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Me dirás que no hacen falta consejos para escribir un texto personal. Puede que no si se trata de la lista de la compra. O de copiar en un pósit esa cita que te ha llamado la atención; eso sí, añade de quién es, que poco más puedo sugerirte al respecto.

Pero hay muchos otros tipos de escritos personales: cartas e e-mails para familia y amigos, artículos, bitácoras, diarios, cuadernos de viaje, memorias, autobiografías, notas de libros leídos…

Quizá para estos te convenga tener en cuenta algunas cosas.

La claridad a la hora de escribir un texto personal

Claridad que presupone orden y concierto en la exposición del contenido. Vas a escribir a un amigo y te agradecerá que ese algo que le cuentas esté expresado de forma armónica.

Escribir un texto personal

‘Te dije que te trajeras a tu esposa, Contreras. No sé si me explico cada vez peor o si eres tú el que no se entera’.

A tu primo le ahorrarás más de un esguince (mental).

Ante un texto personal siéntete cómodo, que es un espacio sin reglas ni mandamientos. Eso sí, aunque prime la comodidad, procura expresarte con corrección. Clic para tuitear

No te estoy recomendando que no seas tú, sino todo lo contrario: sé más tú que nunca sin que ello suponga menospreciar a quien te diriges por no cuidar tu redacción.

Respeta las normas ortográficas

Mayúsculas y tildes es lo básico. Pulir el estilo o buscar metáforas conmovedoras lo dejo a tu elección. Lo que sea, cuídalo, que ningún amigo o familiar se alegrará de recibir algo mal apañado.

Escribir un texto personal

¿Wasap o nota? Hmmm. Nota, mejor; tendría sabor de cuando éramos… Sabor de metalenguaje enamorado.

Cuando escribes un texto personal, además de un contenido específico, trasladas algo por debajo del mantel, digo…, de las palabras que utilizas; algo que no dices pero que está. Se filtra por cómo está escrito, por el modo en que te expresas; y por lo que omites y vas dejando velado entre líneas. Se llama subtexto.

Si te preguntas cómo escribir un texto personal que te represente, respeta lo básico. Vale que en la mensajería móvil primen la velocidad y la eficacia; que los teclados de los smartphones no te lo pongan nada fácil; que haya que decir mucho con la menor cantidad posible de dígitos; vale que es tu colega.

De acuerdo. Te cedo las abreviaturas si se trata del móvil. Y ahora vuelve a leer los dos primeros párrafos de este apartado.

Signos de puntuación: qué hacer con ellos

Los de apertura te los comes, no me digas más. Y yo te pido que, por favor, no lo hagas: no sabes cómo desarreglan el organismo.

Y si supieras que los signos de apertura de interrogaciones y exclamaciones facilitan una barbaridad la comprensión, los utilizarías.

Escribir un texto personal

¿Uno de entrada y otro de salida? No me líes, no me líes…

¿Has pensado en el tiempo que pierdes enderezando mensajes que se tuercen? Tú que ibas con prisa…

Fíjate en mí: con ese  y si supieras, no trataba de afirmar, sino de preguntarte: ¿y si supieras que los signos de apertura de interrogaciones y exclamaciones facilitan una barbaridad la comprensión, los utilizarías?

Porque, si no, dime cómo averiguas dónde empieza una pregunta y si es tal pregunta. ¿Cómo lo sabes cuando es una frase larga?

Aunque si se trata de escribir un texto personal tipo wasap, lo entiendo. Tendré que transigir. En ese caso, los textos no son tan largos como para perderse y mi argumento se debilita.

Razones de la Academia

En la Ortografía de 1754, los académicos optaron por restringir el uso de los signos de apertura a las oraciones largas. El de cierre quedaba solo para las oraciones cortas.

Pero, claro, ¿qué es una oración corta y cuándo deja de serlo? ¿Quién define la longitud? ¿Dónde colocar la línea roja? Para evitar antojos, en 1870 decidieron adoptar el criterio presente: signos de apertura y signos de cierre para todos los casos.

Si bien lo miras, esto nos hace un tanto especiales: el español es la única lengua con signos dobles, de apertura y de cierre. No es malo ser peculiar por algo así.

Escribir un texto personal como muestra

Es la primera vez que le escribo y, aun así, cometo la osadía de hacerlo público. Espero que lo entienda y que, sobre todo, me perdone. Voy a contar a David qué me ha parecido este libro suyo de relatos publicado hace… nada.

Escribir un texto personalTrataré de respetar la estructura que todo texto es bueno que tenga porque aunque va para él, va también para ti.

El prólogo

Querido David:

Podías haber escrito algo más previsible, menos imaginativo; algo menos íntimo, incluso. Pero no. Te has venido arriba y has hecho del mostrador una pista de baile.

Perdona, me explico: voy a contarte, ahora que no nos oye nadie, lo que pienso de tu Tr3s.

La introducción

De entrada, una confesión: me ha dado mucho más de lo que esperaba. Y déjame decirte que me es más cómodo escribirte si te tomo como portavoz de un mundo en el que pones a otros a decirlo por ti, pero que, en realidad, es tuyo. Porque, aunque les quites solemnidad, dices cosas tremendas. En realidad pocas cosas la requieren y las pocas pueden apañarse sin ella.

Escribir un texto personal

«Efectivamente, es una marioneta. Su fuerza de voluntad es la que yo decido; sus sueños son los míos; su historia, la que me invento…».

Eres directo. En tu decir hay una especie de urgencia que reduce el paso para recrearse en vértices desconcertantes. Da igual si te enamoras en diferido, si el payaso se calza zapatos gigantes o si sobran ciento doce disparos; vuelves el mundo del revés cuando te transmutas en tu hijo y te abres en canal ante la imposibilidad de olvidar lo inolvidable. Bueno, tú no; tu personaje. Como el liante ingenuo y optimista; ese pobre hombre convencido de ser un fuera de serie mientras huye hacia adelante saltándose semáforos y stops. Figuradamente hablando, que me contagias.

El cuerpo del mensaje

Es genial cómo consigues hacer del desencuentro amoroso un rebobinado invertido. ¡Ja! Como si hubiera segundas partes así de buenas… Me acuerdo de Cortázar (aunque subvierta el orden de las frases porque me quedan más acordes con ese relato del enamorarse y no):

«Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente».

«Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos».

Tienes algo del genial Forges y del no menos genial José Luis Cuerda. Y de Groucho Marx. Es la capacidad de ver la vida como la tragicomedia que es y a la que, a menudo, tanto cuesta verle el sentido. «Antonio necesitaba una casa de dos manzanas. Podridas». Vislumbras a cada paso la oportunidad de la metáfora y la pirueta. Un humor surrealista que se sube a la azotea para ver mejor desde allí.

Y haces digresiones con el acento puesto en curiosidades y pormenores lingüísticos. Me sonrío. Más de una vez me he preguntado cosas así:

«En nuestra familia no entendemos que un mismo nombre defina a dos personas distintas. Que dos sustantivos con caracteres iguales colocados en idéntica posición respondan a un único significado es una muestra de desidia y nos parece un error mayúsculo, un disparate del calibre de un arma de asalto».

Tú los llamas chistes malos, pero hablas de las entrañas del lenguaje. Tus ocurrencias desembocan en él, que las acoge como si las hubiese estado esperando.

Llegamos a la conclusión

Por cierto, David: ¿el padre de tu tío no es tu abuelo o es que te refieres a tu tío postizo, ese señor casado con tu tía carnal? (Y cómo suena esto de carnal, por Dios).

Otra cosa: los paréntesis se te alían sin necesidad de marcarlos y consigues sacar agua de un pozo seco. ¿Cómo haces? En un mismo párrafo se dan cita elementos ordinarios y extravagantes, y se desencadenan sorpresas a cada paso. Solo puedes poner el mundo patas arriba cuando has vivido lo bastante como para hablarle de tú a tú.

El caso es que no puedo dejar de verte a ti en ese yo tuyo literario. ¿No serás tú mismo uno de tus personajes…?

Termino aquí o pensarás que quiero que pagues tú las cervezas. En fin, que eres muy bueno y que estoy llamando a esto conclusión, pero, como siga, voy a tener que cambiarle el título y llamarlo epílogo.

Me despido aquí. Te mando un abrazo diferido y virtual mientras llega el del café o el patrocinio de alguna botella de vino. Tú me entiendes.

Marian

Escribir un texto personal: el epílogo

En realidad, sería la postdata (PD.) o el postscriptum (PS.) porque es una carta, pero como nos hemos puesto serios desde el principio, permíteme que lo llame epílogo. Mejor incluso que posfacio, que suena rarito:

Hay muchos recados para el lector que están sabiamente intersectados en el discurso. Mucho metamensaje. Puede que, a fin de cuentas, tampoco tú existas y que algún filólogo lo haya filtrado haciéndote pasar por autor.

No pierdas nunca esa manera de contar cómo es este mundo que no dejamos de parir y del que no dejamos de quejarnos.

Por cierto: cómo colar, entre tanta belleza, que hay alguna que otra errata. Son minucias. Apenas ponen de relieve que no hay perfección que valga sin inoportuna errata.

 

Propina 1

Si habláramos de voces, los textos personales serían los de la voz baja, los de las confidencias. Lo que te pasó entonces, lo que te preocupa ahora, lo que piensas hacer al respecto de algo.

Propina 2

Esto que he hecho con el Tr3s de David Generoso ha sido una licencia para hablar del libro y recomendártelo. No es una reseña al uso ni sigue de manera fidedigna los cánones de cada apartado. Digamos que, como no hago reseñas en este blog, me he buscado la coartada. Léetelo y me cuentas. Verás que dan ganas de subrayarlo (casi) todo.

 

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4 Comments

  • Me has dejado sin palabras, Marian. Gracias por este artículo disfrazado de reseña. O por esta reseña disfrazada de artículo. No recuerdo dónde dije lo del padre de mi tío, pero sí, debería ser como tú planteas 🙂
    ¿Erratas? Nooooooooo.
    Ojalá tuviera yo algo del genial Forges (amigo durante casi 20 años), o de José Luis Cuerda. Y no digamos de Groucho Marx. Si acaso, que los cuatro pertenecemos a la raza humana. Y gracias.
    Creo que volveré a publicar nuevos relatos, novelas o piezas de teatro; lo que sea con tal de que me escribas otra reseña como esta. Abrazos virtuales a la espera de ese café, que se está quedando frío.

    • Marian Ruiz dice:

      Esta carta con trazas de cualquier otra cosa la provocaste tú, así que compartamos responsabilidad. Nada de ‘ojalás’ porque tienes lo que digo. El gran Forges opinaría igual. Humanos con áccesit.

      Publica y provoca. Me encontrarás dispuesta. Y a ese café… vamos a darle calor. Fijo.

      Un abrazo literario.

  • smith dice:

    Muchas gracias por su aporte en estos temas tan interesantes. Dios de conceda lo que mas necesites,
    Atte
    smithmontoya889@gmail.com
    .

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