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Hoy que ya no es 23 de abril, vengo yo a hacer un homenaje al Día del Libro; hoy que se acabaron los fastos y amenazan con quedar solo restos.

El caso es que empezar algo así diciendo que se lee poco, y por humilde que sea el gesto, deprime. ¿Qué libro, en su sano juicio, lo perdonaría? De manera que voy a hacer como si se leyera mucho, por cambiar la perspectiva.

Homenaje al Día del libro

Que sí, que cada día es un día para los libros y las palabras.

Tomo prestado este párrafo de Emilia Ferreiro; psicóloga, escritora y pedagoga argentina, y radicada en México, como pregona la Wikipedia. De su Pasado y presente de los verbos leer y escribir:

«Los verbos leer y escribir no tienen una definición unívoca. Son verbos que remiten a construcciones sociales, a actividades socialmente definidas. La relación de los hombres y mujeres con lo escrito (y lo leído) no está dada de una vez por todas ni ha sido siempre igual: se fue construyendo en la historia.

[…] Cada época y cada circunstancia dan nuevos sentidos a esos verbos».

El párrafo me lleva hacia las nuevas rutas que transitamos con esos verbos. A cómo escribimos hoy pero, sobre todo, a cómo leemos.

Sin lamentos archiconocidos

Podría, en este pequeño homenaje al Día del Libro, hacer una pira: redes sociales y soportes electrónicos, a la hoguera. Pero no. Mi vertiente positiva me alerta: son nuevas formas de expresión que se añaden a lo que había y que suman lo suyo propio; o mejor dicho: nosotros sumamos lo propio nuestro a través de ellas, porque ellas, ya ves, sin nosotros…

Homenaje al Día del libro

Redes sociales y dispositivos electrónicos no son sino hijos de su tiempo.

Hubo un tiempo en que esto de leer y escribir seguía rutas paralelas: escribir, escribían los escribas, que se preparaban a conciencia para ello. Y leer, igual: leían los especialistas. Mucho ha llovido desde entonces. Clic para tuitear

A principios del siglo pasado bastaba con saber leer y escribir; pero nada que ver con las exigencias de finales, que solo con leer y escribir no se iba muy lejos.

No seré yo quien denoste redes sociales y dispositivos electrónicos. Son hijos de su tiempo.

Hoy día, la cuota de analfabetos parece haber descendido en los países ricos; dato, sin embargo, que no implica haber adquirido fluidez en la lectura ni en el hábito de leer. Ya del placer, ni hablamos.

¿Algo está fallando? A ver si todavía voy a tener que abandonar el positivismo…

Nada de luchar en contra

La culpa no es de las redes sociales ni de los artilugios digitales. Pobres. ¿Qué podrían hacer, menos aún en este homenaje al Día del Libro, por sí solos?

Luchar contra el hecho de que no se lee —caso de que así fuera— es tan inútil como luchar contra la oscuridad. Si para salir de esta hay que encender luces, para salir de lo otro, también. Pero quien fue tachado de torpe o disléxico en el siglo que nos precede difícilmente podía pasar de la lectura rudimentaria al goce de leer. Por ejemplo. Estamos hablando de anteayer, que, en los sesenta, como te cayera una cruz así, no levantabas cabeza.

Para mí está claro: ni los países ricos ni la escolarización obligatoria garantizan lectores apasionados. Yo estuve escolarizada hasta los dieciocho —universidad, aparte—. Cuento con los dedos de una mano — y me sobran— los devotos del libro que salimos de esa cantera.

Homenaje al Día del libro

Por que los libros sean más que consoladores…

Que alguien me saque de dudas: sospecho que, desde entonces, pocos dictados y pocos talleres de lectura y redacción ha habido; profesores apasionados por la filosofía, la antropología, la sociología, la historia y la ciencia que proporcionaran un caldo de cultivo adecuado, pocos; formas de transferir pasión, pocas también.

Los milagros proporcionan gratas sorpresas de vez en cuando, pero encomendárselo todo a ellos, no, ¿verdad?

Mi auténtico homenaje al Día del Libro

Si yo pudiera transferirte algo del valor que la lectura tiene para mí, este homenaje al Día del Libro cobraría todo el sentido que le quiero dar. Porque son ciertas las palabras de Ferreiro con las que abro el artículo: nunca termina de estar todo dicho. Los libros necesitan nuevos intérpretes, abordajes nuevos; y exigen ser algo más que distractores, somníferos y áreas de descanso. Nos necesitan para darles voces nuevas y que obtengamos así nuevas perspectivas de ellos; para que podamos profundizar en nosotros mismos y salgamos ya de la caverna: aburre de puro usada.

Es como evitaremos caer en ensoñaciones bobas, si de seducir y seducirnos se trata, y como podremos mirar más allá del dedo. Dar de sí más de lo que damos.

La lectura será entonces, y tomo prestadas sus palabras a Gabriel Celaya, «un arma cargada de futuro». Pero nos necesita llorados, comidos y aseados; libres de ideologías y parcelitas. No solo apasionados, sino llenos también de razones y de optimismo, pero ni bobo ni gratuito. Parafraseando a Clarín en La Regenta, sin perdernos en las nubes porque nos hayamos olvidado de la tierra.

En fin. Y confieso que el auténtico homenaje que traigo al Día del Libro es, por un lado, una plancha de ropa y un libro que hubo de enviarse en dos partes. En apenas doce minutos, te lo cuenta el mismísimo Gabriel García Márquez.

Homenaje al Día del libro

También la plancha juega en el Día del libro; también ella tiene algo que decir.

Y cómo colofón

El recopilatorio de frases destacadas de Ida Vitale, ayer, en la ceremonia de la recogida del Premio Cervantes 2018.

¡Felices lecturas y felices todos los Días del Libro, más allá de la caverna y más allá del 23 de abril!

 

2 Comments

  • Frida dice:

    Creo que el valor de la lectura comienza en casa. Puede que muchos profesores intenten inculcarlo, pero no calará en los alumnos si no hay colaboración en su entorno. Personalmente también creo que hay pocos adictos a la lectura, menos de los que debería, teniendo en cuenta que a día de hoy es un placer al alcance de cualquiera, tenemos bibliotecas y los ebooks al salir más baratos que en papel, siempre suman. Pero aun así, por mucha accesibilidad que tenemos, poco valor se le da y todavía hay quien cree, equivocadamente, que leer es aburrido. Pero si no hay mejor manera de vivir mil vidas, un día reina pirata y al siguiente luchas como soldado en las Cruzadas.

    • Marian Ruiz dice:

      Sospecho que no es tu caso. Nunca sabemos si podemos ser nosotros mismos inductores de esa pasión en otros, pero leamos y propaguemos quienes la sentimos. Seguro que te pasa como a mí: sin los libros que has leído, no serías la misma. ¡Es para celebrarlo!

      Un abrazo literario, Frida, y gracias por pasarte.

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