Seguro que interesa saber cómo incluir el hipérbaton y la elipsis en tus frases y textos, sobre todo, si la promesa es de mejorarlos. ¿Me equivoco?
Quieres saber cómo salir del consabido orden lógico de sujeto, verbo y predicado. Y quieres saber también —lógicamente, y valga la redundancia— cómo no fallar en el intento.
Hipérbaton y elipsis son dos recursos que vuelven tus textos más funcionales y dinámicos. Clic para tuitearEn español, la estructura clásica de la frase tiene ese orden, algo que no pasa en el euskera, por ejemplo.
Aquí lo tienes:
Iñaki [sujeto] es [verbo] mi hermano [predicado].
En euskera, en cambio, diré así:
Iñaki nere anaia [predicado] da [verbo].
Me parece pertinente la aclaración porque cada idioma tiene sus particularidades. En euskera, la posición de las palabras es determinante para comprender su significado.
En el ejemplo vemos que se privilegia el elemento de la oración que se considera más relevante. No siempre es así (en oraciones largas no suele serlo y, a veces, no lo es en otras no tan largas ni cuando quiere enfatizarse algo), pero no es asunto de este artículo.
Solo añadiré, a modo de curiosidad, que el chino mandarín (me lo cuenta un amigo que ha vivido allí y se maneja con él) tiene un orden muy estricto. Al parecer, carece de la flexibilidad de otros idiomas.
El orden de la frase en español
El idioma es un instrumento sensible. ¿Con cuanta libertad alteramos ese orden convencional para que la alteración de dicho orden no desembarque en un completo galimatías?
Esa es la cuestión, señoras y señores, amable lectora y cordial lector.
Me refiero al lenguaje escrito, porque el hablado tiene bastante más libertad. Cuando escribimos, en cambio, adaptamos el orden a lo que consideramos más relevante dentro de ese contexto (esa escena, esa descripción). O a lo que nos parece más práctico a la hora de transmitir determinado concepto.
Tiene relación directa con el estilo de cada autor.
Digamos que todo el mundo tiene interiorizada la estructura de referencia; a partir de ahí, quien escribe opera los cambios que considera más afortunados. Lo hace en congruencia con sus preferencias, en su estilo.
Mira estas frases:
El leopardo aventajó al león.
Damos más importancia al leopardo, que es quien ejecuta la acción; el león queda en segundo lugar.
El padre protege al hijo.
También en este caso priorizamos al sujeto y no a quien se beneficia de lo que ese sujeto hace. Por eso es más frecuente encontrar ese tipo de construcciones que estas otras:
Al león, lo aventajó el leopardo.
Al hijo, lo protege el padre.
Así pues, el orden depende del sentido último que queramos imprimir en la frase.
El hipérbaton en tus frases
En ambos casos, tanto si hablamos de hipérbaton como de elipsis, nos estamos refiriendo a figuras retóricas. Recurrimos a ellas casi sin darnos cuenta, incluso, cuando escribimos de forma espontánea.
La palabra hipérbaton desciende del griego hyperbainein, que significa ir por encima del orden. Esta alteración del orden, por tanto, tiene ese nombre: hipérbaton. Por ejemplo:
Bien está lo que bien acaba.
Giratoria me dejas.
Miedo me da que se salga con la suya.
Del rincón oscuro, sobresale un arpa llena de polvo.
En todos los casos, el orden lógico habría sido este otro:
Lo que bien acaba está bien.
Me dejas giratoria.
Me da miedo que se salga con la suya.
Sobresale un arpa llena de polvo del rincón oscuro.
Por cierto, ¿sabes qué personaje de ficción es especialista en hablar así, por medio de hipérbatos? Sin duda alguna, el maestro de la Guerra de las galaxias, ese personaje sabio que pone un punto de cordura en la saga. Te saldrá casi como referencia obligada cada vez que teclees hipérbaton en Google.
Aquí tienes media docena de frases del singular Yoda:
La Fuerza un poderoso aliado es.
Seres luminosos somos nosotros.
¡Mejores cosas que luchar debería estar haciendo un maestro Jedi (sic)! Pero estos son los días que vivir nos ha tocado.
Cuando me haya ido, el último de los Jedi (sic) serás tú.
La ira el verdadero enemigo es.
Difícil ver es. Siempre en movimiento el futuro está.
Si pretendes mejorar tus frases con el hipérbaton
En ningún caso se trata de confundir al lector por tratar de ser original. De hecho, te conviene respetar ciertas normas lingüísticas si no quieres que quien te lea se haga un esguince mental.
Aunque aceptamos que en el hipérbaton se alteran ciertos componentes de la frase, esta debe seguir siendo comprensible. Recuerda: «Por la boca muere el pez», dicho que en sí mismo contiene un hipérbaton e invita a la prudencia.
El lenguaje tiene leyes que le son propias. Si crees lo contrario, prueba a alterar, por ejemplo, preposiciones y conjunciones:
Vino por su hermano ayer tarde, al salir del colegio.
*Vino hermano su por tarde la, salir al colegio del ayer.
Es como quien quiere pasarse de original a base de montar párrafos de quince líneas o a base de hachazos. De manera que te conviene seguir estas reglas:
- Lo que escribas tiene que ser comprensible.
- Respeta la relación intrínseca de los elementos de la frase.
- Pon el eje en la cláusula que tiene más relevancia.
En el ejemplo anterior, si alteras elementos como su, por, la, al y del armas un embrollo estupendo. Nada de lo escrito tiene sentido.
Si tomamos el mismo ejemplo como referencia, podría quedar así:
Ayer tarde, al salir del instituto, vino por su hermano.
Algunos ejemplos más de hipérbaton que puedes valorar
Aquí van unas cuantas frases más para que compares y hagas tus propias tentativas. Destacadas en negrita, las cláusulas que alteran el orden de los elementos en la frase convencional.
En lugar de esto…
Me asaltó una doble sensación de desorientación al encontrarme con él tan de repente me dejó sin recursos
… esto otro:
Una doble sensación de desorientación al encontrarme con él tan de repente me dejó sin recursos.
O esto…
La alegría era lo más sorprendente de su presencia en el evento
… en lugar de esto:
Lo más sorprendente de su presencia en el evento era la alegría.
Cuando escribas, valora distintas posibilidades; valora cuál se ajusta más a lo que quieres destacar.
- Las ganas de vivir allí se me encendían como si me atizara un relámpago cada vez que contemplaba el agua cabrilleando en la superficie del lago.
- Cada vez que contemplaba el agua, cabrilleando en la superficie del lago, las ganas de quedarme a vivir allí se me encendían como si me atizara un relámpago.
- Las puertas se abrirán esta noche ante habitaciones desiertas.
- Ante habitaciones desiertas se abrirán esta noche las puertas.
- Lo quieren donde no se ha previsto nada para celebrar el concierto.
- Donde no se ha previsto nada para celebrar el concierto es donde lo quieren.
- Sus mentiras me dejaron fuera de combate, en un terreno de hostilidad superlativa.
- Fuera de combate, en un terreno de hostilidad superlativa, me dejaron sus mentiras.
La elipsis en tus frases y textos
La elipsis es otra de esas figuras retóricas que empleas casi sin darte cuenta. Es sumamente útil para no sobrecargar los textos de repeticiones baldías, por supuesto, siempre que el sentido no quede afectado.

«Adivina cómo tengo la otra mitad».
Si buscas elipsis en internet, te encontrarás con esto: es información que el autor omite de manera consciente, bien para crear intriga, suspense o porque no es necesaria.
Cuando dices…
Él está en el laboratorio y yo, en la sala de máquinas
… omites un verbo que se sobrentiende sin duda alguna, aun cuando la construcción completa sería así:
Él está en el laboratorio y yo estoy en la sala de máquinas.
Sin ese segundo verbo, hablamos de una elipsis gramatical.
También cuando escribes narrativa omites información que el lector extrae por el contexto (y si no lo haces, deberías hacerlo).
El detalle pormenorizado de cada paso que los protagonistas dan desde que se levantan hasta que se acuestan (salvo que sea un prodigio estilístico) aburre al lector mejor predispuesto.
Pon que el personaje se levanta, se prepara, va a la oficina (que es donde le pasará hoy lo que menos se espera), sale de ella con una caja y cuando vuelve a la casa, se desviste y se acuesta.
Son acciones que lleva a cabo en un día y que, en ese transcurso, son secuenciales. ¿Tienes que narrarlo todo, dedicarle a todo el mismo pormenor?
Cómo mejoras tus textos narrativos con la elipsis
Respondamos a la pregunta anterior: definitivamente, no. Ni mucho menos.
Contarás lo esencial.
Solo si es esencial el ritual que lleva a cabo antes de salir de casa, lo detallarás. ¿Y cómo sabes si es o no esencial? Por ejemplo: si cuida mucho su aspecto —trabaja en un centro de estética—, lo destacarás porque justo ese día en que ha invertido un tiempo desacostumbrado es el de su despido.
Pasar del instante en que abandona la oficina hasta el siguiente momento relevante lo consigues con fórmulas de este tipo:
Durante el almuerzo…
Por la noche…
El sábado siguiente, dos días después de su desgracia…
El resto de los días hasta la cena con sus colegas pasó demasiado tiempo entre bares y centros comerciales.
Aquella noche estaba satisfecho: había pasado dos días sereno.
El lunes por la mañana, después de un fin de semana anodino…
Aunque solo había pasado una semana de no verla, lo más desconcertante era su soledad.
Total: el detalle de lo que pasa entremedias, como no añadía nada relevante, te lo has cargado, lo has elidido.
Nada hay más tedioso que esos párrafos plagados de y luego, y al rato, y cinco minutos después.
¿Tú has visto cuánto tiempo pasan los personajes comiendo en una película? Todos esos momentos que carecen de interés dramático (salvo que se desee una escena así por una razón concreta) están suprimidos, elididos.
El hipérbaton y la elipsis en tus frases y textos
Emplea ambas figuras retóricas cuando quieras mejorar tu estilo; cuando te hayas dado de bruces con la paja en otros textos o en los tuyos propios; cuando te preguntes cómo ganar en concisión e ir al grano (tanto en la frase como en cada texto que escribas); si tu preocupación ha pasado a destacar solo lo necesario.
En una novela se cuentan muchas cosas, se describen contextos, se detallan mil menudencias. Si todo ello contribuye a crear una atmósfera sugerente, es la plataforma perfecta, pero es difícil alcanzar eso de entrada. Y menos, hoy, que vivimos con tantas prisas y que queremos triunfar a lo grande por caminos cada vez más cortos.
Si se te va la mano en contar, entrénate con microrrelatos. Un microrrelato ha de ser por fuerza un ejercicio de prestidigitación literaria.
No me la has pedido, pero te hago una recomendación: si no tienes práctica, no escribas novelas largas. Microrrelatos, microcuentos, cuentos, relatos cortos, novelettes… constituirán la maquinaria de tu gimnasio narrativo.
Sugiere, insinúa, sé sutil. A los lectores (¡hola, lector!) les encanta leer entre líneas, vivir las peripecias de los personajes de forma intelectualmente activa.
¿Qué quiere decir esto?
Algo tan sencillo como que la lectura permita aventurar, conjeturar, hacer apuestas sobre lo que pueda pasar. Ensaya con metáforas, busca que las repeticiones, de haberlas, obedezcan a una intención literaria.
Propina 1
No aburras a tus lectores. El aburrimiento se paga con el abandono de la lectura.
Sé exhaustivo solo cuando lo que cuentes sea jugoso, comprometa más y más a los personajes. Omite todo aquello que quien lee pueda deducir, suponer, extraer por el contexto.
Sorpréndelo: dale algo que no espere, que se cargue las suposiciones que se ha ido haciendo a lo largo del recorrido. Tanto la elipsis como el hipérbaton (también la metáfora, ciertas atinadas repeticiones) harán que el ritmo de tu novela marche al galope.
Propina 2
Termino con un hipérbaton que me ha dado en el ojo al abrir La mujer rota, de Simone de Beauvoir:
Antes de llegar a una confesión completa, me «cansó» como se cansa al toro.
Es una espléndida novela en cuya solapa se puede leer:
«La gente feliz no tiene historia. En el desconcierto, la tristeza, cuando uno se siente quebrantado o desposeído de sí mismo, experimenta la necesidad de narrarse».
Habla de tres mujeres: una tropieza con la fatalidad de la edad, otra está irremediablemente sola y enarbola un monólogo caótico; y una tercera queda desposeída «hasta de su mismo ser cuando el amor le es rehusado».
Termina diciendo esto: «Me siento solidaria de las mujeres que han asumido su vida y que luchan por sus objetivos; pero eso no me impide —al contrario— interesarme por aquellas otras que, de un modo u otro, han fracasado, y, en general, por esa parte de fracaso que hay en toda existencia».
¿A que te dan ganas de leerla?
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Muy buen artículo, aunque hay escritores que usan el hipérbaton sin demasiado criterio o para dar la impresión de que manejan más recursos pero lo único que hacen es complicar los textos. Ante la duda mejor sujeto y predicado de toda la vida.
Hola, Juan Antonio:
Ya sabes lo que dice el dicho: «La ignorancia es atrevida». Hay quien, por querer ser original, es capaz de hacer auténticas contorsiones. Lo suyo es, desde mi punto de vista, poder argumentar por qué se hace lo que se haces; es decir, cuál es la intención subyacente (sin pamplinas; con argumentos, como digo).
Gracias por asomarte.
Un abrazo literario.