Hay autores que desconocen cómo solicitar una corrección de textos, o sea, cómo escribir un correo a tal efecto. Habrá a quien le parezca un trámite muy elemental; sin embargo, no todo el mundo lo domina.
Saben escribir, porque quienes solicitan una corrección escriben. O han escrito. Pero al redactar su solicitud se despachan con algo que podríamos llamar ley de mínimos. Como si ni siquiera tuvieran presente que del otro lado hay una persona con la que —se presume— van a trabajar.
Solicitar una corrección de textos: un trámite que toda persona ‘de letras’ debería ser capaz de abordar con soltura. Clic para tuitearSe trata de algo tan simple como generar buen rollo de entrada.

Mira que ser cortés para encargar una corrección de textos ni siquiera va de presentarse con esto.
Y se trata, también, de estética. De cuidado. De actitud.
Casos enojosos de solicitud de corrección de textos
Pongo unos ejemplos inspirados en correos que recibo en términos similares:
«Mi padre ha escrito sus memorias y queremos corregirlas un poco porque son solo para las amistades. ¿Cuánto nos costaría? Vienen a ser unas ciento cincuenta páginas».
«Acabo de encontrarme con un montón de cuadernos escritos y quiero hacer un libro con ellos. Son como cinco cuadernos de tamaño normal y me gustaría saber qué me llevaría por corregirlos».
«Tengo una novela de 140 páginas y quiero solo una corrección, no dos, porque no quiero perder mi estilo. ¿A cuánto me saldría?».
«Me pongo en contacto contigo para que me corrijas un ensayo que tendrá más o menos 100 000 palabras, aunque no lo he terminado aún. Te lo mandaría en unos días [estamos a primeros de mayo] y me interesaría tenerlo para fin de mes».
Omito aposta las faltas de ortografía.
Si no fuera por las evidencias, me dejaría cortar la melena: sostendría que no es posible que quien escribe se descuelgue con tal descuido.
Pero sí, es posible. Es perfectamente posible que el e-mail de un autor llegue no ya con determinadas erratas, sino con total descuido: minúsculas y mayúsculas fuera de lugar, palabras pegadas, frases con la sintaxis destrozada, sin fórmula de saludo ni de despedida. Sin un modesto gracias. Sin firma.
¿Qué se puede esperar de un autor que ni siquiera revisa el texto del correo que escribe?
Cómo empezar un correo para solicitar una corrección de textos
Hay correos que llegan desde el formulario y me tienta disculparlos. Pongamos que los disculpo por tratarse de un formato menos familiar; pongamos que quien se manifiesta no sabe ni si será tomado en cuenta. Podría ser.
Pero escriba desde donde escriba, quien escribe se dirige a alguien; estaremos de acuerdo en eso. No es necesario emplear jerga sofisticada, pero si se trata de que me escribes a mí, cuando menos, conoces mi nombre.
Escribes, de entrada, la voz que expresa saludo (hola), añades una coma, pones mi nombre (Marian) y culminas con dos puntos.
Ejemplos
Si escribes desde el formulario:
Hola, Marian: me pongo en contacto contigo para…
Si conoces mi dirección de correo electrónico:
En el asunto: Solicitud de corrección de texto
En el cuerpo del mensaje:
Hola, Marian:
Me pongo en contacto contigo…
Hay solicitudes que llegan sin un encabezamiento siquiera. Se reciben, por supuesto, pero no resultan amistosas. La sensación que transmiten es de «no quiero que sepas de mí ni si soy persona humana».
Ahora es la correctora quien cree que del otro lado hay un bot o cualquier otro tipo de replicante.
Queridas y queridos que a lo mejor os dais una vuelta por aquí (no me refiero a ti, por favor, que sé que tú no): sabed que en un correo no se transmite el coronavirus ni se transmiten la halitosis ni demás olores desagradables.

Para solicitar una corrección de textos, hasta puedes ahorrarte el lazo. Son otros los elementos que tendrían que estar.
Sabed que adoptar una cortesía mínima no cuesta nada y abre prósperos caminos…
Cómo continuar un correo para solicitar una corrección de textos
La cortesía, amigo mío, amiga mía, es el lubricante de las relaciones sociales. Y cortesía no es zalamería ni es poner palabras domingueras ni añadir nada que no sea necesario.
Cortesía es ser natural. Del otro lado hay un ser humano que, de momento, no hay razones para tomar como enemigo.
Así que, si mantenemos una actitud básica de cortesía, lo idóneo es presentarse y dar cuenta del objeto del e-mail.
Pongo un ejemplo:
Hola, Marian:
Me pongo en contacto contigo para pedirte una corrección de mi novela. Soy un escritor novel de género distópico y no tengo experiencia con la corrección.
He leído en tu web que necesitas tres o cuatro páginas para ver qué nivel de intervención requiere el texto. Te las adjunto. Dime qué más puedes necesitar. El total de páginas es 540 (me ha quedado un poquito larga, je, je) y 180 000 palabras. ¿Algún otro dato?
Muchas gracias por tu atención y espero tu respuesta.
Un saludo,
Miguel
Eres escritor. No es tanto pedir.
A mí, que no soy ninguna loba, Miguel ya me ha caído bien. Sin que haya tenido que hacer nada más.
La correctora responde a la solicitud de corrección de textos
Un escritor que se ve por primera vez en la tesitura de encargar una corrección profesional no tiene por qué contar más. Ni tiene por qué saber qué otros datos necesita la correctora.
Ahora bien, si a un duelista se le suponía valor y se le exigía puntualidad, al escritor se le suponen dos cosas: que sabe escribir y que sabe ser cortés. Exigir, como tal, no le exigimos nada. Solo nos atrevemos a hacerle recomendaciones en voz baja.
La correctora se dispone a responder a Miguel y se esmera: lo que ha recibido es suficiente para ponerla de buen humor. (Para cuando lo que recibe no se ajusta a los mínimos, tiene ya un arsenal de recursos; y más le vale).
Más datos que necesita la correctora para abordar la corrección
Hay un término que los autores noveles, a menudo, desconocen: matrices.
Las matrices son el número total de caracteres de un texto —novela, cuento, ensayo, documento—, incluidos los espacios. Y son el valor de referencia con que se maneja el profesional de la corrección.

La ruta para calcular las matrices y hacer feliz a la correctora (siquiera por ese lado): Revisar>Contar palabras>Caracteres (con espacios).
Bien, no siempre quien corrige se maneja con matrices. Hay quien presupuesta por palabras. ¿Por qué no palabras, páginas u otros datos que dan cuenta de cierto volumen?
Desde luego, entre decir que un texto tiene cierto volumen y dar el número de palabras, es preferible esto último.
Las matrices tienen en cuenta las palabras y los espacios. Los espacios importan. Importa que entre palabras solo haya uno (no dos ni tres, producto de impericia en el manejo del teclado y que hay que corregir) e importa que no haya palabraspegadas.
Las palabras pegadas son frecuentes cuando autor y corrector no utilizan una misma versión de procesador de textos. Si el texto se ha copiado de un documento que no es Word, puede dar lugar incluso a dificultades adicionales.
Lo que NO ayuda es el número de páginas. Y no ayuda por esto:
- ¿Qué márgenes tiene el documento?
- ¿Cuántos puntos tiene la tipografía?
- ¿Cuál es el tipo de interlineado escogido?
Dependiendo de esos factores, entrarán más o menos palabras en una misma página.

Hay textos que se saltan los márgenes estandarizados, el interlineado… Es la razón de que el profesional de la corrección solicite la cantidad de matrices.
Hay páginas que llegan tan apretaditas que, en cuanto las transformas en el estándar editorial, se van al doble.
Otros datos que ayudan
Si el solicitante es un poco más experto, añadirá, además, estos otros datos:
- Contará si conoce cómo funciona la herramienta de corrección.
- Especificará de qué tipo de documento se trata: novela (¿género?), cuento, ensayo, artículo… Si busca una colaboración a largo plazo porque se trate de textos recurrentes.
- Indicará para qué fecha le interesa.
Y, por supuesto, incluirá las dos o tres páginas que den cuenta de cómo está escrito el texto en cuestión. Quien corrige no es augur; ¿cómo sabrá, de otro modo, con qué tendrá que vérselas ni qué cantidad de tiempo le demandará?
A veces llegan textos que no están listos para ser corregidos. Son textos que pueden necesitar una reescritura antes que una corrección ortotipográfica y de estilo.
Por qué importan estos detalles para solicitar una corrección de textos
Importa la cortesía porque importa la actitud en cualquier acto de comunicación. E importa discernir cuanto antes si hay o no acuerdo. Para eso, importa no introducir ruidos y, menos, de entrada.
Y si hay acuerdo, además, se trata de enfilarlo con la mejor predisposición posible. Nada es más estimulante que hacer lo que está en mano de uno para propiciar un clima de colaboración.
Porque se trata de colaborar, mientras no se decida lo contrario.

¡Y tan amigos!
¡Ah!, quizá teme, si la cosa no prospera, cómo decir que no. Quizá teme entrar en familiaridades por si tiene que declinar la oferta; puede que sea por eso por lo que se deja un pie fuera.
No hay que preocuparse. Nadie es para todo el mundo. El autor tiene que sentir que el profesional empatiza con él y con su texto, y que está a la altura de la demanda. También, que encuentra razonable el precio.
Este (esta), a su vez, debe tener disponibilidad en encajar los plazos que propone el autor y asumir un compromiso de calidad. A veces, el texto que recibe puede no estar dentro de su especialidad o competencia. Y otras, puede que tenga la agenda llena.
Y no pasa nada. Uno se despide con la mejor sonrisa y, por descontado, dando las gracias. A fin de cuentas, es en cómo se desempeña cada uno donde muestra quién es.
Estamos hechos de capas y matices. Este es otro pilar que se apuntala cuando se trata de construir una marca personal de escritor.
Propina 1
Este documento, Decálogo para encargar la corrección de un texto, elaborado por Pilar Comín Sebastián y puesto a disposición de la Unión de Correctores, alumbra como un faro: describe las líneas maestras que compromete la corrección de textos. Es utilísimo tanto quien encarga la corrección como para el profesional que ha de satisfacerla.
¡Espero que también tú lo encuentres provechoso!
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