Digo física cuántica y propósito y añado marca personal…, y te veo levantar la ceja. Y seguirás levantándola si añado otra palabreja que suena ambigua: «posibilidades».
Todo acaba desembocando ahí: en las posibilidades. Entre la física cuántica y el propósito de tu marca personal, igual que entre la pandemia y la cuarentena. Solo hay que ir por partes (con lo que me gusta a mí).
Pandemia y cuarentena: hacemos suma de ambas porque nos las han vendido así, pero no son la misma cosa. De la pandemia y su solución se ocupará la ciencia; de la cuarentena tenemos que ocuparnos tú yo.
Y la física cuántica brinda posibilidades en ambos sentidos.
Parece que me estoy metiendo en un jardín, ¿eh?
Por partes.
De la pandemia a la marca personal
La pandemia nos afecta a todos. Digamos que salvo cuidar cuidándonos, poco más podemos hacer. El resto, como digo, es cosa de la ciencia.
Por otro lado, está la cuarentena, de la que vamos saliendo como de un colector estrecho, como de un embudo; y están los efectos que genera. A alguno se le agotó la paciencia hace tiempo, quizá por el ansia de salir. Pero ¿salir para qué? Quizá para no hacer sino esto:

¿No estabas confinado ya?
Te diré algo que suena fatal: es como si la dichosa pandemia hubiera venido a poner luz sobre lo que ya había.
Dos meses y medio ya.
Haces balance: la casa, como los chorros del oro; los armarios, como los de Marie Kondo; las redes sociales, con excelente salud.
¿Y ahora qué?
Desde mi punto de vista, o aprendemos y sacamos alguna conclusión o seguiremos como antes de la pandemia. ¡Eh!, pero si piensas en clave de marca personal —cosa que no es obligatoria en absoluto—, saca alguna conclusión. Pensarás en clave de marca personal si quieres vender algo: un producto —así sea un libro, que también tiene esta vertiente— o un servicio.
Igual no has pensado que la física cuántica y tu propósito en la vida tienen algo que ver. Y tienen que ver por el lado de las posibilidades que se te abren. Clic para tuitearLo de abrillantar la casa y los armarios está genial, aunque pertenece a otro contexto. En cambio, lo de las redes sociales, la interacción, el blog… va por el lado de la marca personal.
Y aún antes va el asunto del propósito.
Física cuántica y propósito
No sé cuándo saldremos de todo esto… ni si saldremos del todo, valga el juego de palabras. O sea, saldremos, sí; recordaremos que el virus fue el sello con el que 2020 hizo valer su singular guarismo.
A partir de ahí… ¿qué?
La física cuántica dice que lo potencial impacta de tal modo en lo que llamamos real que todo es posible. O sea: no hay certezas de nada; solo, lo que puedas hacer con un trabajo enfocado. Nadie vendrá de fuera a explicarte por qué haces lo que haces ni qué objetivos te planteas ni para qué. Lo descubres tú. Lo defines tú.
Esto que sigue lo tomo prestado de uno de los boletines que recibo de Antonio G 1:
El físico teórico alemán Werner Heisenberg y su principio de incertidumbre dejaron un increíble legado al mundo.
Heisenberg (no el de Breaking Bad, el otro) concluyó que «cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su momento lineal y, por tanto, su masa y velocidad».
La física cuántica abre posibilidades; mejor dicho: ofrece posibilidades. Eres tú quien va, si acaso, por la que le interesa. ¡Ah! Y algo fascinante: el mundo es impredecible y se va definiendo a medida que vamos haciendo elecciones.

Mola pensar que las posibilidades se despliegan ante uno y que solo se trata de elegir, de poner un propósito.
Y francamente: a mí me gusta pensar que es así y que nunca está todo dicho.
Aprender del virus y definir el propósito
La pregunta es qué haces con el tiempo. Porque la angustia siempre vuelve. Digamos que la cuarentena antes y la desescalada ahora, te brindan algo valioso: la posibilidad de relacionarte de una manera distinta con el tiempo. Y relacionarte de una manera distinta con el tiempo es relacionarte de una manera distinta contigo mismo.

«Nada, aquí, mirando a ver qué me pica y si mi propósito se manifiesta en una de esas que asoma la física cuántica y se pasa por mi ventana».
Nadie te dice cómo construir tu vida. Ni quién eres cuando sueltas las excusas. El dichoso virus te ha abierto otra posibilidad: ver qué se te mueve, que te empuja, qué te pica.
Digamos también que escribes o quieres escribir, aunque nunca se dan las condiciones idóneas para ponerte. La mala noticia es que no hay condiciones idóneas. Solo cabe hacer. Cabe que te pongas de una vez y recuerdes adónde ibas y para qué; con qué propósito.
Te lo digo por propia experiencia: no esperes magia ni milagros ni nada que no salga de ti o no dependa de ti.
Esto es como en la pandemia: has podido cuidarte, cuidar a los tuyos… y poco más. Define qué quieres hacer, con qué propósito y hazlo.
«¿Sin garantías?».
Sin garantías, sí.
Lo que no hacen la física cuántica ni la cuarentena
Alan Watts hablaba de «la frustración de tener siempre que perseguir un bien futuro en un mañana que nunca llega y en un mundo en el que todo debe desintegrarse».
Ni la física cuántica promete ni la cuarentena promete. Solo abren posibilidades. La primera: conectar contigo mismo, con quien eres, con lo que quieres.
«Yo no quiero nada estandarizado ni tener una marca personal típica».
Perfecto.

«Mi propósito es completar el puzle colocando la única pieza restante en vertical. Original, ¿eh?».
Sé atípico. Prueba. Nadie dará el paso por ti. Eres tú quien ha de «colapsar» una de las posibilidades que se te abren.
De cuarentena, tengo idea; de física cuántica, no, así que pido disculpas si hay algún experto en la sala. Lo que voy sacando en claro es que algo cambia en la medida en que cambia el conocimiento acerca de ese algo.
Y deduzco —a lo mejor lo traigo un poco por los pelos; a lo mejor lo ha dicho antes la psicología que la física cuántica—: cuanto más te conoces y mejor conoces tus reacciones, más puedes hacer contigo y con lo que decidas. Con el propósito que te marques.
Física cuántica, propósito y marca personal
Trabajar la marca personal no es otra cosa que trabajar un porqué o un para qué haces lo que haces. Un propósito es eso. Y es clave para reinventase. ¿Hacia dónde? La física cuántica dice que va a depender de en qué te fijes.
Solo si buscas darte un sentido y dárselo a lo que haces —y no es obligatorio, insisto— puedes decidirte a hacer algo práctico. Pero es la emoción que envuelve tus días —tu vida— la que te abrirá una u otra puerta.
Esto funciona así: todo empieza dentro; de dentro afuera. Cuando te mueves desde ese anhelo que concibes como una marca personal propia —ese propósito—, eres capaz de inspirar. Si el movimiento es a la inversa —de fuera adentro—, no es raro que derive en manipulación. No te interesa, escritor.
La marca personal no va de inflar la autoimagen. Va de poner a las personas en el centro del propio proyecto. Tú tienes tu idea acerca del mundo, una serie de valores que transmitir, incluso contradicciones, una manera de ser, opiniones. Y una herramienta: tus palabras, tus historias. Haz que otros se emocionen viendo en ellas «eso que les pasa y no saben cómo decir».
La mera esperanza en el futuro no genera poder personal. El poder personal tiene que ver con que afirmas tener algo como oferta para el mundo y el mundo te lo acepta como tal.
Tiene que ver con que te sientes útil.
Propina 1
La marca personal hoy día pasa por Internet. Los negocios digitales son los que menos han acusado el impacto del descalabro. Hoy día puedes publicar sin necesidad de editoriales que te avalen. También eso encierra peligros, así que cuida también las distintas «fases».
La cuarentena saca lo mejor y lo peor de cada uno y abre dos posibilidades:
- Acabar derrapando en el miedo y en un individualismo exacerbado.
- Escoger qué hacer y comprometerse con uno mismo.
«¿A qué?».
A trabajar en tu propósito. ¿Es un libro? ¡Escribe! ¿Es otra cosa? ¡Adelante! Con las únicas garantías de tu pálpito y tus ganas.
Y si tienes que cambiar de rumbo, cambia. Decide otra cosa. Y hazla.
No vale irse a la m*****. En la m***** nunca se ha estado bien y, ahora mismo, se está peor que nunca.
Propina 2
Alan Watts —al que me he referido antes— dejó escrito ¡en 1951! «un mensaje para una era de ansiedad»: La sabiduría de la inseguridad. Entresaco este párrafo:
Una sociedad basada en la búsqueda de seguridad no es más que un concurso de retención del aliento en el que cada uno está tenso como un tambor y morado como una remolacha.
Ato cabos: de la sabiduría de la inseguridad al principio de incertidumbre de la física cuántica, un paso. Del principio de incertidumbre a las posibilidades de abrirse y definir un propósito, otro. De la definición del propósito a la obtención de resultados, todo lo que uno esté dispuesto a hacer.
Por cierto, hablando de posibilidades y de física cuántica: lee El jardín de los senderos que se bifurcan, de Borges. Esta frase es suya:
«El tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros».
Para no tomarse nada demasiado en serio. Ni a uno mismo.
Propina 3
La marca personal a la que me refiero pone el acento en las personas. La cuarentena te ha mostrado —¡fijo!— que una de las cosas más placenteras que hay es el contacto con otros seres humanos.
Define tu propósito poniéndolos en el centro. Cuida qué dices, cómo dices, con cuánto encanto, con qué nivel de empatía. No importas tú. Importa que vean en ti algo de ellos, un reflejo de quienes son.
1Aprovecho para decirte que Antonio G es un referente en lo que a marca personal se refiere: de arquitecto frustrado, a inspirador-promotor de la Escuela Nómada Digital. Brinda alternativas a quien tiene un proyecto personal —o quiere tenerlo— para que haga posible un sueño: trabajar desde cualquier lugar del mundo.
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Aaaaaamiga. Lo difícil es decidir, tomar partido por una opción o la puesta. Abres una puerta hacia un universo y cierras diez hacia otros diferentes. Eso es un sinvivir… ¿Estaré el universo adecuado a mi propósito (suponiendo que lo tenga claro)? Seguro que no.
Yo creo, María, que «lo no adecuado» tiene que ver con no acabar de atinar con los valores más íntimos; es decir, con no tenerlos claros. A veces nos empeñamos en «pasiones inútiles» cuando la vida nos está invitando a otra cosa. A menudo hay que darse batacazos antes de dar con la piedra buena (te lo dice una que sabe de esto). ¡Pero las posibilidades siempre están ahí para seguir afinando!
Un abrazo.
Bueno, bueno, bueno…
Una mañana cuántica, sin duda. Leo tu entrada y no sólo coincidimos en la línea temporal de Twitter (que no es poco) sino que además pones palabras a cosas que a uno «le pasan por dentro». Esta cuarentena ha sido un latido del corazón. No por lo breve, sino por los movimientos: una de expansión, hacia fuera (directos en Facebook para reír con los amigos), llamadas, etc. Y luego el movimiento inverso: hacia dentro, recogiendo. Hablas de posibilidades, de tirar para delante «sin garantías». Y de marca. Las cuarentenas (porque ha sido una para todos más las que cada cuál ha hecho en su interior) han hecho purga, limpieza y reenfoque.
Te copio aquí una frase de tu entrada: Tú tienes tu idea acerca del mundo, una serie de valores que transmitir, incluso contradicciones, una manera de ser, opiniones. Y una herramienta: tus palabras, tus historias. Haz que otros se emocionen viendo en ellas «eso que les pasa y no saben cómo decir». La copio y la subrayo, porque pienso igual (y de hecho, con tu permiso y para extender aún más el abrazo de lo cuántico) hablaré de eso en el blog esta semana. Debería haber sido hoy, que es lunes, pero en el mundo cuántico el lunes es tan bueno como por la tarde en un bosque.
Un fuerte abrazo (pero cuántico no, de física clásica)
A esto hay quien lo llama «casualidad». Cuántas leyes no habrá que todavía no hemos descrito y, sin embargo, qué necesidad de ceñir lo que pasa y de ponerlo en alguna casilla de las que tenemos preconfiguradas. En esta etapa yo he tirado más para adentro que para afuera, pero también con mis excursiones a charlas (visuales y convencionales) que, en todo caso, han sido ¡kilométricas! Lo que está claro es que la cuarentena (más que cuarenta han sido) nos ha cambiado de lugar emocional, aun cuando nos haya mantenido pegados al lugar físico.
Mira que es hermoso: en mi próxima entrada yo hablo de las prisas cuando de corregir el manuscrito se trata; y ahí entráis tú y tu belleza. 😉
Me gusta mucho eso de que «el lunes es tan bueno como por la tarde en un bosque». Esto se llama multiplicar las posibilidades cuánticas, amigo mío.
Abrazo clandestino.