el objetivo de llevar a cabo un proyecto sabía que ese proyecto tendía el nombre de deseografía.

Te diré qué tiene de especial la END: no le importa tanto que seas hábil con esto o lo otro. Ni que tengas títulos. Le importa tu pasión, lo que te moviliza; y te aprieta para que indagues ahí: solo desde ahí le pones las ganas y el tesón para que tu proyecto tenga alma.

Yo he descubierto varias cosas: me gusta ayudar desde lo que sé y me gusta cuando puedo tejer, persona a persona, una relación en voz baja; me gusta comunicarme, escuchar, debatir sanamente; me gusta seguir siendo profesional (y cobrar por mi trabajo). Y me encandila la idea de tomarnos a nosotros mismos como coartada; darle un sentido distinto al pasado y «organizar ese futuro que, a la larga habría de cumplirse».

En la deseografía se cumple. Ya se ha cumplido. Es su magia. Te invita a echarle imaginación y a proyectarte.

Porque si no es hoy, ¿cuándo?

Propina 1

David Grossman, en su libro Escribir en la oscuridad, dice:

Casi todos tenemos nuestra propia “situación”, nuestra propia maldición. Cada uno de nosotros siente —o puede intuir— cómo su particular situación puede transformarse rápidamente en una trampa que le arrebatará su libertad, su sentimiento de hogar en su país, su lenguaje personal, su libre albedrío.

Habla de escribir y de las conexiones que uno establece, aun sin saberlo, cuando escribe:

Tengo un aliado distante que ni siquiera me conoce, pero juntos tejemos una telaraña abstracta que, sin embargo, posee un poder increíble, el poder de cambiar y de recrear el mundo.

Y también dice: «Escribimos. Somos muy afortunados: el mundo no se cierra sobre nosotros. El mundo no se estrecha».

Es como estar conectado a una especie de pulmón adicional (esto lo digo yo).

Propina 2

La Deseografía® nace con una intención: la de revisar la propia vida o una etapa concreta para reavivar el apetito de vivir. Es un apasionante modo de des-cubrirse, un vehículo privilegiado de encuentro con uno mismo: de cómo eres, qué pensabas, qué piensas, cómo crees que pensarás. Qué sentías, que sientes, que sospechas que sentirás. Para ser cada vez más protagonista y no dejar que la propia vida transcurra a la deriva.

Llegas al final del texto y te encuentras con una persona desconocida: tú. A lo largo de tu vida te has tropezado con cambios de perspectiva y de opinión, malentendidos, equívocos. Lo mejor de todo es aún estás a tiempo de cambiar lo que no te guste.

Si sabes quién eres; si te estimula la idea de dejar un legado hermoso; o si lo que quieres es acabar atando los cabos que tenías sueltos, la deseografía es la novela de tu vida; de la deseada, por supuesto.

Propina 3

Tampoco esperes saber de entrada todo lo que querrías decir, ni siquiera disponer de todas las palabras o de las palabras idóneas. Déjalas que salgan. A medida que escribas, irás descubriendo más y más.

No le des vueltas. Como decía Salvador Pániker, pregúntate solo: «¿Y ahora qué hay que hacer?». A veces, conviene correr riesgos que le aporten nobleza al recorrido. Nadie aprende de una vida regalada.

¿Te animas? ¿Quieres saber algo más? ¡Te espero!


1 Lo tomo prestado de Pérez-Reverte, que llama a Madrid «el rompeolas de las Españas».

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