Parece que marca personal y estilo son dos conceptos indisolubles: marca sin estilo es como jinete sin caballo, casa sin cimientos o patada sin balón. Y parece más fácil hablar de estilo referido a colores, logos y parafernalia visual; a todo eso que llaman look que a otra cosa.
Esa otra cosa es la que nos interesa aquí.
Cómo hacerse un estilo
Un amigo te cuenta una serie de anécdotas acerca de su vida amorosa. Son anécdotas jugosas, sazonadas de detalles. El tipo tiene una vida nutrida en ese sentido y no ha reparado en gastos. Es más, te va a pasar el material por escrito para que lo revises, porque ahí hay un filón. Tú le pones unos adjetivos así o asá y lo reparas un poco. Os vais a forrar. Las regalías, a medias.

Aquí, el amigo que busca seguir añadiendo anécdotas que apuntalen su marca personal y su estilo.
Y lo lees. Y no hay premisa ni conflicto narrativo ni puntos de giro o complicaciones, ni personajes consistentes. Le falta complejidad. Bueno, digo mal: hay un personaje, tu amigo y sus accidentes o circunstancias, igual a sí mismo todo el tiempo. Nada de lo ocurrido le ha modificado un ápice en el transcurso de sus correrías.
Hay anécdotas, palabras y hay estilo en la manera de decir del amigo. Un estilo con el que te cuenta desde dónde habla (o desde dónde escribe), qué emoción predomina, el valor de lo vivido y su necesidad de interesarte a ti en ello.
Pero no hay literatura.
Parafraseando a José Saramago: por mucho que contemos nuestra vida o que alguien nos cuente la suya, mientras no sepamos quiénes somos, las historias se tambalean. No existen. Habrá estilo, pero no hay marca personal.
Autoconocimiento y el yo soy así
Yo soy así, sí, pero ¿cómo es así?
Siguiendo con la paráfrasis: la criatura que fuiste quedó atrás, como quedaron atrás tu etapa adolescente y la adulta de tu primera juventud. No puedes volver ahí. El puente, ¡plaf!, se rompió. De lo contrario, podrías ir y venir sin cuidado.
Solo puedes re-crearlo.
La idea que traigo es la siguiente: para hacerte una marca personal y un estilo particular, necesitas conectar contigo; con una intimidad que tal vez no es tuya sola, sino un recreo de intimidades que anidan en ti. Share on XDe algún modo, debes desplegar el acordeón de ese yo y rehacer el puente. Se fueron juntando tablillas, ménsulas, rellenos, barandas; hasta el ensamblaje de todo ello no era puente. Ahora está delante de ti. Te ofrece la posibilidad de reconocerlo, describirlo y darle una función, un sentido.

Darle sentido a una historia implica conocer la entrada, la salida y los vericuetos que conducen a ella. En la manera de hacerlo se juegan la marca personal y el estilo.
Y puedes hacer igual con los puentes que te conectan con los demás. Pero nunca antes de haber reconstruido el tuyo.
El eco de lo vivido viaja contigo. Se trata de que le des valor.
Ser competente, tener estándares altos, conquistar un estilo propio
Ser competente
Si dices que puedes hacer algo, te has preparado para ello y lo haces bien, eres competente. Este es un ingrediente básico para fundar una marca personal. Pero hoy día hay muchísima gente competente en cada área que se te ocurra, de manera que, aun siendo un elemento básico, no es suficiente. Esto, sin mencionar a quienes se tienen por competentes en un área sin serlo y que ocasionan no pocos estropicios.
De ahí se deduce que, dentro del pilar de la competencia, hay niveles de calidad.

Estas tres entrenan decididas a que no las pillen en un renuncio. Tienen estándares muy altos.
Si te dedicas a algo de lo que sabes muchísimo y más que otros —si sabes latín, como se dice vulgarmente, aunque hoy casi nadie sepa latín—, puede ser suficiente; si no, te vendrá bien seguir añadiendo patas.
Hasta este punto, sabiendo hacer algo y haciéndolo, diríamos que tienes un producto.
Tener estándares altos
Otra de esas patas son los estándares con los que te manejas, tu grado de exigencia en el marco en que te mueves. Por ejemplo, un estándar mío es la publicación de artículos en este blog con periodicidad semanal y de no menos de setecientas palabras. Y otro: hacer tres revisiones para cada encargo de corrección.
Aquí hay un totum revolutum fabuloso: quien se cree muy bueno y es bueno sin más; quien se cree bueno y es solo regular; quien se cree mediocre y es bueno; quien se sabe bueno y lo es y, así y todo, se empeña en mejorar.
Este último, además de un producto, tiene un buen producto. Es posible que tenga incluso un producto excelente; y con toda certeza, una probabilidad alta de tener una marca personal y un estilo propio. En tal caso, hablaríamos no solo del desempeño de una profesión con una calidad fuera de duda, sino de una gran capacidad comunicativa; y me atrevería a decir que de un alto grado de honestidad y una excelente relación de la persona consigo misma.
Desde mi punto de vista, es el perfil ideal del auténtico acreedor de la marca personal y el estilo propios.
Conquistar un estilo propio
Estilo, para mí, es capacidad de llegar al otro, de tocarle la fibra. Recuerda ese anuncio de Coca-Cola que decía…
Para los gordos. Para los flacos. Para los altos. Para los bajos. Para los que ríen. Para los optimistas. Para los pesimistas. Para los que juegan. Para la familia. Para los reyes. Para los magos. Para los responsables. Para los comprometidos. Para los náufragos. […]

Está mirando si bastará para redondear su estilo y establecer una marca personal maciza.
Con rima interna y arrasando. Habrá sido de los más comentados de su historia. Los creativos de McCann Erickson Argentina deben haber ido al cielo y no haber vuelto aún.
Pero no creemos artificios sin respaldarlos con chicha. El estilo eres tú todo el tiempo: cuando te entregas, cuando saludas, hasta cuando te brindas sin interés. También cuando decepcionas.
En la conquista del estilo, el marco de competencia se estrecha.
Referido a ti: marca personal y estilo hablan del rigor con el que trabajas, de la fiabilidad y el grado de confianza que suscitas. Share on XPiénsalo: entre dos profesionales, ¿eliges al soberbio o al humilde? Quizá al segundo, pero te replicaré que también el primero tiene su público.
Por eso mi recomendación es que te muestres tal cual eres, que muestres en qué crees, cuáles son tus valores. Hay pastel para todos.
A la conquista del estilo… literario
A la literatura conviene llegar llorado, que es como decir, vivido y reflexionado; arribar con espíritu aventurero, con ganas de descubrir y, sobre todo, de descubrir-se: de contar lo de afuera, pero de contar lo de adentro, lo que te resistes, lo que no contarías porque sabes que es provocador; lo que desencadenará retortijones, acaso, en más de uno. Para ello, es menester sacarse de la cabeza las vigas que dificultan la visión.
Dice Bryce Echenique: «Para escribir libros hay que tener un empacho de asombro». Opino que quien primero debe producirte asombro eres tú mismo.
Luego, escribir. Con disciplina, perseverancia y estándares altos. Poner ahí todo tu saber hacer.

Aplicando perseverancia, tesón y disciplina allanas el camino para hacerte con una marca personal y un estilazo… sin parangón.
El hecho es que, aunque hayas vivido todas esas etapas que he mencionado antes, no las recuerdas tal y como sucedieron. Y es bueno que sea así o no estaríamos hablando de creación, sino de constatación y plasmación secuenciada.
Para que marca personal y estilo literario se den la mano, te tocará desafiar eso que conoces; de ti o de lo que sea. Poner en palabras algo que de otro modo no existiría. Volver a decir lo de siempre a tu manera, desde donde tú ves y con tus recursos.
Hablaremos de ello, de cómo hacer para trasladar al papel lo que tan celosamente guardas. De cómo llegar a ese punto.
Propina
Bryce Echenique, de cuya marca personal y estilo literario nadie duda, decía también: «Lo que hago es recordar hechos precisos y, a partir de ahí, invento».
«Treinta y tantos años después de haber escrito mis primeros cuentos sigo teniendo disciplina, trabajo, y cada vez más corrección para mantener ese tono, esa frescura de estilo para que la gente me siga diciendo: “¿Oye, tú no corriges cuando escribes?”. Que parezca que no he corregido es el secreto mayor que tengo».

Mira esta: ¿a que parece que no corrige y que todo le sale a la primera, natural? En ello radica su estilo.
Lo mismo te deseo: años fecundos de disciplina y trabajo con más corrección y frescura cada vez. Y que parezca que no corriges.
Solo así pueden acabar aliándose marca personal y estilo… literarios.
Si se pudiera aplaudir por escrito, dedicaría una ovación a este artículo.
«Mira esta: ¿a que parece que no corrige y que todo le sale a la primera, natural? En ello radica su estilo». Al leer el fragmento citado (soy músico además de intentar «hacer pinitos» en esto de la escritura), me ha venido a la memoria algo que me daba mucha rabia cuando era principiante hasta que descubrí que ahí es donde radicaba el éxito. Me refiero a un comentario que se suele escuchar tras haber realizado una buena interpretación. Algo así como: ¡Qué facilidad tiene para tocar! «Le sale» de maravilla, como si hubiese nacido con la guitarra en la mano.
Ese «le sale», después de haber dedicado centenares de horas al estudio, se me clavaba como una puñalada hasta que descubrí lo que vale.
Hola,Jorge: gracias por ese aplauso que me llega, ¡ya lo creo que me llega!
Le sale fácil al que toca, al que escribe y también al que vuela en un escenario, pero no antes de haber dedicado miles de horas a entrenar y a calentar y de hacer ajustes cada vez que se vuelve a escena. Cada vez. Vamos a decir que en la escultura lo difícil es saber eliminar los sobrantes y en la escritura, igual. En la danza y en la música, atinar con el movimiento preciso, el acorde exacto… Y en todos los casos, que parezca que sale natural. El mérito está ahí: en hacer que parezca fácil lo difícil.
Mis respetos para ti y para esas miles de horas.