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Las dificultades en la ruta de la marca personal acechan. A veces hay que parar, dar un paso atrás y ver qué no funciona.

Soy experta en ir haciendo talla de mí. No son muy distintos los pasos que hay que dar para hacerse con una marca personal.

Tres dificultades en la ruta de la marca personal

A) Ya me lo sé o sus variantes: ya sé de qué va, a ver de qué va, yo eso ya

Tienes un objetivo: hacerte con una habilidad, resolver un conflicto, cambiar de trabajo, perder peso, ponerte en forma, escribir un libro.  Una mañana te levantas decidido. Te apuntas a un curso, a un gimnasio o empiezas a escribir y tecleas seis mil palabras del tirón. Al día siguiente, tres mil.

Sabes cómo va. Avanzas. La idea es sacar lo mejor de ti, pero poco a poco te das de bruces con la primera dificultad en la ruta: tú mismo.

Pero aún tienes un resto de amor propio y sigues.

Y un nuevo pero asalta: tu posición de salida es la competitividad; hacerlo mejor que esa persona a la que admiras. Pero es un palito que pones en los radios de la rueda, porque puede que esa persona tenga especial predisposición física para hacer el pino puente sin fracturarse nada. O que sea una máquina escribiendo. Tú, en cambio, tienes unos kilos de más y una flexibilidad nula. O tienes que afinar en gramática, sintaxis, estilo.

Es septiembre y vuelves a dar con el trasero en la estática del gimnasio. Te apuntas a un curso para escribir novela. Buscas el modo de racionalizar tu producción de palabras: quinientas tampoco están mal.

Yo ya tengo una marca personal. A mí qué me vas a contar...

Este ha superado todo tipo de dificultades y su marca personal la conocen hasta fuera del orbe.

Cuando esto te ha pasado varias veces sin los resultados pretendidos, llegas a los cursos o al gimnasio con cara de ya me lo sé, si sabré yo de qué va. Con el morro ladeado y la actitud de a ver si me cuentan algo distinto.

Yo eso ya.

B) Perfeccionismo

O hacerlo como ella o no hacerlo es otra de las dificultades en la ruta de la marca personal. La voz que te anuncia de forma machacona que no sabes lo bastante. Hmmm, sí: todavía puedes mejorar. Fíjate en cómo lo hacen otros. Lo que tú haces no está lo bastante bien.

Esa voz es muy petarda. Continuamente te monta un debate entre mejor y perfecto. Y tú ya venías con que o se hace bien o no se hace.

El perfeccionismo es enemigo de la marca personal.

—Aspiro a que mi marca personal sea como la de ese de ahí arriba.

Ahora ese bien ha cobrado un significado nuevo: perfecto.

Y nunca lo es.

C) Ladrones de tiempo

¿Por qué antes de lo que tienes agendado haces una visitilla (solo una, solo una, solo un…) a las redes?

El móvil ahí, cerquita, que no escape. Igual entra un wasap urgente o te hace alguien un comentario aquí o allá que no puede esperar. ¡Cómo no ver cuanto antes si tienes un nuevo seguidor! Por favor…

Cuando quieres darte cuenta, acabas zambullido; ni sabes cómo.

D) Demasiado difícil

Nada es fácil cuando tratas de abrirte camino en la selva: no lo es hacer conscientes las trabas personales; tampoco lo es implementar las acciones que demanda  la puesta en marcha de lo nuevo.

Cuatro dificultades más en la ruta de la marca personal

Las dificultades en la ruta no han hecho más que empezar. Son unas cuantas, cada una con su máscara. Si no las tratas de tú a tú seguirán estando ahí por los siglos de los siglos.

E) Infoxificación

Supongo que escribes. Sabes que escribir hoy no es como escribir hace treinta años. Ni como hace veinte. Hoy tienes que desarrollar una profesión paralela: la de promotor de ti mismo; familiarizarte con cantidad de herramientas para darte a conocer y que otras personas sepan cómo dar contigo. Para poner luz sobre ti.

Y la voz del no vuelve machacona: unos dicen que hay que hacerlo así; otros, que hay que hacerlo asá. No hay modo de aclararse.

Las dificultades en la construcción de la marca personal.

—Quién me mandaría a mí meterme a construir una marca personal.

Eso no es para ti.

Quién te manda a ti meterte en esto.

F) El enemigo está fuera

Todo está fatal. Nada te ayuda. Los políticos, los vecinos, la crisis, el mundo que se va al garete.

Y nada tiene que ver contigo. Tú solo eres la parte perjudicada.

Haces un curso. Te seduces con la idea de que después darás el pistoletazo de salida. Y no. Con ese has aprendido un poco, has implementado casi nada… y el resto del tiempo te has dedicado a rezongar.

Conclusión: los cursos son un timo.

G) Síndrome del impostor

¿Tienes que ser experta, persona que me lees?

Te comparas. Siempre hay alguien que sabe más que tú, luego eres un fraude.

¿Sabes que hasta un 70 % de humanos somos víctimas de este síndrome?

Es una de las dificultades más generalizadas en la ruta de la marca personal. Y es también el eco de la parte más insana: la voz del saboteador interno.

H) Tecnofobia

Esto es más de lo que soy capaz. La tecnología es como los manuales de instrucciones: nada sale a la primera. ¿Vídeos? ¿Tutoriales? ¡Pero quién aprende con eso! Y vas a un curso e incorporas el 30 % de lo que te cuentan…

Definitivamente, la tecnología no es para ti. 

 

La marca personal del escritor tiene dificultades muy particulares.

La marca personal del escritor tiene sus propias dificultades. —¡Esta es una pasión inútil!

Reflexión:

Me está saliendo un artículo grisoscurocasinegro. Voy a tratar de arreglarlo antes de irme, pero ¿a que sí, a que te reconoces en alguno de estos puntos?

 

El error está en el foco: las dificultades en la ruta de tu marca personal están en ti

No va de ti.

Va de quien sabe menos que tú.

No es a ti a quien has de alumbrar, sino a esa otra persona. Míralo así y verás como desvías el foco de ti a ella.

Imagina: alguien te pregunta por algo que tú sabes. No esperas a tener tooodos los datos. Respondes. Si acaso te interesa el tema, investigas; pero investigas después. Y se lo añades después.

¿Quieres ser un referente, una autoridad en tal o cual cosa? ¿Lo tuyo es la gloria de ser reconocido? ¿Es, más bien, echar una mano a quien sabe menos?

La diferencia es sustancial y es lo primero que debes tener claro.

Superar las dificultades en la ruta de la marca personal

La palabra que trae la clave es propósito.

Un propósito es algo en virtud de lo cual el mundo es un poquito mejor.

Solo puedes hacerlo aupándote, construyendo una versión en la que ya eres como te gustaría ser.

¿Sabes qué pasa si no lo haces? Las cosas se detienen y acarrean consecuencias directas e indirectas y flecos directos e indirectos. Ana González Duque habla de ello en este podcast.

Termina diciendo que no podemos predecir el futuro, pero sí las consecuencias de no picar piedra en la dirección de los objetivos marcados. Y habla de algo fundamental a la hora de emprender… lo que sea: pasión, perseverancia y paciencia.

Ante el síndrome del impostor

No tienes que ir de experto si no lo eres. Hay veces en que necesitas un experto para salir de un atolladero, pero otras, quizá te espantan; tal vez los percibes demasiado lejos de tu situación personal. Puede que sientas que no empatizan contigo.

A otras personas les pasa igual. Es probable que tu experiencia se parezca más a la suya y que se te acerquen desde ahí.

Solo tienes que ir de lo que eres, de formarte sin desmayo  en cada área que te interesa. Por cierto: lo que piensen los demás… es cosa suya.

No te queda otra que aprender a gestionar el estrés, a lidiar contigo y con lo que te llega. Camina, haz estiramientos, lee cosas que te den alas, investiga, date opciones.

Busca personas que estén en tu misma situación (los llamados grupos de mastermind te ayudan a poner en valor lo que merece; comparten tus mismas inquietudes y saben de lo que se habla; son grupos que podríamos llamar, en la lengua de Cervantes, de trabajo creativo).

Los grupos de mastermind son una solución a las dificultades en la construcción de marca.

Ahí los tienes, aportando soluciones: ante cada dificultad, cuentan con al menos tres propuestas.

Si algo no te gusta o no quieres pasar tiempo ahí, delega. La posibilidad de hacer intercambios es una opción.

Más soluciones para afrontar las dificultades en la ruta de la marca personal

Piensa que es mejor hecho que perfecto; mejor bueno que perfecto. Si en un momento tienes que decir no sé, dilo. Nadie nace sabido. Puedes investigar después y volver sobre tus pasos con lo que hayas descubierto.

Si alguien te advierte de un error, agradéceselo; si tienes que rectificar, rectifica.

Desconecta: silencia notificaciones y móvil; llévatelo lejos, fuera de tu alcance (dile quién manda en casa). Todo puede esperar. Que el mundo tape sus agujeros no depende solo de ti. Estás ocupándote de tapar los tuyos.

La queja no conduce más que a desestabilizarte y robarte energía. Enfócate en lo que puedas hacer. Haz preguntas concretas para resolver cosas concretas.

Y no quieras hacerlo todo de golpe.

Ponte objetivos para hoy; semana a semana, mes a mes, año a año. Acciones concretas que te aproximen a esa meta más grande. A menudo menciono a Jack el Destripador; le gustaba decir aquello de «mejor vayamos por partes».

Mírate desde la perspectiva de tus ochenta o noventa años y cuéntate qué quieres ver de ti, en qué te has convertido.

Responsabilízate. Ni es el político de turno ni tus amigos que son más cómodos que tú o más suertudos; ni es el trabajo que está fatal. Si esperas a que el mundo cambie, te saldrá musgo y, si no me crees, al tiempo.

El mundo no cambia para complacerte a ti. Eres tú quien tiene su propia sartén: agárrala por el mango.

Las dificultades en cualquier camino se resuelven dando pasos concretos

Si la experiencia de ese curso no ha sido todo lo redonda que esperabas, repasa lo que has aprendido, toma las medidas que puedas tomar. Familiarízate con lo nuevo. Disponte para el curso siguiente, sea cuando sea. Hoy día, la formación es continua. No hay un momento en que ya lo sepas todo.

Las dificultades en la ruta de la marca personalSolo recuerda qué te puso en marcha; qué te impulsó al desafío; a qué estabas decidida.

Preguntar, ver vídeos, buscar tutores, dirigirte a cursos específicos. Lo que no te sale hoy, seguro que te sale mañana. A veces, lo nuevo necesita tomar asiento en tu casa; y tú, invitarlo a tomarse algo y familiarizarte con él.

Propina 1

Haz que tu palabra valga: la que te das a ti misma, la que das a los demás. Si el mundo está hecho un asco, limpia tu trocito.

Y limpias… siendo coherente: acortando distancias entre lo que piensas, lo que sientes, lo que dices y lo que haces. Si otros no lo hacen, es cosa de otros. La primera ventaja es que vas a detectar rápidamente a los impostores.

Y limpias desarrollando empatía; primero, hacia ti; segundo, hacia los demás.

Propina 2

Deja de compararte. Déjalo si en lugar de estimularte a dar lo mejor de ti, te saca de tus casillas, te quita energía.

Si tienes que medirte con alguien es contigo misma. Tienes tu propia forma de aprender, unos compromisos pactados y un tiempo concreto que destinar a cada uno de ellos. No hay nadie más en tu pellejo que tú. Solo tú puedes administrarte.

Propina 3

Me comparo con cómo era hace diez o veinte, treinta años incluso. Hay un hilo conductor, un magma reconocible, pero no soy la misma. Algo sustancial ha cambiado.

Se mantiene la pasión, porque algo personal se me jugaba.

Mantengo la perseverancia, porque hay cosas que siguen estando en mi carpeta personal de pendientes.

Y le voy echando paciencia —mucha—, porque no todo sale a la primera.

Te dejo esta cita. Ojalá te inspire:

Un pájaro posado en un árbol nunca tiene miedo de que la rama se rompa, porque su confianza no reside en la rama, sino en sus propias alas.

Anónimo

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