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Para qué hablar de marca personal con la que está cayendo, dirás. En cambio, a mí me parece que es un momento idóneo para sacar el tema; entre otras cosas, por esto que decía Darwin y que tanto hemos repetido: «No son las especies más fuertes las que sobreviven, ni tampoco las más inteligentes, sino aquellas que mejor se adaptan al cambio».

Claro, habría que ver qué implicaciones tiene eso de «adaptarse mejor al cambio». Y de qué cambio estamos hablando.

De qué cambio hablamos

Antes de que la amenaza de la neumonía fatídica nos metiera de cabeza en casa o en los hospitales, ya estábamos: la inteligencia artificial, el big data, lo digital. Todo esto venía cambiando muchas de las formas tradicionales de trabajo y dando lugar a estilos más horizontales. Nos empujaba ya a incorporar nuevas competencias.

Hablar de marca personal con la que está cayendo

O construyes tu marca personal o te las ves con un competidor que no hubieras imaginado.

Quiero decir: quien más y quien menos ha probado la formación en línea y da por supuesta la necesidad de aprendizaje permanente. La velocidad de respuesta ha dado un salto cuantitativo. Esto influye en la posibilidad de interrelacionarnos; como consecuencia, nos acerca también la posibilidad de brindarnos a entornos que no hubiéramos sospechado antes.

Los retos nos desafían, sin ninguna duda, pero también nos forman. Y estos han llegado para quedarse. Dentro de nada, habrá muchísimas cosas que hagan las máquinas. La intriga es qué hará cada uno de nosotros que todavía no puedan hacer ellas.

Y si estamos dispuestos a desarrollar competencias de esas que llaman transversales. La Wikipedia tiene una breve entrada que las define. Saber manejarse con la incertidumbre es una de ellas y —dicho en términos de andar por casa— sacar cinturita a la hora de relacionarse y responder es otra.

Para qué hablar de marca personal cuando no eres alguien popular

Cuando no eres ni famoso ni te conocen fuera de tu casa —los amigos no cuentan—, ¿para qué hablar de marca personal?

Justo por eso, porque algo se ha roto en el devenir acostumbrado. Se llama «punto de inflexión» y nos afecta a todos: no solo a famosos-jóvenes-flacos.

El concepto de marca personal está ligado a trabajar en cosas que te gustan y a dar un paso previo: expresar tus talentos. ¡Eh!, nada raro: talento es todo eso que tú y yo tenemos en algunas áreas. El asunto estriba en sacarlo a pasear.

Y ahí es donde suele estar la china.

Ahora sé que te estás preguntando si todo esto es obligatorio. Y no. Solo es obligatorio si aprieta. Si la china molesta. Si no, mantente por la veredita de siempre.

Pero si aprieta, si lleva tiempo apretándote, igual tienes que seguir leyendo.

La marca personal te exige exponerte

Expresar los talentos, aunque se trata de algo que tienes, parece algo sencillo y no lo es. Los hechos avalan esto que digo: solemos rodearnos de explicaciones y justificaciones que refrendan ese «no es posible». A veces, porque se entromete el síndrome del impostor; otras, porque nos parece de una inmodestia supina.

Apostar por una marca personal sirve para contraatacar las pegas del no; para zafarse de emociones (¡ayayay!) que secuestran la capacidad de ponerse en marcha. Clic para tuitear
Para qué hablar de marca personal

Este también le da vueltas a la cabeza: le está viendo sentido a esto de la marca personal. Justo ahora.

Y justo: con la que está cayendo, esto es imprescindible. Más de un trabajo se está viendo amenazado y pide habilitar estrategias nuevas.

Pero ¿será posible?

Tener como objetivo una marca personal te compromete a:

  • Adoptar compromisos contigo mismo de la mano de compromisos con las personas a quienes ayudas.
  • Apoyarte en tu propia experiencia y entresacar valor de ella.
  • Abandonar el sonsonete del «y qué vas a hacer», «esto es lo que hay», «todo es una mierda».
  • Trabar conversaciones y relaciones con otras personas.
  • Pensar «en bonito».

Esto de pensar en bonito tiene que ver no solo con la estética, sino con la ética. Una marca personal es así de exigente y comprometedora. Te obliga todo el tiempo a revisar tu recorrido. Ah, sí, y a actualizarlo.

De modo que la marca personal te obliga a conocerte a ti mismo, tu forma de conducirte, tus miedos.

Para qué hablar de marca personal si no va de postureo

El postureo solo sirve para quienes tienen el foco puesto en parecer más que en ser. Y es, sobre todo, fuera de ahí donde el concepto de marca personal adquiere todo su valor. Y si lo tuyo no va de postureo, pero sí de chinas que molestan, más aún.

Salirse del postureo es salirse de la banalidad. Cada vez hay más gente con dificultades para acceder a cursos, a formación, a ciertos servicios. Gente real, como tú y como yo, que necesita recobrar la confianza en que hay salida, renovarse. Y que no sabe cómo.

A lo mejor tú sabes un poco más. Entonces buscas a quienes hablan tu mismo idioma.

—Pero ¿si ya lo hablan?

—Ese es un punto de partida. Necesitas un punto de apoyo: intereses de un lado y de otro y un punto de intersección. Habláis el mismo idioma, pero tú dominas algunas estructuras que ellos no. Puedes echarles una mano.

Por cierto: no busques parecerte a nadie; otros siempre son más delgados, más rubios, más jóvenes y más guapos.

Y no te tomes en serio casi nada. O te condenas a pasarlo mal.

Pero desempéñate como si te tomaras en serio.

Y para qué hablar de marca personal desde un punto de vista funcional

Porque sirve para ser como quieres ser. Si en algún punto tienes algo que ver con lo que está pasando, te exige responder, y hacerlo de la manera más eficaz posible.

Ahora bien, quieres hacer algo: sabes cómo, empiezas, pero algo pasa que no perseveras. No soy terapeuta ni coach, pero tengo mi propia idea de por qué no funciona y es esta: necesitas tener algo que te emocione para perseverar.

Si piensas en que hay gente con dificultades a la que puedes tender una mano; si ves que hay gente a la que puedes dirigirte como un igual con más experiencia, sacas la marca personal de esos lugares en los que puede estar confinada (¡huy!, confinada digo; de dónde lo habré sacado).

Marca personal y para qué hablar de ella con la que está cayendo

Todo empieza con una primera conversación, incluso el establecimiento de tu marca personal.

Salirse de los lugares preestablecidos. La oficina actual está en la forma en que eres capaz de generar conversaciones.

Poner la atención en quien puede ser tu cliente y brindarle la mejor ayuda posible te pone en el camino. Y eso te exige:

  1. Invertir en ti y en una formación continua: convertirte en tu mejor proyecto.
  2. Relacionarte con personas de lo más variadas, cuidar qué ofreces y cómo interactúas.
  3. Generar valor, transmitir contenidos que generen interés.
  4. Enfocarte en tu manera de aprender: tú eres tú y no te comparas con nadie.

Cambios que empujan y propósito

Los cambios suelen darse en forma de pequeños movimientos que exigen ajustes modestos. Hasta que, de pronto, hay uno que sobreviene forzándote a levantar el culo del asiento. Ya está aquí.

Todo nos empuja a ser cada vez menos pasivos; a cuestionarnos por qué pasa lo que pasa y por qué y para qué hablar de marca personal es más urgente que nunca.

El desafío es cómo aumentar la confianza entre clientes y colaboradores. Lo siguiente, marcarte una estrategia. Y sin esperar a mañana. Es hoy cuando emociones y marca personal desayunan, comen y cenan juntas.

Hay barcos que se hunden mientras los músicos insisten en seguir tocando. La metáfora es hermosa si se trata de perseverar, contra viento y marea, en un proyecto ilusionante; no lo es tanto si se trata de ponerte a ti mismo contra las cuerdas. 

El mundo estable ha desaparecido. La mitad de las empresas asiste a su propia defunción a los cinco años de crearse. Tienes que decidir si pretendes seguir encomendado a ellas o crear tu propio bote salvavidas: se llama propósito, actitud e iniciativa.

Volveremos sobre ello.

Propina

No hay pruebas de que la afirmación sea de Einstein, pero nos sirve de cualquier modo: «Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes». Y el mundo ya ha cambiado y vaticino que el cambio ha venido para quedarse, y no solo para que nos carguemos el virus de la disrupción.

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