Contar historias basadas en hechos reales brinda la oportunidad de reformular situaciones; de darles la razón a los propios sueños.
Llegó el verano y no es el mismo de siempre. Hay blogs que ya cerraron hasta septiembre y yo aún deshojo la margarita; quizá por este apetito de contarte. Me tomaré un descanso, sí, pero antes…
Vengo a decirte esto:
Una vez que hemos superado la peor primavera de nuestra vida colectiva, asoma la oportunidad de hacer algo con ella. Algo distinto.
Hacer algo creativo con lo que pasó sirve para cambiar la historia; no solo para sobrevivir a ella. Clic para tuitear«Distinto… ¿Cómo qué?».
Una historia alternativa. Algo que no sea obvio y que conecte con un deseo; tuyo, en este caso; algo que sea posible materializar y que te permita ladear el foco de la dichosa pandemia. O adentrarte en ella, tomándola como leitmotiv de otros sucesos de tu vida.

Ahí tienes el carrete. Ahora, ve y cuenta lo que te pasó y cómo continúa.
«¿Por qué importa eso?».
Porque significará que estás vivo.
Contar historias basadas en hechos reales para reactivarse
Tanto tú que escribes como esa otra persona que te leerá os abrís a miradas nuevas que abren, a su vez, nuevas posibilidades: para eso sirve contar, sobre todo, cuando uno se atreve a hacerlo desde otras perspectivas.
Somos seres de deseo: lo dicen los psicoanalistas y lo digo yo que he pasado por un par de experiencias en ese sentido. Si alguien me dice que no tiene deseos, que se lo haga mirar, a ver si sigue vivo o se murió (de pronto, ni siquiera se dio cuenta y apenas le queda el cuerpo vacío de contenidos y vagando cual zombi).
El deseo es energía que anima. Está detrás de cada proyecto, idea, escrito, poema, estrategia; y está detrás de las historias de cama, sin duda, pero va más allá de la cama.
Este año la primavera ha sido distinta y el verano está siendo distinto (y lo seguirá siendo). Han pasado cosas con las que no contábamos. Puede que la vida nos esté pareciendo rara o absurda porque no teníamos referencias para algo así. Y nos hemos quedado con un punto de perplejidad: la ansiada normalidad no es la normalidad acostumbrada.
Pero resulta que esta es nuestra historia. Y los hechos, apabullantemente reales.
Las historias basadas en hechos reales o el barniz aventurero de la vida
Contar historias nos sirve para asumir esta frágil consistencia nuestra; nos coloca a caballo entre el juego y lo que llamamos real. El arte en general le provee a la vida de un barniz aventurero que la vuelve más vida aún. ¿Qué es más verdad o más real, lo que pasó o lo que decides contar?
Créeme: contar historias sirve para poner un poco de orden en el caos. Y contar historias basadas en hechos reales sirve para poner orden en el propio caos. Parafraseando a Salvador Pániker en su Cuaderno amarillo: es el único lugar donde puedes rastrear lo que queda de sagrado en tu vida. Él dice: «El nuevo orden sagrado surge del caos». Y trae a colación un proverbio inglés: «Si consientes que un problema te deprima, lo habrás convertido en dos problemas, siendo el segundo problema —la depre— infinitamente más grave que el primero».
Antes servía rezar. Ahora no. Pero sirve convertir en arte lo que pasa.
Deseografiar la vida para contar historias basadas en hechos reales
Imagínate cómo sería encontrarte en un momento óptimo. E imagínate un tiempo antes, entre tú y tu deseo de ir a más. Imagina que ahí colocas, por ejemplo, una historia, tu historia; la de tu vida tal como te hubiera gustado que fuera.

Recordar y hacer algo creativo con el recuerdo es la clave para librarse de su peso.
Puede ser el espaldarazo que necesitas para ponerte en pie, metafóricamente hablando, y enfocarte hacia ello. Contarás algo que conoces bien, hechos reales, y con el viraje que necesita para ser una historia que inspire. Hay muchas personas deseando leerse en otras, anhelando encontrar pistas que les sugieran posibles caminos para salir adelante.
Me refiero a todo eso que has vivido y con lo que has podido. A ese volver a levantarte que te enseñó que sigue habiendo… carretera.
Y más: porque no es lo mismo contárselo a un amigo que poner en juego elementos literarios. Los elementos literarios son claves: harán de tu vida un relato apasionante.
Historias basadas en hechos reales que reparan el pasado
Estas historias brotan cuando has empezado a amarte y ceden las corazas. Es entonces cuando estás dispuesta, persona mía, a jugártela por un deseo fuerte. O cuando ese deseo aparece sin reservas. Entonces vas y te haces mecenas de ti misma; transformas todo el sufrimiento que padeciste en alas para volar.
Georges Bracque, el pintor, decía: «El arte es una herida hecha luz». Tengo mi propia versión de esta fascinante frase: hemos de convertir las heridas en luz para evitar que nos destruyan. Y para contarles a otras personas que atraviesan etapas por la que ya pasamos, que se puede. La inspiración es un motor potentísimo.
Echa un vistazo a este artículo en el que te hablo de la Deseografía©. Sirva esto como forma de calentar motores.
Quiero acompañarte en ese proceso de tu reinvención; que te conviertas a ti y conviertas a los tuyos en los personajes que esa historia (tuya) basada en hechos reales necesita. Da igual si lo que resulta es que construyes un palacio, una casita en la montaña o un palomar. Lo que importa es que le des a tu existencia un valor estético. Lo que cuenta es reinterpretarla.
Solo tienes que añadirle lo propio de la experiencia artística: el ritmo, la música, las imágenes literarias.
Lo que emerge de ahí es tu nuevo yo.
Cómo reparan el pasado las historias basadas en hechos reales
Hay derrotas que deberían enorgullecerte por una simple razón: sobreviviste a ellas. Y si no sacaste nada en claro antes, ahora tienes la oportunidad. Mírate en ese brete, date amor del bueno y que eso mismo te impulse en adelante.
Porque solo hay dos rutas para salir de lo que te pasó: o te avergüenzas y lo callas o, peor aún, lo niegas. Y entonces la culpa siempre será de otros.
Pero Sartre tiene una frase que es crucial: «Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros».

Si te preguntan quién te crees que eres, ¿qué respondes?
Te han hecho daño: la sociedad, ese amigo, tus padres. Nos ha pasado a todos, pero tú y yo tenemos la palabra. Ellos (los que te maltrataron) están ahora dentro de ti, dentro de mí: ahí está el material.
Te invito a hacer algo bueno, como lo estoy haciendo yo. Por una razón: ¿y si todo lo que te pasó ocurrió para que lo contaras y para que te auparas sobre sus cenizas?
Propina 1
Hace falta coraje para afrontar el futuro; y hace falta también para afrontar el pasado que, en realidad, ni queda tan atrás ni forma parte de un tiempo cancelado. Todo está aquí.
La única forma de zafarse de su peso es crear algo nuevo. Y tener la vocación de perseverar, es decir, de no matarlo.
Propina 2
Nunca hubiera imaginado que te recomendaría un anuncio, pero… así se presentan las cosas; puede que te inspire: echa un vistazo al de El Corte Inglés que Víctor J. Sanz incluye en este artículo; El Corte Inglés, como Coca-Cola, sabe elegir muy bien a quienes les hacen los anuncios.
Aprovecho para recomendarte también el libro que encuentras al final de ese artículo y que habla… de contar historias.
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Saludos quiero contar mi historia soy cubana y vivó en Alemania hace años y me violaron y me trataron de Mary hoy por hoy todavía el sicopata alemán me acosa espero una respuesta
Hola, Yesia:
Para tu historia real, tendrías que ponerte en contacto con la policía; ahí, nada puedo hacer por ti. En el caso de que quisieras narrarla, podría echarte una mano, pero solo si tuvieras cierta práctica con la escritura. Por intenso que sea lo que se quiere narrar, contarlo de viva voz o hacer una composición literaria (narrativa) nada tienen que ver: no se parecen. Me permito recomendarte este artículo de servidora que ilustra las diferencias: https://marianruiz.com/escribir-no-es-hablar/
Ojalá resuelvas. Te lo deseo de corazón.
Un saludo,
Marian