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Podían ser doce o catorce, pero traigo 13 razones por las que dominar el código de la escritura.

Tienes una ocurrencia y la vuelcas.

Es habitual que antes de hablar no pienses, o no mucho. En el transcurso de una conversación, puedes callar, hablar de forma atropellada, utilizar muletillas o soltar lo que te viene en gana; incluso emplear gestos para matizar o corregir de inmediato lo que acabas de decir.

Con la escritura pasa algo ligeramente distinto 1.

13 razones por las que dominar el código de la escritura

Enfoca… o lo que buscas tomará las de Villadiego.

Estás harta, persona que me lees, de oír que hay que escribir bien. Será bueno acercar el zoom y saber por qué, más allá incluso de que sea bueno para cuidar la imagen. No vives solo de imagen.

Y aunque vivieras solo de imagen: a veces te toca escribir.

13 razones por las que dominar el código de la escritura es bueno para ti

¡Marchando las siete primeras!:

    1. Hablar y escribir no tienen nada que ver, salvo que en ambos casos te sirves de palabras. Pero son herramientas distintas.
    2. Escribir conlleva un propósito que suele ser obtener algo a cambio: un favor, una retribución que consideras justa, reconocimiento, desahogo, promoción; formular una petición del tipo que sea. En su versión más amable y desenfadada, informar de cómo estás a un amigo, reforzar esa amistad. Por supuesto, crear textos literarios.
    3. El texto debe ofrecer un producto terminado, redondo. Ha venido a presentar un dibujo y ha de hacerlo con todos sus aderezos. O se frustrará su cometido. Incluso peor: se generarán equívocos. Con lo que nos cuesta a los humanos ponernos de acuerdo, este es un lujo que no deberías incluir entre tus opciones.
    4. Cuando no conoces las reglas, difícilmente consigues hacerte entender y que tus palabras digan lo que quieres decir. Ten presente que tu prosa camina por un lado y la prosa de quien te lee, por otro.
    5. Las palabras, más aún cuando las escribes, son herramientas: no las utilices al azar. Importa cada término, la posición que ocupa en la frase y cada frase respecto al conjunto.
    6. Hay ciertos términos a evitar: conviene conocer cuáles son y prescindir de ellos en ciertos contextos. No es igual que escribas al presidente de la comunidad que a tu prima. Ni es igual la voz narrativa de un niño que la de un adulto.
    7. En un primer nivel, un texto son palabras que forman frases y, en un segundo nivel, son frases que forman párrafos. El conjunto es una estructura. Averigua qué extensión es la adecuada, dónde cortar, cómo enlazar unos segmentos con otros y cómo facilitar la tarea de leerte a quien te recibe.
      13 razones por las que dominar el código de la escritura

      Ponte en el lugar de quien te va a leer.

       

      Seis razones más por las que dominar el código de la escritura

      Dentro de estas 13 razones por las que dominar el código de la escritura —y no pretendo ser exhaustiva—, añado seis más:

    8. Cada texto es un mundo. Cada propósito y cada soporte lo condicionan, requieren un tipo de lenguaje u otro, un tipo de andamiaje u otro. Hay prácticas de cortesía que conviene adaptar a las nuevas tecnologías y combinarlas con su inmediatez. Se puede seguir siendo cortés a pesar de todo.
    9. Ese andamiaje, por su propia condición, no es azaroso, sino que conlleva una organización en función de cada propósito.
    10. El hecho es que buscas hacerte entender para obtener algo de alguien. Y lo buscas tú: es tu carta de presentación en el sentido más amplio de la palabra. Ahí está tu cultura, tu formación, procedencia, hasta tu estado de ánimo. Es donde el otro se hace una primera idea de quién eres.
    11. Te interesa persuadir a ese alguien. Para eso hay una fórmula infalible: argumentar, expresarse con claridad, cuidar la ortografía y la sintaxis. Si procede, transgredir, pero con sentido 2.
    12. Cuando conoces a tu interlocutor, puedes adecuar tu discurso; si no, determina qué estilo vas a adoptar según imaginas que es.  Como cuando vas a encontrarte con alguien en un entorno formal: no te interesa pasarte ni por exceso ni por defecto. Ni exceso de perifollos ni excesiva austeridad. O introducirás ruido donde solo tendría que sonar de fondo, si acaso, una música suave.
    13. Escribir un texto es una manera de ejercitar tu paciencia y tu pericia. Escribes para saber qué decir.
      13 razones por las que dominar el código de la escritura

      Es hacer esto, pero sin el sombrero. (Metáfora, no arrugues el gesto, que no tenía a mano nada mejor).

Escribir para saber qué decir

Hasta aquí llegan mis 13 razones por las que dominar el código de la escritura, aunque sigue habiendo tela que cortar. Ya ves: escribir tiene su aquel. En realidad, tiene mucho aquel.

Escribe todo lo que quieras, pero escribe para saber qué decir, para ordenar tus ideas. Aplica la metodología necesaria a cada caso. Después, revisa el texto para decirlo lo mejor posible.

Y cuando estés segura, persona que me lees, de que no puedes decirlo mejor, léelo en voz alta; pide a alguien que te escuche (tú misma repararás en detalles que se te habían pasado desapercibidos). Luego, vuélvelo a corregir. Si dispones de margen, déjalo reposar y vuelve sobre él al día siguiente o unos cuantos días después.

Seguro que aún ves algo que no habías visto antes y que puedes mejorar.

Si no, preocúpate: algo no anda bien.

Propina 1

O algo no anda bien, o eres experta, luego tienes hábito de escribir. De hecho, es así como funciona: cuanto más escribes, mejor lo haces. Significa que cuanto más escribes, más consciente eres de tus muletillas, tus modismos, tus vicios; de todo eso tan tuyo e inevitable (y pegajoso) como tu acento.

Tiene un nombre: idiolecto.

Es la razón de que te suenes bien, aunque incurras en errores. De que tus errores te traigan esa melodía tan familiar e incuestionable.

Propina 2

Escribir bien, diciendo lo que quieres decir y sin tropezar es un arte. Y se entrena. Que tenga su complejidad nunca debería ser una excusa.

¿Cuántas cosas que merezcan la pena son fáciles?


1 Advierte ese adverbio terminado en -mente que marco en cursiva. ¿Notas su ironía? He ahí uno que procede.

Redactar una entrada sobre esto.

6 Comments

  • Ana Bolox dice:

    Qué difícil, qué difícil es escribir… Ay…

    • Marian Ruiz dice:

      Y lo dices tú, que llevas los caballos por delante…
      Es difícil, sí, pero ¡pásmate!, hay quien no se da ni cuenta. De hecho, creo que nunca fuimos tan ingenuos, a juzgar por todo lo que se publica.
      Un abrazo, Ana.

      • Ana Bolox dice:

        Leí el otro día un artículo en el que se decía que hoy todo el mundo quiere que se le lea, pero nadie lee. ¡Triste verdad!

        PD: los caballos muchas veces van detrás, lo que pasa es que lo sufro en silencio, como las… eso.

        • Marian Ruiz dice:

          No sé qué va a ser de nosotros, pero la sensación es de que el muro está cada vez más cerca.

          PD.: Te creo, pero ya quisiera yo… En fin, un café en otoño, por ejemplo.

  • Hola,
    13 es un número maravilloso. O sea que nada más empezar, ya me has ganado.
    He leído las 13 razones varias veces, tal vez incluso 13 veces. Y cada una da para una entrada en sí misma. Ya con la primera, hablar y escribir no tienen nada que ver, me diste mucho en qué pensar de cara a cómo estructuramos nuestros discursos en un caso y en otro. Y lo mismo con cada una de las otras doce restantes.
    Con tu permiso las imprimo y cuelgo en algún sitio a la vista, o las llevo en el bolsillo. Y vuelvo a decirlo: cada una de esas razones se merece una entrada en sí misma. Mucha información condensada en cada frase.
    Y además estaré atento a esa entrada que apuntas vas a escribir sobre transgredir con sentido.

    Y ahora te plagio:
    Propina 1: me encanta que uses la palabra «entrada» en lugar de «post»

    Un abrazo.

    • Marian Ruiz dice:

      Hola, Óscar:
      Adoro el 13, quizá porque nací en él y quizá también por lo que tiene de proscrito. Tengo alma de fronteriza.
      Me halaga mucho que te gusten las 13 y que las valores con tanto entusiasmo. Sé que les darás un buen uso, así que tuyas son. Coincido contigo en que apenas se trata de un pequeño catálogo de razones que pueden estirarse como chicle.
      ¿Entrada, artículo, capítulo? Mientras tengamos con qué, me defenderé de los intrusos. Mira que el de mañana versa sobre un término adaptado, de adopción argumentada; en tal caso, lo suscribo sin problema. Las lenguas conviven y se influyen y la realidad es dinámica. Hasta ahí, todo normal.
      Otra cosa es preferir expresiones que se vuelven pegadizas solo porque son extranjeras (o porque no son españolas), sin ninguna razón lingüística que las asista. ¿Seguimos siendo los acomplejados de siempre?
      Así que en lugar de «bonus track», propina; en lugar de «post», lo dicho.

      Y cuando vaya a transgredir, te aviso. 😉

      Un abrazo, majo.

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