Lenguaje personal y lenguaje formal: una distinción necesaria; condición sine qua non para escribir de forma correcta. No escribes igual para ti o para tu madre que para un Trabajo de Fin de Máster (TFM) o para un artículo de tu blog.
El lenguaje formal tiene un contexto menos permisivo: lo público es el espacio de las convenciones y las normas. Share on XLenguaje personal
Dependiendo del destino que vaya a tener tu escrito, es fácil que ni te plantees su legibilidad. Desde apuntes en tu cuaderno, notas para un colega de piso, hasta la lista de la compra. Es fácil también que no repares en si es mejor un pósit (grafía santificada por la RAE) o el margen de un trozo de periódico.

Todo lo que escribes es personal y todo lleva tu impronta, aunque soporte y destino condicionan.
Tampoco te lo piensas si vas a escribir en el móvil. Si una palabra lleva o no tilde queda fuera de cualquier consideración: ni hay tiempo ni es fácil el manejo. Acceder a los signos ortográficos requiere acciones adicionales aptas solo para frikis y pacientes perfeccionistas. El ‘rollo móvil’ no va de ser cuidadosos, sino rápidos. Es un formato que plantea exigencias: con el mínimo hay que decir el máximo; ya desde el propio teclado, cuya mínima expresión contribuye a ello. Los mensajes se llenan de abreviaturas —a cuál más inverosímil— y emoticonos.
Cualquier escrito de ámbito restringido tiene una consideración similar.
En el lenguaje personal, las consignas son: eficacia antes que corrección. Es territorio de transgresiones admitidas. Share on XUn paso más: el lenguaje del blog
El del blog también es un lenguaje personal; es más: los blogs de empresas han ido virando hacia este tipo de lenguaje menos envarado. El metamensaje que se busca dar es yo soy así, este es mi mundo, si te gusta fantástico y, si no, sin compromiso.

En un blog te interesa cuidar ciertos hábitos. Un blog no es un mensaje de móvil.
Personal sí, pero mucho menos informal que el del ámbito privado. El soporte cuenta y cuenta su proyección. El escrito sale del cascarón o del circuito minúsculo para llegar a un número indeterminado de personas. Su territorio está a caballo entre el lenguaje personal y el lenguaje formal. Empezamos a tener en cuenta aspectos como organización o estructura.
E importa la terminología y afinar en la selección de imágenes que harán más apetecible su lectura; es más: aquí ya cuentan las faltas de ortografía y hay que esmerarse. Lo contrario es quedar desautorizado delante de un sinfín de posibles seguidores. Lo contrario es restar en vez de sumar.
Aún se trata de un lenguaje teñido en parte por los usos que se hacen de él en el móvil, tableta… y no es difícil encontrar emoticonos o gifts con el pretexto de cercanía.
El lenguaje formal
Entramos en territorio estrictamente público: lo personal se desdibuja. La relación deja de ser solo personal para convertirse en profesional. Aunque sigue habiendo una persona detrás, la familiaridad se ha esfumado. Es verdad que se dan tramos intermedios donde no solo se acepta una cierta cercanía, sino que es recomendable.
Hago un inciso: un tramo intermedio puede ser un comentario en un blog a cuyo administrador no conoces. Conviene medirse. A veces, lenguaje personal y lenguaje formal se buscan y se dan la mano. Es bueno ser firme, pero sin pasarse en el apretar.
Aun cuando Internet y los medios digitales propician cierto relajo, la recomendación es no transgredir en ese tipo de circunstancias:
- Olvida los giros vulgares o coloquiales (nada de «flipo en colores con lo que dices» o «tu idea es mogollón de guay»).
- Deja los anglicismos para contextos que conozcas. No pretendas ir de cool, ni de que lo tuyo es el business, lo fashion o lo supertrendy.
Hay que saber mucho y tener claro lo que hay en juego antes de hacer experimentos.
Lenguaje personal y lenguaje formal: entre ambos, el lenguaje interno
La administración pública lo intenta; empresas y compañías buscan aproximarse, humanizarse. El lenguaje formal trata de volverse más fácil y cercano. En este sentido, hay un paso previo que no siempre se cumple y por lo que esta aproximación que se pretende encuentra difícil acomodo.

Aunque pienses que no, tu lenguaje interno influye en tu lenguaje externo.
En el ámbito empresarial, se llama comunicación interna. Lenguaje personal y lenguaje formal, si bien puede parecer lo contrario, se encuentran aquí más involucrados que nunca.
Cobra valor lo que se dice, pero lo que se calla acaba poniendo piedras en el camino de la operatividad.
Hay que incrementar la productividad, complacer al cliente, responder a sus objeciones. Lo que no se sabe es cómo. A menudo, se tiende a pasar de puntillas por los problemas reales lanzándose la pelota de un departamento a otro, de un responsable a otro.
En el ámbito privado se llama discurso íntimo. Lenguaje personal y lenguaje formal se necesitan cuando se trata de buscar oportunidades y, en cambio, puede haber obstáculos en el camino; obstáculos como no puedo; tú sí que tienes suerte; esto es una mierda, colega; todo está fatal; a ver si me buscas algo, que ya te vale; a ver si haces algo por mí; tú, tanto y yo, tan poco.
Ese algo que te dices te impide escribir una carta de presentación desde el dinamismo, la disponibilidad y el servicio.
Propina
Así es complicado despertar algún tipo de interés en quien te recibe. Casi con seguridad tenderás a traicionarte, a emplear más peros que aunques. Del lenguaje personal al lenguaje formal, hay todo un mundo íntimo que presiona. Y este varía no solo por la cultura, sino por el tipo de vínculo que se establece entre los hablantes.
¿Lo habías pensado? ¿Te das cuenta de que también tú te manejas de un modo u otro en función de la distancia, las diferencias…?
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