Hablamos de literatura y de cómo hacer una descripción poderosa. De cómo hacer una descripción poderosa cuando se trata de impactar. Voy a intentar, modestamente, mostrarte qué es eso aplicando concreción, concisión y brevedad.
Concreción, concisión y brevedad son atributos de los que oyes hablar con frecuencia y cuya práctica puede ser un tanto esquiva. También has oído decir que las palabras de un párrafo literario han de tener una fuerte carga semántica. Pero ¿cómo traducir eso a texto?
Para empezar: cómo NO hacer una descripción poderosa
Desecha los adjetivos manidos, las frases gastadas, los tópicos que solo provocan hartazgo o, peor aún, lástima. Nada de descripciones de personajes que siguen un ordenamiento marcial: cabello, cara, cuello… y hacia abajo.
Era rubia como el sol, cara redonda como la luna, cuello delicado, dedos de pianista, talle fino y pies de bailarina.
Has consultado en el diccionario semántica. Captas que remite a los significados de las palabras y a la relación de estas en la frase. Te queda por saber cómo se materializa en un texto, en cómo hacer una descripción poderosa de algo concreto.
Intuye cómo hacer una descripción poderosa
Utilizar palabras con carga semántica es decir más con menos; decir más utilizando la menor cantidad posible de palabras, pero decir, contar cosas, añadir información relevante. Y todo ello, condensado.
Olvida expresiones manoseadas. «Cabellos negros como el azabache», «amor constante más allá de la muerte» o «le recorrió un escalofrío» ante una situación de estrés ya no informan. Se han convertido en clichés. Clic para tuitearLas palabras tienen que dar sed y ofrecer agua, llevarnos más allá de lo obvio.
Concéntrate en las sensaciones que, como decía Pessoa, son las únicas realidades que nos quedan. Vuélvete hacia adentro. Importa lo que sientes tú.
He seleccionado algunas fotografías para que puedas intuir de qué hablo. Van en gris descripciones tópicas, simples; en color, lo que pueden dar de sí las palabras cuando permitimos que nos tiendan la mano.
Una descripción poderosa consigue ablandar ciertas cortezas más reacias a dejarse tocar.
A partir de los ejemplos puedes probar cómo hacer una descripción poderosa tuya, singular, sin necesidad de recurrir a palabras rimbombantes. Aunque, primero, toma nota de estas recomendaciones de Alberto Bustos. Porque aprender a redactar va por delante; después, todo lo demás.
Tres ejemplos

Imagen tomada de la red.
Hay una niña con un vestido de dibujos de fresas. Sujeta un lápiz gordo con los brazos, más grande que ella, por cierto. Hay también un montón de lápices de colores en el suelo.
Puede que el lápiz estuviera ya en pie, hundiendo unas imaginarias raíces en el suelo; o puede que lo haya alzado ella. Aun cuando los del montón parecen más atractivos, es el ejemplar crudo y fortachón el que la niña de fresa rodea con sus brazos.

Imagen tomada de la red.
En este caso, se ven unas vías de tren en un entorno natural, con árboles frondosos a ambos lados. Es un paraje solitario.
¿Cómo hacer una descripción poderosa añadiendo algo?:
El humo se ha disipado y apenas queda un viejo olor a aceite. Solo los árboles parecen interesados en borrar la línea que la separan de unas ilusiones a largo plazo.

‘Delicate arch’ en Utah. Incrédula y a sus pies, yo misma.
A la izquierda, un arco monumental y una mujer de espaldas a él. A su lado, parece una mosca. El paisaje es bastante llano y se ven nubes en el cielo. Ni gota de sol.
Ha caminado horas hasta dar con él. Se alza imponente en la planicie, ajeno a si cada visitante puede o no advertir su talle de piedra inmortal. Ella —cabría en la palma del gigante— se vuelve sobre sí mientras una certeza trata de abrirse paso.
Lo de menos: que el día sea gris.
Para descubrir cómo hacer una descripción poderosa tienes que adentrarte, abrirte, indagar en lo que quieres transmitir.
Tres ejemplos más

Nocturno. Lateral de la plaza del Ayuntamiento, Madrid.
Es de noche. La imagen muestra un arco con una luz azul que enlaza dos edificios con fachada de ladrillo y piedra. La calle también está empedrada al estilo clásico.
Mira una vez más cómo hacer una descripción poderosa:
La noche hace alianzas con la piedra y un arco tiende su mano azul. Dos amantes están a punto de doblar la esquina y de cobijarse en sus sombras.
Es prematuro negociar el porvenir.

Parque de Atenas, Madrid.
Vemos un árbol sin hojas en medio de un jardín; aunque hace sol, debe ser invierno. También hay nubes de esas que llaman cúmulos.
Buscando un efecto literario…
Exhibe orgulloso su desnudez. Entre las ramas se cuelan la brisa, el sol y una primavera en ciernes. También el cielo ha iniciado ya su danza de bienvenida.

En un parque cualquiera.
Hay una piedra blanca rodeada de helecho y flores rojas.
Te invito a probar cómo hacer una descripción poderosa del poético bodegón. A mí se me ha ocurrido esto:
Una piedra, unas flores, un manto verde. Tan cerca de mí y sin sospechar nada.
No salen a la primera ni se consiguen sin practicar. Hay que leer y escribir mucho, jugar con las palabras, buscar sinónimos, ensayar metáforas y comparaciones. Y rebuscar en los dobladillos, cuestionarse el punto de vista... Clic para tuitear
A cómo hacer una descripción poderosa se aprende
Nadie te puede enseñar curiosidad, sensibilidad, imaginación. Esto es así de cruel. La buena noticia es que hay niveles y se pueden entrenar. Cuando hablamos de creación literaria hablamos de arte, humanismo, talento; y aunque el talento no está repartido por igual, algo te tocó en suerte. Seguro. Talento, atención e imaginación se pueden entrenar. La curiosidad debes traerla de casa.
Fíjate bien en lo que miras: jamás volverá a ti exactamente igual. ¿O sí?
Primero capturas el instante y cuando sepas qué te provoca, lo escribes; después, lo trabajas. Para capturar el instante, mantente alerta. Para trabajarlo, elimina lo que no suma; desnuda; ponle música a lo que resta. Contempla el resultado. Suprime algo.
Y así, poco a poco, se va construyendo. Y ¡ojo!, que se te puede ir la mano: no seas redicho. Adjetiva lo justo. Utiliza palabras que digan lo que quieres decir. No empalagues; mejor de menos que de más.
Propina 1
Si fuera que no tienes curiosidad, sensibilidad ni imaginación en absoluto (¿de verdad?), me encantaría saber para qué necesitas averiguar cómo hacer una descripción poderosa. Aunque, si no te has ido todavía y quieres saber lo que dicen de ti tus metáforas, puedes curiosear aquí.
Propina 2
Y si fuera que necesitas hacer descripciones poderosas, sea en un contexto literario o en cualquier otro, o descubrir cómo redactar mejor, recuerda que puedo ayudarte.
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Hola, Marian.
Es un artículo fantástico, te doy las gracias y te felicito.
Viniendo de ti, lo tomo como más que un comentario. Mil gracias, Víctor.
Hola, Marian.
Una maravilla de post. Cuando era pequeño las descripciones largas eran insufribles para mí. Abría el libro que quería leer y hacía un cálculo de cuantas líneas de diálogo había; como hubiera dos o tres páginas seguidas sin ver ninguna, ese libro quedaba descartado. En mi defensa diré que eso lo hacía cuando tenía 12-13 años. En realidad lo sigo haciendo, vaya, aunque ya no soy tan radical.
Las descripciones largas siguen pareciéndome aburridas sobre todo sin son innecesarias, es decir, que salvo que sea de vital importancia que yo sepa – como lector – el tono de ámbar de la veta de la empuñadura de la espada del protagonista para luego, cien páginas más adelante, ese detalle sea clave para la trama, entonces las descripciones pueden ser tormentosas. Pero en los ejemplos que has puesto la cosa es distinta. Y por cierto, vaya maravilla de ejemplos. En esas descripciones que incluyes en el post (las que van a color) la sensación que me evoca es la de acción, es decir, descripción mediante un tipo de acción. Por ejemplo en la imagen de las vías del tren, cuando dices «sólo los árboles parecen interesados en borrar la línea…» hay una acción, o una aparente acción, como si los árboles estuvieran «haciendo» algo. Cuando he leído todos los ejemplos que has puesto me he dicho «esto es, estas son las descripciones que me gustan y que busco escribir» pero hasta ahora no me he dado cuenta de ese detalle, de esa forma en que están escritas, o al menos ese detalle que yo aprecio.
Con este tipo de descripciones no hay una parada en la narración del tipo «mira, te presento el castillo: la entrada, el salón con sus tapices, un pasillo, aquí las habitaciones…» sino que el movimiento, por decirlo así, de la historia continúa y además, como en el caso de la vía del tren y los árboles, yo lo leo y queda una impronta muy clara de qué está pasando en ese lugar, se transmite la sensación de forma directa.
Muchas gracias por este post.
¡Un saludo!
Coincido contigo, Óscar. Lo que se cuente ha de ser relevante porque para lo otro tenemos una palabra: paja. Si no sirve para colocar al lector en una tesitura emocional o circunstancial y si el detalle va a jugar en algún momento, pero poquito, es como un tumor: hay que extirparlo de raíz o se nos cargará el invento.
Ahora, que lo relevante se cuente en forma dialogada o narrada va a depender del autor… y de la tipología del lector. A mí que me gusta (de todo pero también) la narrativa, me habría perdido joyas de Javier Marías o de Saramago. Supongo que para adentrarse en ciertas lecturas hay que haberse colado antes por el autor y permitirle que haga con uno lo que quiera (metafóricamente hablando).
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Pero sí: nosotros carguémonos lo que no empuja. Si lo tomamos como premisa, a lo mejor podemos hacer hablar a unas vías de tren o unas piedras sin que el sufrido lector se fatigue.
Gracias por tu tremendo comentario. Lo dicho: mucha chicha.
¡Un abrazo!