En tanto agosto se mantenga por aquí, seguimos sumando ortografía y vacaciones.
A lo mejor te fuiste, volviste ya y planificas las del próximo verano, pero puede que no, que todavía deshojes la margarita de este. Si es el caso, te va a convenir leer hasta el final.

Esto va de unas vacaciones en que la ortografía se queda en tierra; en una tierra hostil, para más señas.
Dicen que quien avisa no es traidor. Solo pretendo ponerte en alerta de que, viajes donde viajes, te lleves un táper con la ortografía; te sacará de más de un apuro.
Cuando ortografía y vacaciones no viajan juntas
Playas y chiringuitos son pródigos en disparates ortográficos. Puedes leer desde «guay fai gratis» o «ablen como amigos no tenemos uifi», pasando por el famoso «benta de ielo» hasta un efusivo «bienbenidos!!!».
Qué bien me habría venido tener las imágenes que se volaron junto con el móvil hace unos años: a los del «no-uifi/ablen» y «bienbenidos!!!» me los encontré en un pueblecito de cuyo nombre he preferido olvidarme. Pero no sufras: cazarás por ti mismo las fechorías ortográficas que cometen mis primos con tamaña osadía, sin atisbo de vergüenza y total impunidad. Te será fácil.
No me he movido por la costa, pero seguro que siguen ahí, contribuyendo a la aceleración del cambio climático.
Y no viajan juntas porque ni siquiera se conocen
Ese es el drama: ortografía y vacaciones no viajan juntas porque nadie las ha presentado; porque, tal como afirman las estadísticas, nos mantenemos con un índice de abandono escolar tremebundo, aunque tal extremo no parezca inquietarnos.

Imagen tomada de Internet.
Así que es muy posible que quienes redactan la cartelería de los chiringuitos provengan de esta cantera de jóvenes escabullidos de las aulas; chicos y chicas a quienes jamás se les hubiera ocurrido relacionar dos términos como ortografía y vacaciones. Tampoco ortografía y rutina. Escriben lo que tienen que escribir; total, se entiende; ni siquiera han pasado apuros por someter sus textos a corrección alguna en algún momento de sus vidas. Sus abuelos no pudieron ir a la escuela y ellos no terminaron de verle el sentido. Lo peor de todo es que hay que remontarse —no hacia atrás, sino hacia arriba— para repartir culpas.
Una mala ortografía puede cargarse la aventura vacacional más sugerente. Y se la carga; de hecho, se la carga. Clic para tuitearTú tienes que partirte un poco los cuernos, pero cuando lo pillas, hasta te haces unas risas. También te digo que las mías podrían servirse en la sección de congelados a precio de ganga.
Ortografía y vacaciones: la flecha lanzada y la ocasión perdida
Hace unos días escribí un relato para la revista Moon Magazine que habla de unas expectativas veraniegas que se frustran.
Te traigo aquí a la mujer de ese relato. Te propongo que juguemos a que eres tú quien está en la playa.
El viento te zarandea las hojas de la novela que tienes entre manos y te levanta una nube de arena. Sueltas el libro de cualquier manera; es un acto instintivo, urgente, provocado por el casquijo menudo que se te ha metido en los ojos. Parpadeas. Te frotas los ojos. Aún parpadeas varias veces más y te frotas de nuevo. Respiras. Parece que ya está.
Miras a tu alrededor buscando la novela. Estaba interesante. Justo hablaba de una trama muy original sobre ortografía y vacaciones. Tiene gracia: se había levantado viento, el libro que leía el prota había volado y… como si describiera lo que te acaba de pasar.
Una preciosa joven viene hacia ti. Lleva un libro en la mano y sonríe. No es Navidad, pero suenan campanas. Tus ojos y los suyos han entablado una conversación mientras el par de increíbles piernas avanzaba.
—Tu libro. Qué viento, ¿verdad? —dice la mujer extendiendo la mano y ampliando la sonrisa.
Ahora sonríes tú también y la suya se congela; hasta se le podría hacer una caricatura con la cara de pasmo cuando ve tu colmillo picado, un «paluego» acantonado entre tus dientes y el boquete que se te abre entre molar y molar.
Esto es lo que pasa cuando la chica se enfrenta a tu ortografía nefasta. O cuando el chico, que la ortografía no entiende de sexos.
Ella, muy seriecita, se da la vuelta. Tu oportunidad —qué tontería más grande, cómo ha podido pasar—, se fue al garete.
Ortografía y vacaciones: cuestión de amor propio
Los accidentes de tu boca son a tu aspecto físico lo que la ortografía es a ese otro aspecto relacional tuyo: una vez que te hemos visto la facha, queremos saber quién eres, cómo te comunicas, cuánto de suelto vas por la vida… hablada y escrita.
Voy a decir una obviedad: el interés por el otro está fraguado de detalles.
Conoces a una chica, habéis hablado un poco y quedado en concretar cita por wasap. Con una mala ortografía puedes estar perdiendo algo más que una oportunidad: puedes hasta estar diciendo lo contrario de lo que querías decir ¡y no enterarte!
Imagina que te plantea ir hoy al cine o dejarlo para otro día y tú le dices: «No no quedamos», cuando lo que querías decirle es «No, no; quedamos».
Lo que viene después es un cuarto de hora deshaciendo entuertos y, al final, una conclusión: no te enteras de qué va la vaina.
No se le pueden pedir sonatas al campanario.

Que no te veas en una así por culpa de la ortografía.
Anda, hazme caso y llévate un táper con la ortografía y… que te cundan las vacaciones.
Propina 1
Y cuando regreses, apúntate a un curso como este que ofrece EFE, la Escuela de Formación de Escritores. Hay todo un arsenal de artillería lingüística. Lo he reunido yo misma para la salvaguarda de tu amor propio mientras comparto belleza contigo.
Propina 2
Hoy me las había prometido ligeras, que es agosto supino, así que voy terminando: ¿sabes que cometer un error en la reserva de un vuelo puede costarte una pasta? Tal cual. Echa un vistazo a esto.