«¿Una deseografía es una opción para el empoderamiento?», preguntas mientras clavas en mi pupila tu pupila inquisitiva. «De un tiempo a esta parte, todo el mundo tiene la palabrita empoderamiento en la boca, y lo cierto es que suena a…».
¿A qué te suena, amiga?

«Echo la vista atrás y flipo con todo lo que he hecho de mí. Y ahora que soy una persona empoderada, solo me queda escribirlo. Aquí donde me ves, ya voy por el decimoquinto capítulo de mi deseografía».
«Me suena a gloria, a perfumes caros y coches de lujo, a dominar el cotarro. Me suena a poder».
Vaya. ¿Y no te suena a gato encerrado?
«¿Gato? ¿Encerrado?».
Sí, claro; si trae algo bueno, no vendrá gratis.
«Ya, supongo. ¿Asaltar bancos?, ¿sobornar a poderosos? No sé qué tiene que ver todo esto con la deseografía».
Ni sobornos ni asaltos tienen nada que ver.
«Lo traes cogido por los pelos. Cuéntame qué hace una deseografía en medio de todo esto».
Tú ve pensando por dónde andas, si estás como tienes que estar para lo que te espera o si te falta algo. Si haces lo que está en tu mano para tu propio redondeo. Si has descubierto —un poco— de qué va el arte de vivir.
«Mucho tomate, ¿no? Se te va la olla, tía».
La deseografía como estrategia de desarrollo personal
Por el principio y por partes, como hacía Jack; como nos gusta hacer aquí.
El desarrollo personal es como el desarrollo urbanístico: se nota cuando falta. Hoy día debería ser un punto de partida, un para empezar a hablar. No tenemos posibilidades de hacer nada competente si no damos de sí el tope en los conocimientos que se demandan; pero las opciones bajan enteros si no conquistamos, además, eso que llaman competencias blandas (las duras se dan por supuesto, pero solo las duras nos dejan el patio sin embaldosar).
Donde antes había experiencias sueltas, ahora dibujas una trama que da sentido a todo. La deseografía es el tribunal desde el que te absuelves. Clic para tuitearPuedes llenarte de competencias duras; sin las otras, sigue rodando la misma bola vieja. ¡Ah!, donde dice competencias blandas, puedes decir habilidades, gestos, disposiciones, modos de manejarte. Solturita. Las duras son todo eso que sabes y te capacita para ejercer una profesión; las blandas, el lubricante de las relaciones.
¿Y cómo juega la deseografía en este equipo? Juega porque no escribes una deseografía si no has hecho conquistas que te sitúan del otro lado.
Porque hay otro lado.
Es el lado en que vives de manera más solvente, más sana, más resuelta; contigo y con todos. Ese en que tu creatividad gana enteros. El lado de las chispitas que brincan y en el que te tomas la vida de otra manera.
Marca personal, empoderamiento y deseografía: caminos de desarrollo
De vez en cuando traigo aquí la marca personal y hasta hoy no se me ha ocurrido ver qué tiene que decir la RAE al respecto.
Marca es, en su primera acepción, «señal que se hace o pone en alguien o algo para distinguirlos, o para denotar calidad o pertenencia». De aquí deduces que marca es algo viejo, porque se vienen marcando objetos y cosas más sensibles desde que el mundo es mundo. La marca, en el mundo comercial, ha permitido diferenciar unos productos de otros.
De veintipocos años para acá, al concepto marca se le ha añadido un adjetivo: personal. Y así, marca personal tiene un significado que multiplica lo que cada término dice por separado. Es más que un sello o un símbolo más o menos imaginativo. Es lo que tienes de especial para tu público. En realidad, lo que tú eres.
Aparte, empoderamiento, que es entronizarse (subirse al trono) en la propia vida, tomar las riendas, derribar muros y bloqueos.
Y al final o a medio camino, la deseografía: la constatación de estar del otro lado de la tapia y dar cuenta de haber cumplido un deseo propio, profundo.
¿Habrá algo más propio y más profundo que la satisfacción de haber superado las puñetas?, ¿algo más gratificante que haber sido capaz de quitar los palos de las ruedas?
Lo que no es empoderamiento ni sirve para una deseografía
Ya lo vamos dejando caer, aunque de forma indirecta: el empoderamiento no va de hacerse de oro, sino de poner el eje en que uno es gestor de su propia vida. También de discriminar qué no entra ahí. No todo lo que pasa alrededor es una llamada a intervenir.
Lo sí es competencia personal es desarrollar habilidades que permitan saltar al otro lado del muro.
Queda fuera del empoderamiento:
- Pretender que puede alcanzarse todo; y menos, con atajos que le llevan a la propia ética a echarse las manos a la cabeza.
- Aparentar, fingir, mostrarse siempre como si se surfeara en la cresta de la ola.
- Exhibir cada minuto de la propia vida para que el afuera la valide.
- Perseguir lo material como equivalente de una vida exitosa. Puedes tener mucha pasta y salir en YouTube y no estar empoderado en absoluto.
- Aspirar a ser reconocido por estatus, pareja, coche, casas en primera línea de playa (o unos metros más atrás).
- Creerse imbatible. Imbatibles son Superman y Miss Marvel; pero hasta él tiene su kriptonita y ella está llena de imperfecciones.
Y nada de esto sirve para una deseografía ni para hacerse con una marca personal que haga honor al sintagma.
Qué es empoderamiento
Empoderamiento es otra palabra que la RAE contempla y que, como sabes, viene de empowerment, acción y efecto de empoderar.
Y empoderar es hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido. De aquí deduces que alude a las medidas que uno toma encaminadas a la autogestión y mejora de sus asuntillos.
Siguiendo el hilo: una persona que se empodera es alguien que ya no echa balones fuera, que adquiere un compromiso consigo misma. Un compromiso de hacer algo con su vida. ¿Y qué es hacer algo?, porque pareciera que todo el mundo hace cosas con su vida… Pero no. Hay quienes solo van a la deriva.
Hacer algo con la propia vida es hacerse cargo de los estorbos, los fastidios, las quejas. Es poner en marcha medidas enfocadas a hacer lo que está en mano de uno (y es también pedir ayuda si no se puede solo; pedirla, no exigirla).
Empoderamiento no es sino desarrollo personal. Se empodera quien decide cambiar y adopta medidas que mejoran su vida gracias, precisamente, a esos cambios. Esto, en todos los sentidos, tanto personal como profesional, aunque nos importa que el aspecto personal esté por delante.
Una deseografía es una opción para el empoderamiento
Empoderamiento, marca personal y deseografía son parientes: comparten buena parte de su ADN.

«Yo es que ya llevo mucho practicando y vengo dispuesta a contarlo. Hoy presento mi candidatura para la deseografía».
Después de lo que has leído hasta aquí, entenderás que superar atranques y puñetas no se hace con sobornos. Asaltando bancos, tampoco. Ni tiene que ver con que te nombren presidente o presidenta de una compañía ni con ser influyente (ni siquiera influencer).
Hemos dicho que empoderamiento va de cambios que uno adopta de forma decidida y consciente. Pero no va de creerse que uno puede lograr todo lo que se proponga. O de que puede tener más control sobre los acontecimientos. Ni estás solo en el mundo ni todo depende en exclusiva de ti.
Lo que depende de ti es tu actitud.
La deseografía te invita a que revises cómo superaste aquello que parecía imposible. Cómo fue que te pusiste del otro lado.
Puede que aún estés en medio de un charco. Y puede que te preguntes si la deseografía es para ti. Es para ti si tu decisión de saltar es clara y pones en marcha tu imaginación.
¿Saltarás de una vez? Eso te gustaría, pero el charco es profundo. Solo si no piensas quedarte ahí y maquinas cómo salir, arrancas motores: eso está en tu mano.
La deseografía es para gente que no se resigna. Y es mucho más que un recorrido autobiográfico.
Tres en uno: empoderamiento, marca personal y deseografía
Los charcos son la sal de la vida y el lector de la deseografía se busca a sí mismo en ella. Busca reconocerse en alguien igual y tomar nota de cómo ese alguien hizo para salir a flote. La persona que hay detrás de la deseografía no solo se lo contará, sino que lo hará con el atractivo del relato novelístico.
Quien está detrás de una deseografía es una persona empoderada. Quien está delante aspira a serlo, aunque no lo sepa.
No podría ser de otro modo. Metidos en el charco hasta las orejas y a la espera de que vengan a sacarnos, nos falta chicha. Tiene chicha quien pasó por ahí o quien le echó imaginación al asunto y se puso la manta por turbante.
Estamos hartos de decir que esto cambia o no hay futuro. Pero todo cambio que valga la pena empieza por uno mismo. ¿De dónde crees que salen quienes hacen la diferencia?, ¿de qué materia prima están hechos?, ¿cuánta mili (admíteme la metáfora) hace falta para ser uno de ellos?
Para quien tenga ese impulso de contar cómo lo hizo, es la deseografía, el relato que embellece el dolor. Y por debajo, alentándola, la huella que se abre paso: la de la marca personal.
Son tres vectores que apuntan a lo mismo. La motivación es el impulsor, la levadura que hace fermentar las habilidades.
Propina 1
Esta propina también tiene que ver con lo que no es empoderamiento. Y tiene como protagonista a Darío Villanueva, exdirector de la RAE.
Destaco estos tres puntos para que veas de qué va, pero vale la pena que leas la entrevista que le hace Miguel Manso de Lucas en Nius:
- El académico publica Morderse la lengua, donde realiza un documentado alegato contra la corrección política y la posverdad, “los síntomas de nuestro tiempo”.
- Denuncia el empoderamiento de los ciudadanos ignorantes y la mentira como el motor de algunos acontecimientos recientes, como el Brexit, el procés o la presidencia de Trump.
- Frente al sexismo en el lenguaje, insiste en la separación entre la gramática y el machismo, y recuerda que las lenguas no crean los problemas ni las realidades, sino al revés.
Propina 2
¿Por qué hay que hablar de empoderamiento y por qué esto nos compete a todos y no solo a quienes escriban una deseografía? Lo decía Iñaki Gabilondo días atrás: algo tiene que cambiar.
Puedes verlo y oírlo aquí.
Lo siguiente es sentirse interpelado y decir sí. ¿Es tu caso? ¿Me lo cuentas?
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