Unos años de blog, de redes sociales y el inmaculado año nuevo: interesante cruce de caminos.
Le decía a un amigo días atrás que tuve suerte de no nacer en este tiempo. Haber construido una vida analógica potente hasta los cuarenta y tantos no se paga con dinero. Luego vino todo lo demás: aprender nuevos lenguajes, formas insospechadas de estar en el mundo y vislumbrar posibilidades más insospechadas aún.
«Tengo que ponerme bravo con mis hijas —decía mi amigo— para que aparten sus móviles cuando vamos a comer».
Son niñas que parecen las últimas mohicanas de su generación: hablan con sus padres, les piden opinión, debaten sobre temas de actualidad… Se saben valiosas y tenidas en cuenta.
El blog, las redes sociales y el año nuevo o hacia dónde estamos yendo; al menos, aprender a conjugar lo que ofrece la tríada. Clic para tuitearAsí y todo, el móvil ejerce su tiranía; y con la cola que trae…
Breve paréntesis nostálgico
Nos queda el último peldaño para culminar una década y el balance podría ser mejor, pero ya es bastante bueno:

Una década que más que para la nostalgia me sirve como puntapié.
- Salí de un atolladero físico-químico-mental-emocional e hice un cambio de profesión que nunca creí posible.
- Fui tímida con los cambios: di el salto cuando asomaba el nuevo milenio y hasta hace cinco no quemé las naves de la travesía anterior.
- En 2005 empecé una novela. Sin rumbo. Sin avituallamiento. Con la convicción íntima de ser talentosa por haber ganado un concurso provincial cuando aún existían los colchones de lana y por haber trabajado en una editorial.
- Vinieron los cursos de novela, de guiones, la escritura continuada de artículos. Las correcciones a diestro y siniestro. Las ayudas a la escritura.
- Tuve la satisfacción agridulce de haber escrito y visto publicado más de un libro… para otros.
- Conocí personas de carne y hueso y otras que, aun siendo avatares, esconden seres humanos dentro de sí. Todas me aportaron algo y espero haber aportado algo, si no a todas, sí a muchas de ellas.
Las redes sociales
Hablando de avatares: hago un aparte para quienes llegan sin que parezca que detrás hay un ser humano; o, si lo hay, no está a la altura de lo que llamo ser normal. Llamar a puerta fría también requiere habilidades. Sobre todo, si pretendes que te abran.
Sé que conseguir un me gusta en una página está difícil entre tanto candidato. Sobre todo, ahora, que en las redes sociales hay más artificio que chicha. No te las puedes tomar muuuuy en serio. Yo hago «como si», pero estoy alerta «a ver si sí».
Redes sociales, blog y año nuevo: el trampolín de los objetivos. Que no nos dé pena cambiar de década. Ni miedo. Clic para tuitearTengo trabajo gracias a ellas y no las desdeño, pero mira qué me decía una clienta hace poco: «Si buscas en internet «corrector de textos», es la jungla. ¿Cómo escoger?».
Sí, Internet o internet es la jungla. Y las redes sociales. Internet está lleno de voceros que dicen de sí mismos que son la leche, pero el caso es que ella me encontró por un artículo del blog «que me encantó». ¡Gracias, blog! (A ti, querida clienta y suscriptora, vuelvo a dártelas ahora por aquí).
Hay también piques, rencillas, envidias, autobombos, halagos interesados y, a veces, cómo no, honesta admiración. Como en la vida ordinaria. Cómo no, si los mimbres son los mismos.
Estrenamos año y en uno más estrenamos década: valdría la pena ir preparando el terreno.
El blog
Sé honesto hagas lo que hagas, si te propones ser feliz: algo parecido decía Séneca. Y sigo parafraseándolo: la persona buena hará lo que tenga que hacer, cueste lo que cueste, incluso si es peligroso o fatigoso.
El blog es exigente y quien lo tiene y lo probó durante el tiempo suficiente lo sabe. Aunque esta que escribe todavía no ha percibido peligros ni fatigas por su causa.

El blog: el taller, el centro de operaciones.
Es exigente porque obliga; obliga a observar desde todos los ángulos posibles los temas sobre los que versa. Y presiona para que lo hagas de modo que suene distinto respecto de otros blogs con similares afanes.
Si hablas de estilo literario, que sea desde otro prisma; si es sobre correcciones, que tenga tu propio toque; y si es sobre cuestiones de escritura, mejor ponte cómoda, que estarás rodeada de miradas escrutadoras.
Dicho en román paladino: aparte de la norma, cada corrector tiene su librillo. Y en literatura, por ejemplo, hay un campo inmenso lleno de… minas.
El corrector tiene que tomar decisiones para las que no hay normas y argumentarlas y ver si…
- Es un error eso que tienes delante.
- O una incongruencia gramatical, sintáctica; o un asalto a la norma.
- ¿Se trata, tal vez, de un distintivo del estilo de ese autor?
- El ritmo le hace justicia a la escena que se narra.
- Hay adjetivos superfluos, aunque sean semánticamente irreprochables.
El blog es ese lugar en que me encanta ocuparme de esas cuestiones.
El blog, las redes sociales y el año nuevo
Entre los tres forman un cruce de caminos desde el que me defiendo de ciertos patinazos a los que estaría expuesta si no me guiase una razón superlativa. Escribir es cavar un foso donde guarecerse del fuego cruzado del afuera, pero también donde exponerse a sus injerencias. Y donde poner límites. Razón superlativa, foso donde guarecerse, exponerse, poner límites: un día quedamos y te lo cuento en detalle.
Pero el blog no es un diario personal ni las redes sociales son equiparables a una quedada con amigos. El año nuevo me invita a seguir sacándole partido a todo ello y… sin perderme.
El blog me ayuda a escribir qué quiero, qué no y dónde; a anotar ideas con otros destinos. A veces escribo aquí y me tienta irme por ramas que son para lugares y propósitos distintos. O sea, que también me ayuda por carambola.

No habrá otro igual. Un siglo ya de aquellos 20 del pasado que traen reminiscencias de Art Déco, cine, radio, Belle Époque, charlestón… También de cosas más feas, pero quedémonos con estas.
Como ese proyecto que verá la luz este año nuevo y que tira de él. Tendrás noticia en los primeros meses, si me sigues.
Nada que ver con:
- Dejar de fumar o de beber.
- Ir al gimnasio.
- Adelgazar o engordar.
- Hacer maratones de esto o de aquello.
- Largarme de un trabajo aborrecible.
- Pedirte que des «me gusta» a nada que no te guste de veras. Ya se lo darás tú solita, si acaso. Tú solito.
Tiene más que ver con…
- Seguir creciendo.
- Salir de mi zona de confort (una vez más).
- Cambiar el mundo (una pasión vieja).
- Enfocarme más en ti (solo si quieres).
- Inspirarte y contagiarte, si fuera posible.
- Apreciar más mi manera de ver las cosas.
Ahí seguirán el blog, las redes sociales y el año nuevo. Para todo eso sirven.
Propina
Ojalá las hijas de mi amigo acaben encontrándole su punto al móvil y dándole una utilidad que no implique subordinación. Seguro que lo hacen. Cada generación ha acabado desconfiando de los inventos que le fueron saliendo al paso; no iba a ser menos esta. Aunque deberíamos estar vigilantes, que tiene desafíos poderosos.
Mejor vamos preparando el terreno…
Hola, Marian. He aterrizado casualmente en tu web, no me preguntes cómo porque no sabría decirte. Creo que empecé buscando ejemplos de tagline para escritores de historias de aventuras y misterio porque estoy enredado en mi segunda novela y parece ser que tengo que construirme una plataforma de autor, una marca personal, hacer marketing de contenidos y hasta escribir una biblia en verso si quiero ser leído por alguien más allá de familia y amigos.
La cuestión es que ando un poco liado con todo este follón y no puedo dejar de preguntarme dónde ha quedado esa imagen, posiblemente idealizada en el inconsciente filmográfico colectivo, del escritor que se retira a una cabaña de madera en medio del bosque y se dedica exclusivamente a escribir frente a la chimenea acompañado de una taza de café y una pipa humeante en los labios. Empiezo a temerme que se trata de algo del pasado o reservado para la crème de la crème de la literatura actual. En fin, sea como fuere me alegro de haber dado con tu sitio, me resulta muy inspirador. Espero seguir leyendo tus posts y aprendiendo de ti. Un saludo y gracias.
Hola, Daniel:
Quién sabe cómo operan las casualidades, ¿verdad? Las llamamos así porque de algún modo hay que nombrar esa ley que no está descrita aún. Sea como fuere, ¡bienvenido!
Hasta escribir la biblia en verso, efectivamente. Hemos pasado a ser casi más virtuales que analógicos. A pesar de que persiste el runrún de que no se lee, hoy escribe todo dios. ¿Y por qué alguien escogería leer lo que publica un autor desconocido con todo lo que hay para leer? Quizá el autor es un mirlo blanco y cae de pie en la primera editorial a la que se dirige, pero parece que encomendar el esfuerzo de mucho tiempo a las manos siempre frágiles de la fortuna editorial es mucho encomendar.
Hay que hacer esa labor desde la cabaña o desde el andén del metro y mantener la imagen de escritor apartado… solo como fetiche. O como inspiración. Y abrirse una página de autor y estar en redes, aunque luego la fortuna diga de sonreír por otro lado. Solo quienes no necesitan presentación se libran de estos menesteres tan… pedestres. Así nos toca a quienes nos ha dado por escribir cuando el siglo XX estaba ya para el arrastre. Si vas ya por tu segunda novela, alguna conclusión has debido sacar.
Espero seguir viéndote por aquí.
Un saludo lleno de estímulo.