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Lo cierto es que tu marca personal no se va de vacaciones. Hubo un tiempo en que las cosas eran distintas, pero ese tiempo ya pasó. Si tienes más de cuarenta años, recordarás cómo era el mundo antes de las redes. Ahora las cosas han cambiado de manera sustancial. Recordarás que hace poco te traje la cuestión de si cerrar o no cerrar el blog por vacaciones; de que podías optar dependiendo de tus objetivos. Pues bien, aunque creas que voy a irme por derroteros nostálgicos, esta de hoy pretende ser una entrada fresquita, veraniega.

Te hago promesa formal incluso de hablar de cerveza.

Cuando la marca personal no era lo que es hoy

Hace unos años podías trabajar en modo freelance y cerrar; irte de vacaciones sin que el eje de la Tierra acusara la menor vibración. Hoy no. Hoy, Internet nos escudriña, tanto si estamos como si no. La personalidad que hemos construido por activa o por pasiva —más activa antes y más pasiva ahora o viceversa— es una huella delatora que se actualiza sin descanso.

Tu marca personal no se va de vacaciones

Antes del advenimiento de la marca personal, podías hacer este tipo de cosas sin más trascendencia que el resacón posterior.

El Gran Rastreador es incombustible. Lo que somos queda impreso en su retina cibernética las veinticuatro horas del día, trescientos sesenta y cinco días al año.

Tu marca personal no se va de vacaciones

Si Google no duerme, tu marca personal tampoco debería hacerlo; simbólicamente, al menos. Tanto si estás en la playa como haciendo el pino puente, Google lo acusa y lo acusan quienes te siguen. Y aunque no trabajes por tu cuenta ni tengas seguidores, cada vez influye más y tiene mayor trascendencia.

Me explico:

No sé cómo es ahora la cuestión educativa, pero me temo que no muy distinta salvo honrosísimas excepciones: hemos sido aleccionados en el mérito, en la premisa del «hazlo bien y llamarán a tu puerta, verás que vendrán a buscarte». Y sospecho que sigue siendo igual o parecido.

Sin embargo, hoy día la excelencia no juega como favorita o no juega del mismo modo. Puedes ser muy bueno en lo tuyo y no comerte un rosco. Seguro que has podido comprobar por ti mismo que el talento solo no basta.

Las vacaciones y el cuidado de la marca personal

En cambio, estas son las exigencias que te impone hoy día la marca personal; a condición de que jures que lo que tienes a diestra y siniestra son perfumes.

La buena noticia es que puedes usar la marca personal como trinchera, como garantía de supervivencia.

No tiene cuento funcionar sin redes

Cada vez está todo más al descubierto y cada vez podemos escondernos menos. Y se da la paradoja de que no tiene cuento funcionar sin redes ya.

No lo tiene salvo que quieras jugar a ser una réplica nostálgica del ermitaño; un Robinson Crusoe extemporáneo. Ya hace cinco siglos que constatamos que la Tierra era redonda. Hoy, no solo lo sabemos hasta del revés, sino que podemos intercambiar conocimiento y pareceres con quienes viven en las antípodas (o en los antípodas, como prefieras).

Una correspondencia estrecha entre tú y tu marca personal te permite gestionar las vacaciones de forma natural, sin menoscabo alguno de placer o disfrute. Share on X

Esto significa que puedes tener sede domiciliaria y proyección universal. Yo misma tengo clientes de varios países europeos y de tres continentes distintos. Parafraseando a Neus Arqués, diré que solo cambia la forma en que se nos retribuye: o recibes una nómina o emites una factura; u obtienes el elogio de los jefes o de los clientes. Y a mí me satisface mucho más esto segundo porque la propia relación es mucho más igualitaria. Ni color.

(Ahora dime que tú no echaste de menos, jamás de los jamases, que tu jefe te felicitara por un curro bien hecho; que te hiciera un comentario cómplice, un elogio nutritivo o te diera un apretón en el brazo).

No tiene cuento funcionar sin redes en un mundo globalizado; de hecho, cualquier magma de posible cambio se genera entre las personas. Los líderes hace rato que están de capa caída.

Cuidar la marca personal estando de vacaciones

El caso es que, salvo en la intimidad de tu casa, siempre hay alguien mirando. Las redes son un escaparate, algo así como la ventana indiscreta de la actualidad. Y es el modo en que te comunicas con otros; cada vez más, lo personal y lo profesional acaba estando imbricado.

Se cae por su propio peso que hay que cuidar las relaciones y las redes y, puesto que hay que cuidarlas, ¡aprovecharlas!

Cómo gestionar marca personal y vacaciones

—Querida compañera de fatigas de esta marca personal que tú tienes y que tengo yo: ¡huyamos ahora que nadie mira!

Porque tu reputación se construye ahí y tiene relación directa con lo que opinen los demás de ti. Esa estela que vas dejando en otros es la que constituye tu marca personal.

Tiempo de vacaciones y marca personal

—Pero ¿no era que nadie miraba, marca personal, compañera de…? —Tú sonríe y ponte del lado bueno, anda.

Para ello no te queda otra que ser visible, ofrecer información relevante y mantenerte fiel a tus valores: en qué pones el eje, qué tienes que ofrecer y cómo lo ofreces, incluso qué te gusta hacer y qué te gusta de ti, aunque esto último siempre viene a crearnos un cierto punto de conflicto.

Lo anoto para ocuparme de ello en una ocasión futura.

Aprovechar las vacaciones para tomar impulso

El tiempo de agosto —tengas o no vacaciones— es un tiempo distinto: lleva una parsimonia que no se le conoce a otros meses. Puedes aprovechar para estrechar lazos, pararte y afinar en nuevas direcciones.

Uno de mis valores es predicar con el ejemplo, de manera que he tomado una decisión: estrechar lazos contigo. ¿Quieres saber cómo? En breve, suscriptora mía, suscriptor mío, vas a poder tomarte una cerveza conmigo. Virtual; de momento, virtual, pero confía: todo se andará.

El camino más largo empieza con un primer paso, dicen.

Propina

Las fotos en lo alto de un cocotero o la vista del portátil tras la que asoman tus pies no caminan al margen: todas hablan de ti.

Pero que nadie alborote tus planes: aunque tu marca personal no se vaya de vacaciones, tú aun puedes irte. Sin móvil. Y probar. Te queda la opción de prescindir de todo tipo de aparatos tecnológicos, contratar un destino ignoto y no informar a nadie de él. Todavía puedes. Aunque se me hace a mí que es más difícil que dejar de comer chocolate. O de tomar cerveza en verano.

La marca personal en tiempo de vacaciones

—Soy una marca personal «sui generis». No me lo tengáis en cuenta, porfi.

¿Alguien en la sala concibe irse de vacaciones dejándose el móvil en casa?

Pues eso: a sacarle ventaja.

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