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¿Cómo es un texto seductor?, preguntas mientras clavas tu pupila en mi… Debe ser el verano. Es obvio que una racha de temperaturas tan subidas de tono causa estragos hasta en las mentes. Todo se vuelve querer saber cómo y cómo. Y por qué.

Te voy a responder, descuida. Antes, excusa que te diga dónde va a colocar la araña de Google un texto con este título. Y se equivocará. Y no me importará: nace con la intención de que seas tú quien acierte y evite dar un paso en falso.

Cómo seducir con un texto

¿Qué tienen los textos que seducen? He ahí la cuestión.

Alex Grijelmo, en La seducción de las palabras, dice:

Las leyes del idioma entran en el hablante y se apoderan de él para ayudarle a expresarse. Nadie razona previamente sobre las concordancias y las conjugaciones cuando habla, nadie programa su sintaxis cuando va a empezar una frase. Si acaso, puede analizarla después de haber hablado. Así también las palabras se depositan en el inconsciente, sin razonamientos, y poco a poco adhieren a sus sílabas todos los entornos en que los demás las usan.

Eso hace que encuentres belleza en un poema de Bukowski o de Leopoldo Panero.

Recuerdo a un crío, en Vietnam, chapoteando en un barrizal inmundo; él, feliz; yo, sobrecogida; su imagen, clavada como un dardo en una diana que permanece aún hoy. Mi afecto por él fue inmediato. La distancia entre ambos se esfumó como absorbida por una burbuja de silencio. Había tanta belleza ahí… a pesar de todo.

Cómo es un texto seductor o cómo seducir con un texto

En definitiva: ¿qué ha de tener un texto que hechiza? ¿Cómo es un texto seductor? Aun cuando los ingredientes sean idénticos, su plasmación es distinta para cada uno; de manera que el primer factor que tener en cuenta es destino y destinatario. Puede que a otra persona la visión del crío en el charco (le mando desde aquí un abrazo volandero) le produjera un sentimiento radicalmente distinto: ¿repugnancia?, ¿lástima?, ¿indiferencia? Igual pasa con los textos: cuántas veces no es algo enigmático lo que acontece entre cierta manera de decir y tú que lo lees.

Un texto seductor nunca es un discurso de palabras grandilocuentes. Se compone más bien de ideas sencillas que no se formulan a la primera. Clic para tuitear

Vaya por delante que quien escribe a matacaballo, a la que salta, seguro de sí mismo, envalentonado… no escribirá un texto seductor. La seducción se cocina a fuego lento, con las brasas justas. Y luego se reescribe y se corrige. Varias veces, si fuera menester, que lo será.

Cuando se escribía sin red era otra cosa. Era caminar por un puente desvencijado entre dos orillas; por debajo, el Amazonas. Y los caimanes. Eso sí era echarse a seducir sin garantías.

Hoy día tienes más recursos. No es mala idea utilizarlos.

Ingredientes para detectar cómo es un texto seductor

Verdad

Cuando nos obligaban a la confesión —muchos lustros ya de eso—, la consigna era decir la verdad. Ahora el confesonario es el texto. Si quieres averiguar cómo es un texto seductor que tú mismo puedas lograr, excava, martillea, sácate la camisa de fuerza que (imaginas) te protege. ¿No sabes de qué hablar? Habla de tus sombras. De tu pasión. Del miedo. De los fracasos. Del desamor. De la tortura de lidiar con palabras que se resisten a salir.

Ingredientes para un texto seductor

Los arañazos de la vida, aun cuando no siempre dejan marcas, son ingredientes para un texto seductor.

Del esfuerzo por estar vivo cuando tantas veces preferirías abandonar.

La vergüenza, lo scuorno, que no es el sonrojo en la cara, sino un pájaro carpintero que excava su nido en el árbol viejo. Había fallado. No había sido quien exijo ser. Me exijo a mí mismo y me consterno al encontrarme escaso. Antes de entonces admitía mi impotencia de niño, que se desahogaba en lágrimas, pero después de los golpes recibidos, después de las heridas, la había superado, entregándome a los cambios violentos. Y en la primera prueba de comportamiento como persona nueva, ni siquiera había reconocido la ocasión.

Los peces no cierran los ojos, Erri de Luca.

A propósito de la renovación del DNI a los 80 años, la buena señora contaba que le entregaron un carnet ya «para siempre», queriendo decir para los pocos años que le quedaban. Somos maestros en el arte del autoengaño.

A pesar de los pesares. Cuadernos de la vejez, Aurelio Arteta

Sorpresa

Tiene que desvelarte algo, contarte una historia; una historia que ha de contener dianas, pensamientos en boca del narrador o de los personajes que te hagan dar un respingo; dardos que pongan foco donde no habías mirado antes sino de pasada, sin terminar de ver:

Silvestre sonrió:

—No tenga miedo. Solo quiero decir que lo que cada uno de nosotros tenga que ser en la vida no lo será por las palabras que oye ni por los consejos que admite. Tendremos que recibir en la propia carne la cicatriz que nos transforma en verdaderos hombres. Después, se trata de actuar…

Claraboya, José Saramago

[…] ¿Qué es un adulto? Un niño inflado de edad. Lo despojaba de su edad, volvía a encontrar sus doce años, imposible guardarle rencor.

La mujer rota, Simone de Beauvoir

Conexión

Sé que has hecho locuras. Acuérdate de aquella que, de puro ridícula, no se la confesaste a nadie. Y un buen día, te la encuentras escrita. Al fin y al cabo, todos somos iguales, ¿no? Busca que tus textos provoquen esa misma conexión. O por lo que cuentas o por cómo lo cuentas. Aquella vez que te dejaron en evidencia aunque no fuese con razón y te tocaron un punto débil.

Escribir un texto seductor

Locuras no siempre salvajes; tal vez, lo que no hiciste, la ocasión perdida, lo inconfesado. Seducir con un texto es asomarse al interior.

Una mujer llevaba días deprimida y confusa después de haber perdido la pluma estilográfica. Entonces, el anuncio de una liquidación de zapatos le provocó tal entusiasmo que condujo durante tres horas a una zapatería de Chicago.

Cuentos completos, Lydia Davis

No tenía remedio. De haber podido, me habría gustado morderme las puntas del pelo yo también, igual que hacía ella. Con las primeras luces del día nos miramos de frente en la tranquilidad del comedor, con todo aquel viaje en el cuerpo. Estábamos casados. Habíamos invertido una cantidad formidable de tiempo, dinero y fortaleza física y moral en aquel invento del matrimonio. Llevábamos juntos seis años y varios kilómetros de cinta transportadora.

“VI Cierre automático”. Técnicas de iluminación, Eloy Tizón

Asociaciones insólitas para desentrañar cómo es un texto seductor

Aquí entroncamos con todo lo que las figuras literarias nos dejan hacer o con formas de intersectar planos y recursos literarios.

Me quedé unos segundos inmóvil, sin comprender realmente el sentido de sus palabras. Billy Donelly era un personaje secundario de mis novelas, una chica entrañable pero poco colgada que trabajaba en un hospital público de Boston. Sabía que muchas lectoras se habían sentido identificadas con su personaje de la chica de al lado que acumulaba un fracaso amoroso tras otro.

La mujer de papel, Guillaume Musso

Aunque nos queríamos, entre Tricia y yo se abría un espacio en blanco, un fulgor frío, escaso de deseo. En medio de la claridad salina de aquel témpano no había nada. Era un desierto desnudo. Solo había una maleta.

Una maleta vacía.

Y nos quedamos muy quietos.

“VI Cierre automático”. Técnicas de iluminación, Eloy Tizón

Cómo seducir con un texto

Algo sucede afuera mientras algo sucede adentro. El texto seductor encuentra esos paralelismos.

Voy a quedarme muy quieta yo misma porque es verano y el fresco se vende caro. No abusaré de ti que me lees en medio de cualquier canícula. Si acaso, vuelvo otro día con más. Hoy, me voy saliendo. Shhh…

Propina

Hablamos de seducir con la palabra aquí, y decíamos que no se trata tanto de ser explícito como de sugerir, de probar con lo que tal vez uno nunca pensó en decir.

Será el verano, sí, que es tiempo de sueños, de deseos, de perseguir lo que no se ha vivido aún; o de traer a la memoria aspectos que es ahora cuando propician el encuentro. Te animo a ponerlos en palabras.

«La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia». Aristóteles.

Ahí queda eso. ¿Estás de acuerdo con Aristóteles o tendrías una charla con él para decirle cómo lo ves tú?

Por cierto, ¿cómo lo ves tú?

 

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