Porque los hay: hay textos imposibles.
Cuentan que Flaubert, padre de Madame Bovary, misántropo y agudo observador, gustaba de coleccionar frases estereotipadas. Se las oía a ciertos congéneres que pretendían hacerse pasar por lo que no eran amparados por la máscara del lenguaje.
El resultado de sus escrutinios lo recogió en su Diccionario de lugares comunes, una singular colección de simplezas altisonantes. Pretendía demostrar los profundos vínculos que unían al público con la tradición, el orden y la convención en general. Lo escribió por orden alfabético y «sobre todos los temas posibles, todo lo que es necesario decir en sociedad para convertirse en una persona decente y amable».
Donde Flaubert decía decente y amable podemos leer hoy culta y talentosa.
A lo que vengo: el ser humano, siempre anhelante de pertenecer a la manada, busca también ser original, especial, distinguido; dos propósitos en apariencia contradictorios.

Lo que haga falta con tal de ser original.
Textos imposibles: textos médicos
Los textos de quienes saben mucho más que cualquier mortal suelen ser auténticos galimatías. Porque saben que saben y porque pertenecen a campos semánticos muy concretos con terminología específica.
Pero hay quienes saben mucho y quienes parecen saberlo todo excepto esto: escribir es una manera de relacionarse con los demás. Clic para tuitearLa sensación es de querer estar en el mundo sin mancharse. Modestamente: creo que se equivocan.
Se puede entender de un médico, al menos, en parte: su jerga es como la de los marineros, que llaman cabos a las cuerdas y portillos a las ventanas, proa a la cabecera y popa a la trasera. Un médico tiene un vocabulario esencialmente técnico y científico que no pretendemos que maneje salvo quien debe; otra cosa es cuando se trata de ofrecer confianza al enfermo. Entonces es deseable que se ponga a su nivel y que la terminología del ramo no entorpezca la claridad en el mensaje; menos aún, la compasión. Los médicos pueden curar a pesar de la medicina o más allá de ella, que no siempre cumple las promesas.
Textos imposibles: textos legales
Son farragosos de por sí. Pero, además, les echan ganas: sobreabundancia de subordinadas que se subordinan a su vez (hipotaxis) para formar párrafos interminables; incisos, circunloquios, perífrasis, lenguaje ampuloso y sobrecarga de gerundios, sean o no pertinentes.

Se supone que son exhaustivos; lo de claros es otro asunto.
Por cierto, el lenguaje administrativo, a menudo, trata de imitarlos.
Da la sensación de que temieran perder coherencia entre las partes al introducir comas, puntos y comas. O de que al poner un punto más pronto que tarde el sentido del texto fuera a destruirse.
Y adolecen de otro mal: la mayusculitis. Proliferan las mayúsculas como los pólenes en primavera. Como si la tecla «bloq mayúsc» se engatillase en los ordenadores de los próceres de la ley. Todos son Abogados, Letrados, Procuradores, Fiscales, Magistrados y Jueces que defienden Casos, escriben Autos, dictan Sentencias y hacen cumplir las Leyes.
El mensaje que se trasluce, más allá del inmediato, es «vulgar mortal, aparta, que voy arrollándolo todo». Y este gerundio (arrollándolo) sí que es pertinente.
Se supone que tratan de evitar interpretaciones erróneas o ambiguas, pero con frecuencia consiguen ser simplemente obtusos.
Textos imposibles: ámbito del coaching
Los textos de psicología y del ámbito del coaching, cuando son imposibles, es por impericia o falta de rigor en el uso del lenguaje; al menos, en los casos que me he encontrado.
Pero voy a discriminar: también el lenguaje que habla de sesgos cognitivos y cuestiones relativas a la mente tiene denominaciones específicas. No hablo de eso. Hablo de no saber manejar el lenguaje de forma adecuada; a veces, porque en la estructura superficial faltan elementos necesarios para su comprensión; otras, porque el orden de factores sí hace al producto; otras, porque hay tantas erratas que sacan de la lectura al más pintado.
Esto que sigue lo he sacado de un texto divulgativo de coaching:

Si algo así no te mata, eres de pasta dura.

Erratas a tutiplén: como un dolor en el costado.
Así te expresas, así eres
Evitar confusiones y lograr una comunicación clara y eficaz no siempre van de la mano. En medicina, casi nunca hay dos palabras con un significado coincidente o equívoco. Seguro que un informe firmado por un médico podría defenderlo otro colega en los mismos términos.
Seguro también que en el caso de la muestra de coaching, algún coach tendrá algo que decir. Por todo lo contrario.
Ese, como el resto de casos a los que me refiero, son contaminantes y obstaculizan, bien la lectura, o bien la comprensión. Nada que ver con el lenguaje especializado, sino con elementos que introducen ruidos innecesarios.

Con ciertos textos hay que hacer milagros para volverlos posibles.
Este es uno de esos que llamo porque yo lo valgo. Términos altisonantes en medio de una descripción caótica, errada e ilegible son los auténticos pata negra de los textos imposibles. El esfuerzo de comprensión queda a cargo de quien lo recibe, si acaso resiste sin cortarse algo:
En del costo del proyecto esta en esa convocatoria, pero el documento esta cerrado, yo hace 5 meses lo alcance a visionar, pero no me acorde de guardalo y ahora esta encapsuliado o no doy con el.
Por ultimo y no memos principal donde digo que los accionistas tienes que comprometerse, es un error de la gestora, es responsabilidad del mayor, los demas tiene una parte de participación en la Mancomunidad, donde tambien esta logicamente la comunidad pero el mayor es subsidieario.
No me digas si no es un texto imposible del todo. Por favor, que baje alguien y ponga al responsable en su sitio.
Propina
Por suerte para todos, va habiendo iniciativas que ponen luz en la oscuridad de esos armarios imposibles. Date una vuelta por la web de Javier Badia. Quizá no es así todavía el lenguaje administrativo, pero ya se habla de cómo debe ser. Por algo se empieza…
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