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Carisma y marca personal, cuando van de la mano, logran impactos extraordinarios. Parece que fuera condición indispensable ser carismático para forjarse una identidad comercial. Cada influyente, en esa intención de «tocar al otro», de conmoverlo, lo pretende.

Qué NO se precisa para tener carisma

Pero hay farsantes que dan el pego de solvencia, de que creen en lo que hacen. Más de uno podría echar mano del dicho popular «Haz lo que yo digo, pero no hagas lo que yo hago». Los hay que movilizan personas haciendo gala de capacidades y experiencias que no tienen; o que presentan carencias lamentables en lo que a comportamientos y modos de relacionarse se refiere.

Vínculo entre carisma y marca personal

Carisma nada tiene que ver con posturitas. Fíate tú de las posturitas…

Hablo de lo que observo. Conozco tipos y tipas que ocupan puestos importantes y otras que lideran equipos. Y me llegan noticias regulares en lo tocante a su desempeño.

En el otro extremo están quienes considero personas con carisma y de donde deduzco que para hablar de este tipo de personalidad…

  • No se precisa ser jefe ni estar al frente de equipos.
  • Tampoco es requisito ser famoso.
  • Ni ser superexperto en alguna disciplina.
  • Ni siquiera se requiere ser profesional.
  • En absoluto es imprescindible ser líder… más que de uno mismo.

Qué SÍ se precisa para tener carisma

Voy a tratar de escudriñar lo que me llama la atención de las personas carismáticas. Y tiene que ver con esto:

  • Se toman muy en serio el propio proyecto personal, esté o no ligado la construcción de una marca profesional.
  • Cumplen con los compromisos, o sea, son responsables.
  • Ejercen un liderazgo reflexivo: se conocen a sí mismos y se sacan el mayor partido posible. Son coherentes y congruentes.
  • Despliegan habilidades sociales y se conducen, por así decir, con una cierta elegancia.
  • Hacen gala de confianza en sí mismos y de seguridad personal.
  • No se toman demasiado en serio.
  • Muestran su vulnerabilidad. No aparentan ser lo que no son.
  • Tienen sentido del humor.
  • Aportan valor.

Y todo esto me lleva a concluir que con el carisma no se nace. El carisma se hace. Todo eso que he descrito no es privativo de nadie, como sería tener ojos rasgados o dos metros de estatura.

Pero ¿qué es el carisma?

Para mí, carisma es atractivo y es capacidad de encantar. Encanta quien logra dejar una huella o por lo que es o por lo que hace. En la persona carismática hay una cierta gracia en promover cambios en los demás, pero no de forma exhibicionista. O porque dice de un modo particular; quizá porque practica una escucha activa; tal vez porque se muestra de forma cercana.

Y sabe que el barro con el que trabaja, antes que ningún otro, es ella misma.

El carisma es uno de los ingredientes del platillo en la construcción de una marca personal y profesional. Clic para tuitear

Diría que carisma es saber tocar emociones; transformar situaciones comprometedoras en trampolines para brincar a un nivel más alto.

Entre el carisma y la marca personal y profesional

Está decidida a ser carismática. Por lo pronto, sabe que entre las palabras se cuelan muchos otros significados…

La persona carismática saber crear vínculos, entender qué cree, qué siente, qué piensa otro. Y eso lo lleva a actuar de una determinada forma.

Ser carismático no es solo saber decir, saber escuchar o mostrarse así o asá. Es más que hablar, más que atender, más que adoptar posturas.

Ay, eso de más.

Estoy por decir que es lograr que crean en el proyecto de uno tanto como uno mismo. Imagina que logras que interioricen tu causa. O que tu causa y la suya se combinen para llevar a cabo los respectivos objetivos personales. Entonces el carisma apuntala la construcción de la marca personal.

Un ejemplo de persona carismática, cara visible de una marca profesional

Puedo asegurar que es competente, motivadora, eminentemente práctica y muy muy cercana. Isabel Anthony Torres es un ejemplo de persona construida a sí misma. Es quien pone rostro a la compañía Ventamax.

Entraré en pormenores de lo que tuve oportunidad de advertir en una formación que hice con ella:

  • Tiene una mirada franca y una sonrisa cautivadora.
  • Sabe escuchar y dar respuesta puntual a lo que se le plantea.
  • Emplea palabras sencillas.
  • Tiene muy bien definido su campo de actuación: ayudar a autónomos a vender con valores. Logra desvestir de cualquier tufo negativo la palabra venta. Ahí es nada.
  • Sus mensajes son concretos, breves, fácilmente aplicables.
  • Los ejemplos que utiliza son ilustrativos y eficaces.
  • Es respetuosa y elegante hasta cuando tiene que decir no.
  • Sabe estimular la curiosidad; ¡ah!, qué imán magnífico para atraer personas…
  • Y ya lo he dicho: es cercana.
  • Aporta un valor extraordinario.

Isabel actúa desde una convicción personal que se transmite en lo profesional. Es clave para dejar huella en quienes tienen oportunidad de conocerla. Es el ejemplo que más a mano tengo de persona visible, comprometida y carismática.

Cómo se logra el carisma cuando se construye una marca personal

Aquí se despliegan dos frentes en los que tengo que ir afinando. Si el carisma es algo que se trabaja —ya he dicho que no tiene que ver ni con los ojos ni con la estatura—, la ruta sería esta:

Un cuarteto prodigioso

Los japoneses llaman ikigai al punto en que convergen misión, vocación, profesión y pasión. Si lo desmenuzamos, viene a ser esto:

  • Aquello a lo que se te va la mano y en lo que no te duelen prendas invertir tiempo.
  • Talento o lo que se te da bien (no necesita más explicaciones).
  • Lo que el mundo necesita. Si se te da bien hacer punto de cruz y el punto de cruz ya no lo pide nadie… no sirve. Pero si lo tuyo es hacer trazos caligráficos para rebajar tensión y la peña está deseando hacer algo mientras medita; ah…, entonces, ahí se juntan el hambre con las ganas de comer. Seguro que sirve.
  • Esa habilidad o destreza por la que te pagarían.

Un decálogo de corte humanista

Persona que clavas tu mirada en estas cagaditas de mosca que son mis palabras, pongamos que…

  • Eres honesta, o sea, reconoces lo que es.
  • Tratas con respeto, incluso si te ves forzada a exponer alguna incompatibilidad (que es fácil, oiga).
  • Crees en la palabra dada como creían los antiguos.
  • Ayudas de forma desinteresada.
  • Si algo falla, no buscas culpables, sino que tomas nota y sacas conclusiones.
  • No interrumpes cuando alguien está hablando.
  • Tampoco das consejos a lo loco ni rebajas las preocupaciones ajenas.
  • Otorgas el beneficio de la duda (puede que alguien bueno haga puntualmente algo malo y no por eso te cargas a la persona; para ti, todo el mundo es bueno hasta que las evidencias muestran lo contrario).
  • Compartes conocimientos, experiencia y buenas prácticas.
  • Revelas tus intereses, inspiras confianza.

Si fuera una persona, sería carismática. Lo dicen su enclave, su arquitectura, su especial manera de ser.

Ahora sumas los ítems del ikigai y de los aspectos humanistas; bates todo bien, dejas reposar unos instantes y ves emerger ante ti a una persona de un carisma apabullante. O sea, te ves emerger a ti misma.

Hacer despuntar el carisma

Qué difícil es sobresalir de entre la masa, ¿eh? Tómatelo como parte del desafío de construcción de tu marca personal; un proyecto de ese calibre, tanto como llegar a tener carisma, te involucra a ti por completo.

Eres única, singular, diferente. Y te importa la gente.

Me atrevo a decir que no necesitas más.

Combinar pasión, profesión y un desempeño emocional alto te pone en el camino. Otras personas se sumarán a tu iniciativa porque solventarán sus propias inquietudes a través de ti. El asunto estriba en tocar sus fibras sensibles. Implica haber tomado contacto antes con la propia fibra.

Luego le siguen práctica, perseverancia, asumir que es un proceso y hacer un hábito de todo ello.

Lo que resulta de mezclar carisma y marca personal

Quizá piensas que cuando actúas te guía la razón. Voy a darte un disgusto porque… nada más lejos. El razonamiento más sesudo se levanta sobre pilares emocionales. La razón apuntala una emoción previa. Incluso si das por válida una razón ajena que te cuadra, primero sientes el pinchazo de la emoción. Y solo después la haces tuya.

O no sientes tal pinchazo, pero hay emoción. A quienes privilegiamos la razón, es fácil que nos cueste detectar pinchazos. Reconocer que somos más emocionales que racionales, con tanto predominio del cerebro en estos tiempos, es un trago.

Y ya, para nota, cuando el carisma te fluye así, natural.

Pero el hecho es que para mover corazones ajenos, hay que tocar teclas sentimentales más que cerebrales.  

Trece cualidades de una persona que trabaja su marca personal con quintales de carisma

Supón que seguimos hablando de ti, de que eres una persona que se curra su marca personal y su carisma; es natural que hagas cosas como estas:

  • Te pones por delante: muestras que sabes hacer lo que predicas.
  • Trabajas la confianza; no es solo que gustas, sino que mereces el crédito que te otorgan. Sientes que los demás son confiables mientras no se demuestre lo contrario. Las experiencias desagradables no te tienen presa.
  • Eres útil, accesible.
  • Tratas a los demás con cortesía (ellos pueden ser bordes; tú no).
  • Cumples las promesas que haces.
  • Haces cosas como inversión de futuro.
  • Te atreves a pensar fuera de la caja, o sea, de forma no convencional.
  • Sabes provocar y lo haces con gracia. Y tiene guasa la gracia: mezcla empatía, cercanía, curiosidad, inteligencia emocional, conocimiento y competencia. Un cóctel molotov para que el enemigo deponga sus armas.
  • Echas mano de metáforas, de significados simbólicos que ayudan a ver y a recordar.
  • Cuentas historias y anécdotas que vuelven más comprensibles tus mensajes.
  • Eres clara, breve; no te enredas en explicaciones superfluas.
  • Te dejaste la soberbia en una mochila que fue a parar al contenedor de los desechables. No tienes empacho en reconocer que no lo sabes todo.
  • Te atreves a hacer cosas extraordinarias. Eres capaz de cautivar a la pulpa del aguacate sin molestar al hueso mientras ofreces algo… Ese servicio que vendes o eso que haces tiene que ser, por fuerza, magnífico.

Propina

Haces cosas extraordinarias porque has captado lo que necesita tu público; y no solo las haces de entrada, sino en la medida en que el proceso avanza.

Te anticipas a sus problemas y dificultades (tú sí que sabes…).

Sirves, apoyas, facilitas.

Y eres elegante. Ni esmoquin ni tacones; no va de eso. Sé que fuiste monja antes que madre superiora y que aplicas (ahora dicen implementar) medidas que discurren a favor.

Vuelves a batir ahora todos estos elementos y ya lo tienes.

Ahora, ¡colócame a tus pies! Qué estilazo

 

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