Has leído bien: ¿dónde pones el adjetivo?, ¿dónde pones los adjetivos que lleva esa narración tuya tan flamante? Los objetivos son otra cosa. Es obvio que cuentan y cuentan de manera definitiva, pero adjetivos y objetivos a veces se confunden.

He ahí dos adjetivos ‘pasmaos’ contemplando un huevo sustantivo que no era su objetivo.
Imagina una detonación y una puerta que salta por los aires.
¿Crees que estaría bien dicho «El soldado cruzó el umbral de la desaparecida puerta»?
Otro caso: supón que estamos en enero y con una temperatura de -15 °C al sol. Tremenda racha que llevamos.
¿Dirías «quién sabe si sobreviviremos al crudo invierno»?
Hay tres chicos agazapados en un rincón de un portal esperando despistar a la patrulla de policías.
¿Cómo te suena «los tres agazapados chicos aguardan en un rincón de un portal cualquiera»?
¿Qué hace un adjetivo ahí?
Hablo de adjetivos calificativos, de los que redondean un sustantivo (hay otros: numerales, demostrativos, posesivos y otros cuantos a los que no voy a referirme aquí).
Un adjetivo que pretende ser calificativo, a veces, es un adorno inútil.
¿Qué gustos tiene tu madre? Oh… Mi madre tiene especiales gustos.
La pregunta tiene todo el sentido: ¿qué hace un adjetivo ahí? La función que se espera de él es que informe, que cuente algo del sustantivo, del núcleo de la frase. El núcleo, por si dudas, es ese que se lleva las bendiciones en una oración o en una frase. Es la yema del huevo, el sustantivo.
¿Cómo es tu chica? Es alta, pelirroja, gran conversadora y muy ocurrente.

He ahí la yema sustantiva: la chica. El chico está colocándole adjetivos como loco.
La chica es la yema, el núcleo, el sustantivo. Las palabras que la describen son la clara: alta, pelirroja, conversadora y ocurrente; es decir, los adjetivos. Quítalos y te quedas sin saber nada de la chica.
Mira dónde pones el adjetivo: ¿delante o detrás?
No significa lo mismo crudo invierno que invierno crudo. Tampoco es igual decir la alta y ocurrente chica que la chica alta y ocurrente.
- Si va delante, no informa.
Cuando te digo «quién sabe si sobreviviremos al crudo invierno» es porque participamos de una misma realidad. Los -15 ° C al sol o los -23 °C a la sombra nos están atizando a ambos. Que sepas de qué te hablo cuando digo crudo invierno no requiere más explicaciones.
Pasa igual con «la alta y ocurrente chica es mi novia»: puede que no sepas que es mi novia, pero sí quién es la alta y ocurrente chica.
- Cuando va detrás, sí, informa.
Supón que digo: «Quién sabe si sobreviviremos a un invierno crudo».
Ese invierno está por pasar. Puede que lo hayan anunciado duro, ingobernable. Dicho así me hago eco de lo problemático que pueda ser y te hago partícipe al traerte esa información; tal como cuando digo «mi novia es la chica alta y ocurrente» que, sin esos datos, no podrías identificar.
Dónde pones el adjetivo: del epíteto al especificativo
Del socorrido epíteto o explicativo…
Ese que va delante (como en «socorrido epíteto») tiene cualidades propias de la yema-núcleo. Se llama epíteto. Y se llama también explicativo, aunque explique cualidades obvias, esto es, aspectos del sustantivo que ya conocemos puesto que los tiene por defecto. Podríamos prescindir de él sin que se perdiera gran cosa:
La blanca, blanda y resbaladiza clara del huevo.
El negro, duro y mineral carbón que alimenta la confortable chimenea.
Verde, natural y fresca pradera norteña.
Aunque también podrías situarlos detrás, entre comas, y desempeñarían la misma función:
La clara del huevo, blanca, blanda y resbaladiza, me recuerda a la nata de la leche de otro tiempo.
El carbón, negro, duro y mineral, alimenta la chimenea, confortable y socorrida, que diría mi madre.
La pradera norteña, verde, natural y fresca, aunque no sea primavera.

La blanca y dulce paloma, tan proclive a los epítetos angelicales.
Hay epítetos que la literatura y sobre todo la poesía han hecho populares, como estos versos de Góngora:
No sé si en brazos diga / de un fiero Marte
O estos otros de José de Zorrilla:
y viene la primavera, / y el crudo invierno también; / y pasa el ardiente verano
Crudo invierno y ardiente verano son ya expresiones hechas. Profieren cualidades propias de los sustantivos invierno y verano a la vista —a la experiencia, mejor dicho— de todos.
En poesía, el epíteto asume una función de envolvimiento, de afirmación totalizadora o global. Como si el poeta utilizara este recurso para evitar descuentos en lo que comunica. Así lo entiendo en estos versos de Antonio Praena y sus profundas razones:
Poca cosa es un ala. / Por profundas razones /
sabemos todos bien /que sin otra no es nada.
Miguel Hernández envolvía con sus epítetos la lentitud y la negrura y añadía énfasis con la repetición:
Como un lento, rayo lento. / Como si un negro barco negro.
Sin matiz posible que se pueda introducir en ninguno de los casos.
… al adjetivo especificativo
Los adjetivos que se posponen sí van a contar algo nuevo del sustantivo. A veces, jugoso. A ver: ¿dónde pones el adjetivo ahora…?
La montaña se muestra magnética, azul y misteriosa.
Los trapos sucios y los mediosucios se lavan en casa.
¿Caes en por qué es un error decir «El soldado cruzó el umbral de la desaparecida puerta»? Que la puerta haya desaparecido es algo circunstancial, en absoluto inherente a la puerta o propio de ella. Luego entonces…
El soldado cruzó el umbral de la puerta desaparecida.
Así destacas esa puerta del resto de puertas que pueda haber. Describes que se trata de ese umbral y no de otro que pudiera ser el de una puerta contigua.

Traemos a la mariposa multicolor al apartado de los especificativos. No todas las mariposas son tan psicodélicas. Vale la pena destacar sus atributos, ¿no te parece?
¿Y cómo te suena ahora «los tres agazapados chicos aguardan en un rincón de un portal cualquiera»? Raro, lo sé. ¿Dónde pones el adjetivo? Donde pones el adjetivo pones la intención y… el objetivo.
Estás haciendo mención expresa de ciertos chicos inmersos en una circunstancia específica, de manera que…
Los tres chicos agazapados aguardan en un rincón de un portal cualquiera a que pase la patrulla de la policía.
Una cosa es dónde pones el adjetivo y otra…
Antes de ningún debate con los adjetivos, es bueno que tengas presente esto:
- Se trata de matizar.
- Para matizar hay que desentrañar la calidad del sustantivo.
- Desentrañar la calidad del sustantivo presupone una mente capaz de ahondar.
- Una mente capaz de ahondar es una mente tranquila, reposada, indagadora.
- Y que una mente tranquila y reposada es una mente que abre las puertas a la mente creativa.
Conviene que definas qué quieres contar y para qué. Eso determinará en qué te vas a fijar y cuál debe ser la mejor forma de contarlo.
Los adjetivos cobran una importancia inusitada en los textos literarios y un peligro parejo. Conviene hacer hincapié en su idoneidad y posición en la frase. Clic para tuitear
Propina 1
Cuando hablamos de textos literarios es como si nos adentráramos de puntillas en un universo riquísimo; a menudo, más rico que la vida, si me apuras. «La literatura, sobre todo en la ficción —palabras de James Wood, crítico literario, ensayista y novelista—, proporcionaba una vía de escape a ese hábito de ocultar cosas, en parte porque ofrecía una versión simétrica y analógica de esas cosas».
La manera de decir y de adjetivar consigue que el texto adquiera todo el valor de lo intrínsecamente literario. Ese debe ser el objetivo.
Propina 2
Te dejo una poesía para terminar. No tiene adjetivos, luego, en este caso, ni media duda de dónde ponerlos. La traigo porque es un ejemplo claro (¿o es un claro ejemplo?) de lo que significa una mente alerta, visionaria:
Nada existe en el claustro. De repente
alza su vuelo la paloma:
nace el aire.
No es cosa de entender.
El poema de Antonio Praena pertenece a un poemario exquisito titulado Yo he querido ser grúa muchas veces y editado por Colección Visor de Poesía. Una mente clara solo se consigue dejando de ver para empezar a mirar y percibir lo que hay.
¿Es un ejemplo claro o es un claro ejemplo? ¿Y es un poemario exquisito o es un exquisito poemario? Si no lo tienes claro, repasa las diferencias entre epítetos y especificativos. A veces la línea se difumina.
Y si sigues dudando, pregúntate qué quieres destacar. Da la información más precisa que tengas y más susceptible de interesar a quien te lea.
Anímate, anda, y dímelo, que estoy del otro lado…
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