Cómo contar una historia que sirva para reforzar la marca personal es emplearse en un juego apasionante.
Hay que contar historias. Los datos y la estadística dejan frío al más pintado: no lo seducen, no le conmueven. Mantienen al público atornillado a su sillón, diciendo sí con la cabeza y sintiendo «vaya, y a mí qué me cuentas». Te aborrecen mientras te escuchan y, al salir, se olvidan de ti.
Las buenas historias se preparan, tienen un fondo racional. Un resumen, por bien contado que esté, no funciona igual. Clic para tuitearContar una historia tiene el poder de dirigir a las personas a un lugar que no es otro que la fibra de quien las escucha. Requiere una estrategia. Christian Salmon habla de «formatear las mentes» y se enfada mucho cuando ve que las historias sirven a fines bastardos. Coincido con él en que hay que ir más allá de lo simbólico y enfocarse en criterios profesionales que demuestren la capacidad de innovar. Y de ser verdad.

Las historias han de ser consistentes, sostenerse sobre dos patas: una emocional y otra racional.
Las historias y la marca personal
Tu proyecto es ser alguien reconocible por uno o varios distintivos. Puede ser porque tengas un producto que nadie más vende (indudable ventaja) o una manera de hacer personalísima tuya. O no: puede ser que tengas que verte con la competencia porque eres uno más y que tanto tu producto como tu manera de hacer no sean tan exclusivos.
El desafío es destacar, anclarse en las mentes del público.
Contar una historia es más que narrarla: es involucrar en ella a quien la recibe para que actúe con la promesa de obtener una ventaja personal. Clic para tuitear
Contar historias: un verdadero arte.
Víctor J. Sanz dice en su libro que, para tener posibilidades de éxito, un buen relato de storytelling debe tener:
- Un personaje que represente al receptor del relato, que conecte con él.
- Una meta, una barrera o un reto que ese personaje debe superar.
- Un producto, un servicio o una idea que, de algún modo, ayude al personaje —y, en consecuencia, al receptor— a superar el reto.
A buen seguro que esa persona no se olvidará de ti.
Contar una historia y el plan de contenidos
Pues sí: algo tienen que ver las historias y el plan de contenidos en la consolidación de tu marca. En primer lugar tienes que:
- Identificar tus valores: estarán en el trasfondo de esos relatos.
- Sorprender a tu audiencia: nada como utilizar anécdotas de tus propias vivencias.
- Generar expectativas: provocar sentimientos ilusionantes.
- Ser de verdad, mostrar tu humanidad.
- Crear relaciones honestas.
Tu plan de contenidos es el director; dicho de otra manera: es la conexión del servicio que ofreces con tu público potencial. Con él gestionas de forma creativa tu negocio. Si no te conmueve a ti, no lograrás conmover a nadie. En tal caso, será bueno que lo revises.
Cada punto de los mencionados debe remar en la misma dirección. De lo contrario, puede que solo obtengas lo que más temes: que tus objetivos se diluyan.
Mi historia y mis valores
Si sabes un poco de mí, quizá te suene que elaboro contenidos para este blog, para otro que se llama Frontera Esdrújula y para un tercero: Servicio Técnico 365, que acaba de iniciar su andadura. Escribo también para dos revistas virtuales: Capítulo 1 y Moon Magazine.

Mi película.
Bien. Pues cada una de estas plataformas tiene sus valores y yo los comparto. Por ejemplo:
- Desde Un blog de Marian Ruiz trato de transmitir honestidad, confianza y contarte cosas, a ti que me lees, que te sean de provecho; para que tu marca sea lo que promete. Desde abajo. Me gusta ayudar y estoy empeñada en cambiar el mundo, en salir de los cuentos que son mentira.
- Capítulo 1 apuesta por ser un ágora de escritores: su valor es lo literario en toda la amplitud del concepto. Se suma el hecho de escribir como aventura para la que su equipo ofrece equipaje, avituallamiento, asistencia en carretera, cobijo.
- Moon Magazine es una revista cultural en el más generoso sentido de la palabra: arte, literatura, poesía, ocio, y todo ello con un enfoque decididamente humanista.
La parte racional de contar una historia
No todo es romanticismo, pero no importa: todo es creatividad. Las formas de vender se enriquecen con nuevos recursos. Y nadie que no tenga cierta necesidad que puedas satisfacer se interesará por ti, así que… tranquilidad. Lo que llevas a cabo es perfectamente legítimo.

Toda construcción tiene su parte racional.
Esta es la parte no romántica del asunto:
- Interactúas con tu público. Generas dinámicas de intercambio. Aprendes qué quiere, qué le gusta. Consigues afinar en la metodología, detalles o aspectos de tu propuesta.
- Ofreces cada vez mejor contenido.
- Mantienes una frecuencia de publicaciones: cumples con tu calendario.
- Hablas el lenguaje cibernético (SEO): las máquinas dan contigo y te hacen llegar a más público.
- Haces blogging: elaboras artículos que satisfacen a tu público, que le ayudan y le mantienen en contacto con tu servicio.
Aplicado a mí: escribo para que sepas que escribo, que corrijo textos y que afino en enfoques publicitarios. Escribo para que me conozcas por mis palabras, porque tú y yo formaremos parte de futuros textos y de futuras historias.
Hago otras cosas relacionadas con escribir que te podré contar en sucesivas entregas, a medida que vayan viendo la luz. Todo esto para llegar a ti.
¿A que mola este rollo de contar una historia? ¿A que tiene más enjundia de la que creías?