Hay un punto en que la marca personal y la deseografía confluyen: es en el punto de valor que cada persona se da a sí misma y que, en corto, se llama autoestima.
Así que marca personal y deseografía se dan la mano en ese lugar en que te tomas a ti misma, persona que me lees, como campo de operaciones. Como campo de operaciones donde ensayas cada día algo nuevo —una actitud, una reflexión, un gesto— y, por lo mismo, vas encontrando tu lugar en el mundo; y apreciándote, cada vez, un poco más.

Marca personal y deseografía se dan la mano.
Porque ese valor que cada una se da tiene una conexión estrecha con cómo afronta lo que le pasa.
Antes de hablar de marca personal y deseografía
Hay un diálogo interno al que no prestas atención y que, es más, justificas. Tú eres así. Puede ser algo de este tipo:
Estoy fatal. La situación es penosa. No he visto a mis padres desde hace ¡meses! Y murió mi mejor amigo y ni siquiera pude ir a su entierro. Las noticias me deprimen. Y, sí, vale, estoy negativa, pero es que no se puede estar de otra manera. ¿Cómo quieres que esté? Conste que no me importa; sé cómo tirar para adelante. Desde que teletrabajo, no salgo ni hablo apenas con nadie; así evito compromisos y tener que contar cosas que no quiero contar. ¿Para qué? A fin de cuentas, nadie hace nada por ti. La vida es una gran estafa.
Antes de hablar de marca personal o de cosas que supongan una entrada de aire nuevo, hay todo esto: queja, hastío, pesadumbre; una especie de fuerza que tira para abajo y que, a menudo, justificas sin problema.
El intrincado camino que conduce a la construcción de una marca personal, y la deseografía, que da cuenta del mismo, son dos aspectos que se dan la mano. Clic para tuitearAun así, la vida es más o menos llevadera hasta que alguna carta salta de la baraja… Como ahora, que saltó la carta de la normalidad.
La pregunta, en tal caso, es esta: ¿será posible construir una marca personal y una deseografía en plena pandemia?
Punto de inflexión
La vida es bonita o llevadera con el mar en calma: no hay injerencias ni sobresaltos y la persona va pudiendo con ella. El ruido interno se atenúa y, aunque está, es como si no.
Me dirás que cuando llueve, no lo hace igual para todos, que tú eres más sensible que esas otras personas a quienes parece no afectarles nada.

La marca personal y la deseografía se tambalean si no asumes un compromiso decidido. Y tienes razón: todos los días no son iguales; y los menos iguales te necesitan más que nunca.
Seguro que lo eres. Por eso sientes como sientes y te afecta lo que te afecta como lo hace.
Sé que querías escribir, ser escritor o escritora, por ejemplo, y no logras garabatear una línea. ¡Dios!, y eres más inteligente y tienes más talento que otras, pero oscilas, vas y vienes. Quieres y temes a un tiempo. Y no terminas de concretar nada. Y proyectas: tu pareja —que nunca es lo bastante estimulante, colaboradora, comprensiva…—, el poco tiempo libre —desde que el mundo se ha reducido a la casa, menos aún—, la pandemia, los hijos, las tareas; el invierno porque es invierno y el verano porque es verano.
Hasta que un día, si tienes suerte, algo te obliga y te fuerza a dejar las excusas. Y entonces pasa algo interesante: los asaltos traen consigo oportunidades de mover ficha.
El poeta Paul Valéry decía: «Los hombres se distinguen por lo que muestran y se parecen en lo que ocultan».
A veces, necesitas una buena sacudida para abrirte, para exponerte.
Empezar a construir tu marca personal de escritora y también tu deseografía
Hay quien dice que se trata de tener un ADN especial para emprender y para escribir. Yo no estoy tan segura. De haber sido así, ni Mark Twain ni el propio Saramago habrían escrito. Ni las Brontë. Las familias de los escritores son tan normales y tan anormales como todas las demás.
La clave, tal como lo veo, es qué haces con lo que recibes; tanto en el caso de construirte una marca personal, como en el de escribir una deseografía. Es cómo te aúpas sobre la idea que tienes acerca de ti y cómo añades nuevas teclas a tu personalidad.
Igual crees que influye el ambiente para desarrollar unas competencias u otras. También yo lo creo. Y hasta que no caes en que puedes edificar sobre lo heredado, sigues amparándote en tu historia, en tu herencia.
Materia prima para empezar a montar tu marca personal de escritora
Hay condiciones: no montas una marca por arte de magia. Nada de que las cosas llegan solo con desearlas. Una marca personal tiene que ver con un atractivo personal, ya te lo anticipo. Pero te digo también que nada tiene que ver con los cánones de belleza al uso. No en nuestro caso.
Estos son los ingredientes, además de estos otros de los que hablé aquí, para que puedas impulsar una marca personal:
- Un punto de hartura de la vida plana y predecible.
- Deseo de ir a más, de empujar los propios límites.
- Curiosidad sana por lo que te rodea.
- Inteligencia emocional (intrapersonal e interpersonal).
- Capacidad ejecutiva; si tienes curiosidad y no te pones en marcha, no hacemos nada.
- Resistencia, perseverancia; aptitud y actitud para sostenerte en una carrera de fondo.
- Capacidad de disfrutar con lo que tienes entre manos.
- Un punto de cordura para que tu vida laboral no se coma tu vida personal (para mí, la parte más difícil).
Una marca personal bien gestionada sabe cómo mover todas estas pelotas sin que se le caiga ninguna. Y si se le cae alguna, sigue ensayando sin desmayo, ejercitando la práctica. Eso vuelve francamente irresistible a la persona.
Materia prima para impulsar tu deseografía
Sabes que una marca personal obliga y compromete. Y una deseografía, igual, porque te plantea un desafío: llegar a ser una versión mejorada de ti. No es una autobiografía al uso, sino que cuenta de dónde estabas, de dónde estás hoy y de dónde decides estar.

Gabriela medita sobre qué es primero, si la marca personal o la deseografía. Me tocará sacarla de dudas.
Te veo levantar la ceja. «¿Dónde decido estar… con la que está cayendo? ¿De verdad crees que puedo decidir? Tú te has tomado algo…».
Pues sí: me he tomado algo. Me he tomado una dosis extra de autoestima. No imaginas lo que me costó aceptar que estaba muy lejos de ser perfecta. Mi actitud para conmigo misma era absolutamente inquisitorial.
Así que la materia prima para impulsar una deseografía empieza por ahí:
- Nada sale bien.
- La queja te acompaña como colega de viaje.
- Añades un punto o varios de desesperación; ayudan una barbaridad.
- Tomas una decisión: hacer algo contigo antes de suicidarte. Y no lo digo de coña. Cuando vives en el infierno, te tomas muy en serio esa posibilidad.
- Aceptación de tu mediocridad, tus meteduras de pata, tu obsesión por el hipercriticismo.
- Asunción de un compromiso con alguien a quien tomas por testigo de que harás lo que has decidido hacer.
- Acción: das el primer paso.
Estando en el hoyo, si escribes, escribirás una distopía completa. ¿Sirve para la deseografía? Sirve si cuentas cómo harás para salir; qué pasos darás para hacer de ti alguien capaz de tocar una sinfonía con la partitura que tiene entre manos.
Empezar a construir una marca personal y una deseografía: la autoestima
La queja acerca de lo mal que está el mundo y de que tú estás mal dentro de él no mueve nada. Y esperar que el afuera cambie para que tú tengas la paz que anhelas, tampoco. Los milagros son la mar de pintorescos, pero como no los haga uno tienen el valor de los fuegos artificiales: mucho ¡oh!, ¡ah!, y, al poco, nada.
Tanto la marca personal como la deseografía van de poner el acento en uno mismo; de hecho, el camino hacia el futuro está jalonado de incógnitas que nos interpelan a cada uno. Para empezar, por separado.
Y ya me dirás qué futuro vamos a construir si nos violentamos, nos infravaloramos o nos escondemos. Si temblamos ante lo que los demás puedan pensar de nosotros, por miedo a que nos rechacen. Y ahí voy: esto no va solo de hacer algo con uno mismo, sino también de hacer algo con los demás.
Pero da la casualidad de que solo puedes tender la mano si antes te has puesto tú a salvo. Por eso, lejos de ser la marca personal y la deseografía propuestas egocéntricas, persiguen una historia duradera: qué es posible a corto y a largo plazo para ti y para los metros cuadrados de jardín que te corresponden.
Tanto para crear una marca que deje huella, como para una deseografía, necesitas un magma psicológico que propicie el compromiso; y sostenerlo, que esa es la madre del cordero.
Utopía frente a distopía: una marca personal y una deseografía sanas
Acabamos de pasar la semana del Festival Eñe y el eje ha sido este: utopía frente a distopía. El hecho es que hemos entrado de bruces en una especie de encrucijada apocalíptica. Como dice aquí Elvira Lindo, el futuro se nos adelantó. Te recomiendo vivamente que veas el vídeo. Renato Cisneros destaca las múltiples contradicciones de su padre y lo que heredó de él; y desde ahí se convierte a sí mismo en un personaje literario apasionante. Su novela: La distancia que nos separa.

Los tuyos, ese microcosmos que quizá se opone a que construyas una marca personal y que, por descontado, temen convertirse en personajes de tu deseografía.
Todo empieza en la familia y vuelvo a lo que te comentaba antes: el ambiente para desarrollar unas competencias u otras influye. El entorno familiar, el escolar y el del barrio son el origen de numerosos traumas y conflictos. La familia y lo que la rodea —todos cargados de buenas intenciones— te toman como rehén. Hasta que lo ves.
Muchas personas se pasan la vida lamentando lo que hicieron con ellas, lo que padecieron. Esas vidas son un fundido a negro desde el primer momento.
Otras hacen algo distinto una vez que lo ven; una vez que admiten lo que hay, sin negarlo ni restarle un ápice de la violencia que tuvo. Y se transforman.
La familia es un microcosmos que habla del macrocosmos. Krishnamurti iba más allá incluso cuando decía «usted es el mundo».
Hoy, con la pandemia como trasfondo, puedes dar un paso en ese sentido. Trasfondo sobre trasfondo, como en un juego de matrioskas rusas.
Propina
No esperes a ir sobrado de amor propio para empezar. No esperes a desembarazarte del miedo para introducir cambios en tu vida, porque los cambios buenos no funcionan así.
El camino se recorre en paralelo: en paralelo das un paso y te refuerzas; en paralelo aprendes a relativizar éxitos y fracasos y vas construyendo esa versión mejorada de ti misma, de ti mismo.
Enlazo de nuevo el vídeo que te he recomendado antes, sobre todo, si ves que te falta estímulo. Mira cómo Renato Cisneros habla desde el orgullo de haber crecido en una familia disfuncional. Personalmente, lo aplaudo desde aquí.
¿Cómo elaborarías un relato tuyo entre distopía y utopía, hartos como estamos de verlo todo hecho un asco?
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